Tayikistán tiene pocos recursos naturales como para despertar interés, pero aun así las potencias mundiales tratan de consolidar su presencia en este país de Asia central con mayoría musulmana y gobierno secular.
Afganistán, China, Irán, India y Pakistán son las potencias regionales que tradicionalmente se disputaron la influencia sobre este país sin salida al mar. Pero China, Estados Unidos y Rusia elevaron sus apuestas en los últimos años.
A pesar de ser una de las repúblicas más pobres de la disuelta Unión Soviética, Tayikistán igual interesó a inversores extranjeros que identificaron oportunidades comerciales, y a veces de negocios militares, en esta nación de 7,5 millones de habitantes.
Quienes deseen el avance del progresismo y el secularismo en Asia central deben ayudar a este país, cuya estabilidad es esencial para la paz de la región, según Shabdolov Shodi, presidente del Partido Comunista.
Para Estados Unidos, Tayikistán pasó a ser importante tras los atentados que el 11 de septiembre de 2001 acabaron con 3.000 vidas en Nueva York y Washington, en especial porque comparte una amplia frontera con Afganistán.
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Dusambé permitió que el ejército estadounidense se reabasteciera en su territorio y circulara por su espacio aéreo en apoyo a las operaciones en Afganistán, donde se refugiaba la cúpula y campamentos de entrenamiento de la red terrorista Al Qaeda.
Washington quiere trabajar con Tayikistán para evitar la propagación del extremismo islámico y el terrorismo en la región, un interés compartido con China y Rusia.
Además, Estados Unidos también invierte en proyectos de infraestructura regional, incluida una central hidroeléctrica, caminos y puentes.
Mientras, Rusia sienta la llegada de capitales y asistencia occidental a Tayikistán como un desafío a su poder en un país que supo estar bajo su influencia.
Moscú mantuvo una presencia militar considerable en este país tras la caída del régimen comunista en la Unión Soviética y la disolución de esa potencia mundial en 1991.
La Federación Rusa también mantiene vínculos con Dusambé a través de la Organización de Cooperación de Shangai, bloque de seguridad regional de seis países encabezado por China y Rusia y creado en 1996.
Por su parte, Beijing ayuda a Dusambé en importantes proyectos de infraestructura, y ahora exporta muchos productos chinos a este país.
Este país mantuvo su importancia regional ante las potencias gracias a la acción del presidente Imomali Rahmonov, quien resultó reelecto este mes para un tercer periodo de gobierno.
Los intereses de esos países "coinciden y confluyen aquí, en especial en lo que respecta al combate del extremismo y el terrorismo internacional, el tráfico de drogas y la lucha contra el crimen organizado trasnacional", declaró Rahmonov el día de las elecciones.
"La política exterior de Tayikistán es de puertas abiertas. Vamos a cooperar con todos los países del mundo", agregó.
De ese modo, Rahmonov logró equilibrar la presencia de China, Estados Unidos y Rusia en su país, según el profesor Mark Katz de la Universidad George Mason en Fairfax, Virginia.
"La decisión de Rahmonov de permitir la instalación de bases militares estadounidenses en Tayikistán tras el 11 de septiembre de 2001 le ayudó a mantener cierta distancia de Rusia y Uzbekistán", indicó.
"A su vez, la participación de Tayikistán en la Organización de Cooperación de Shangai lo ayuda a evitar las presiones por la democratización ejercidas por Estados Unidos y el resto de Occidente, y equilibra la importancia del país norteamericano con la de China y Rusia", añadió Katz.
En octubre de 2004, Rusia habilitó formalmente una base militar en Dusambé y se volvió a hacer cargo de un centro de control espacial de la era soviética, en Nurek, iniciativa considerada una reacción a la influencia estadounidense en Asia central.
Estados Unidos expresó su deseo de mayores reformas democráticas en este país, pero los cambios son perezosos.
Aún así, Washington reconoce que Rahmonov mantiene un área secular de contención al norte de Afganistán.
Otro rival de Washington, Irán, desempeña un papel cada vez más importante en Tayikistán, 80 por ciento de cuya población profesa el Islam sunita y cinco por ciento el chiita.
Irán comparte con este país la lengua y la cultura y sus presidentes han intercambiado visitas.
En 2005, el volumen del intercambio comercial bilateral alcanzó los 130 millones de dólares. Además, Irán contribuyó con importantes proyectos de infraestructura en Tayikistán.
Ese país es, además, observador de la Organización de Cooperación de Shangai y miembro de la Organización de Cooperación Económica, acuerdo de comercio e inversiones con sede en Irán y que incluye a Afganistán, Azerbaiyán, Kazajstán, Kirgizstán, Pakistán, Turquía, Turkmenistán y Uzbekistán.
Para algunos analistas, Teherán enmarca su vínculo con Dusambé en sus gestiones para reducir la presión internacional respecto de su controvertido programa nuclear.
Irán arguye que ese programa tiene fines pacíficos, pero afronta la amenaza de sanciones económicas internacionales e incluso la posibilidad de un ataque militar estadounidense o israelí.
El presidente del gobernante Partido Democrático Popular de Tayikistán, Doulatali Doulatov, no quiso revelar qué postura asumiría el gobierno en caso de concretarse esas amenazas.
"No queremos que nadie ataque a nadie", declaró.
Katz considera que este país aceptará la asistencia económica de Irán pese a las presiones internacionales que padece la República Islámica. "Tayikistán quiere toda la ayuda y las inversiones que pueda conseguir, que no ha sido mucha. Así que recibe lo que sea de Irán y de otros países", dijo.
Varios analistas internacionales afirman que la situación económica en Tayikistán debe mejorar para evitar disturbios en su territorio.
Tras su independencia de la entonces Unión Soviética, en 1991, este país padeció una devastadora guerra civil, que terminó en 1997.
En ese momento se firmó un acuerdo de poder compartido que llevó a Rahmonov al gobierno e incluyó al Partido del Renacimiento Islámico, lo que convirtió este país en el único de Asia central con un partido musulmán y religioso legal.
Tayikistán fue acusado por algunos de sus vecinos de albergar centros de entrenamiento de terroristas, pero fueron rechazadas con vehemencia por Dusambé.
Para algunos críticos, el Partido del Renacimiento Islámico es demasiado radical como para integrar el gobierno. En cambio, los musulmanes extremistas consideran que no es lo suficientemente islámico.
Varios analistas creen que ese sentimiento, combinado con la pobreza y las pocas oportunidades que tiene la población para manifestar su descontento, apareja el riesgo de convertir a Tayikistán en un hervidero del extremismo islámico.
"Tayikistán no es tan importante por lo que es ahora, sino por lo que puede llegar a ser si las cosas salen mal", señaló Katz. "Lo sorprendente de la guerra civil de 1992-1997 es que no se propagó a los países vecinos."
"Pero si llega a haber un régimen revolucionario, ya sea religioso o nacionalista, y si hay descontento en la población tayika de Uzbekistán, los cambios en este país pueden afectar a ese país y al resto de la región", aseveró.
Pero muchos tayikos dicen estar cansados de la guerra, y que los cambios democráticos revolucionarios vistos en otras repúblicas de la disuelta Unión Soviética son una mera ilusión en este país.