Corea del norte se apuntó una improbable pero impactante victoria diplomática al anunciar que volvería a la mesa de negociaciones para abordar las preocupaciones de las grandes potencias sobre su programa nuclear.
El anuncio devolvió la pelota a la cancha de de Estados Unidos y sus aliados de Asia oriental, Japón y Corea del Norte. También redujo las opciones de China para tratar con los norcoreanos.
El resultado de las conversaciones, que involucran desde los años 90 a seis países (China, Corea del Norte, Corea del Sur, Estados Unidos, Japón y Rusia), tendrá importantes consecuencias para el futuro del régimen mundial de no proliferación nuclear, que ya está bastante vapuleado.
Cuando Corea del Norte realizó su primera prueba nuclear, el 9 de octubre, el mundo la condenó unánimemente y el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) resolvió sancionar a Pyongyang.
Pero menos de un mes más tarde, la reanudación de las conversaciones se volvió inminente. Las negociaciones se interrumpieron hace un año, dos meses después de que Corea del Norte accediera ante sus interlocutores a abandonar su programa de armas nucleares.
[related_articles]
"Esto responde, al menos por el momento, a una pregunta que una cantidad de expertos estrategas han estado formulando: ¿la prueba facilitará o retrasará las negociaciones?", dijo Achin Vanaik, analista independiente de temas nucleares y profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Nueva Delhi.
"Ahora la respuesta está clara, pese a la insistencia del Consejo de Seguridad, y de Estados Unidos en particular, de mantener las sanciones", agregó.
La segunda pregunta, según Vanaik, es si el mundo puede lograr que el genio nuclear norcoreano vuelva a la botella. Hasta ahora, semejante esfuerzo tuvo éxito en unas pocas instancias: Argentina, Brasil, Libia y Sudáfrica.
Pero en todos estos casos, salvo tal vez el de Sudáfrica, los países involucrados no habían realizado ni reconocido una prueba de armas nucleares. En contraste, Corea del Norte cruzó abiertamente el umbral nuclear.
Si fuera persuadida o presionada para hacer retroceder, sería el primer caso de ese tipo.
Corea del Norte acordó regresar a las negociaciones luego de discusiones trilaterales, realizadas el martes en Beijing, entre ese país, Estados Unidos y China. Antes, Beijing había logrado que Pyongyang declarara públicamente que no realizaría más pruebas nucleares.
El régimen norcoreano parece haber logrado cambiar de modo decisivo los términos de las negociaciones, que hasta el año pasado tenían el propósito de congelar su condición de estado no-nuclear. Ahora, las conversaciones se concentrarán en revertir su estatus nuclear de facto.
Es improbable que esto ocurra en ausencia de firmes garantías de seguridad para Corea del Norte y de un paquete de incentivos energéticos y económicos, según observadores en India, país que cruzó el umbral del armamentismo nuclear con las pruebas de 1998.
Una de las primeras garantías que probablemente exijan los interlocutores de Corea del Norte para el diálogo es que ese país no permita que sus conocimientos o materiales nucleares abandonen sus fronteras.
En ese caso, Corea del Norte usará esto como una palanca con la que llegar a un acuerdo que, entre otras cosas, garantice la estabilidad y seguridad de su régimen.
Es poco probable que las duras sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad, incluida la paralización de las transacciones bancarias, la inspección de buques de carga y la intercepción de barcos en el mar, sirvan para neutralizar a Pyongyang.
China y Rusia son reticentes a aplicar las disposiciones más duras. China, por ejemplo, dijo que no interceptará barcos norcoreanos en el mar. Interceptar buques de un estado soberano en alta mar es problemático para el derecho internacional.
Bajo la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar, sólo se permite para impedir la piratería y el tráfico de drogas y de esclavos.
China no quiere empujar a Corea del Norte a una postura recalcitrante por temor a que la inestabilidad afecte a su propia y problemática región nororiental, considerada "el cinturón oxidado" de China, que sufre los cierres de fábricas y agitación en el sector industrial.
Alrededor de 40 por ciento del comercio exterior de Corea del Norte es con China, la mayor parte a través de los 1.400 kilómetros de frontera en común. Pero Beijing usó un lenguaje duro para comunicar a Pyongyang su malestar con la prueba nuclear.
Como señaló Susan L. Shirk, ex subsecretaria asistente de Estados Unidos para Asia oriental, China vio "el momento elegido para la prueba nuclear —durante la reunión anual del gobernante Partido Comunista chino y el día siguiente a la visita del primer ministro japonés Shinzo Abe al presidente Hu Jintao— como una bofetada deliberada".
A China le gustaría retratarse como una potencia nuclear "responsable" e interesada en defender el régimen global de no proliferación.
Beijing China también está ansiosa por mejorar sus relaciones con Tokio e impedirle a su gobierno y al surcoreano responder a la nuclearización norcoreano con su propia fabricación de armas nucleares.
La primera visita de Abe al exterior luego de asumir como primer ministro no fue a Estados Unidos sino a China. Y a Beijing le gusta mostrarse como una potencia que aporta al equilibrio de Asia nororiental.
"Es probable que esta combinación de cálculos cambie las reglas del póker nuclear que ahora se juega en el vecindario de Corea del Norte", dijo N.D. Jayaprakash, investigador de la independiente Coalición para el Desarme Nuclear y la Paz, con sede en la capital india.
"Ahora el asunto central es si Estados Unidos moderará su postura cara a cara con Corea del Norte, a la que declaró estado integrante del 'eje del mal'. Esta fue una receta de diplomacia inepta, que llevó al despilfarro de las ganancias obtenidas a través de la firma del Acuerdo Marco entre Estados Unidos y Corea del Norte en 1994, durante la presidencia de Bill Clinton (1993-2001)", dijo Jayaprakash.
Bajo ese acuerdo, Corea del Norte acordó suspender sus actividades nucleares a cambio de garantías de suministro de fuel oil y un reactor nuclear de agua liviana. Al no implementarse el acuerdo, Corea del Norte se retiró del Tratado de No Proliferación Nuclear en 2003.
Las negociaciones de las seis partes que siguieron no arrojaron ningún resultado. En septiembre de 2005, apenas unos días después de que Corea del Norte firmara la Declaración de Beijing, comprometiéndose a abandonar su búsqueda de armas nucleares, Estados Unidos le impuso severas sanciones financieras. Y el proceso de las seis partes se interrumpió.
Si las próximas conversaciones conducen a una garantía de seguridad y a un paquete de asistencia económico-energética para Pyongyang, Washington estará relativamente bien ubicado para asegurar el fuerte apoyo de China para hacer que Corea del Norte retroceda en su programa de armas nucleares.
"Si ellos fracasan, el mundo tendrá un serio problema de proliferación nuclear en sus manos, lo que constituirá un perfecto ejemplo negativo para potenciales estados nucleares, como Irán, sin hablar de Japón y Corea del Norte", dijo Jayaprakash.