Escuelas, municipios y empresas de Chile empiezan a reciclar con éxito sus residuos sólidos, pero se necesita ayuda del gobierno para replicar estas iniciativas en todo el país, piden especialistas.
"Pareciera que finalmente le llegó la hora al reciclaje", dijo a IPS Ximena Abogabir, presidenta de la no gubernamental Casa de la Paz. Hay experiencias exitosas en municipios y colegios del país, y recolectores y empresas privadas se están dado cuenta del potencial económico que hay detrás de la reutilización de los residuos sólidos, añadió.
Algunos de estos proyectos fueron difundidos el 8 de este mes en el seminario nacional "Reciclando experiencias", organizado en Santiago por la Casa de la Paz y otras dos instituciones ambientalistas, con el auspicio de la División de Organizaciones Sociales del Ministerio Secretaría General de Gobierno.
"Lo más urgente es que los municipios, cuando liciten el servicio de recolección de la basura, generen un incentivo a favor del reciclaje. A nosotros nos parece que debería haber un incentivo desde el punto de vista legal para disminuir lo más posible lo que se entierra en un relleno sanitario", añadió Abogabir.
También es necesario masificar la educación ambiental, "porque hasta ahora sólo hay iniciativas de escuelas, jardines infantiles, donde trabaja algún 'quijote', que tiene interés y genera el entusiasmo, pero una vez que se va, normalmente se cae la actividad", apuntó.
Pese a la Política Nacional para la Gestión Integral de los Residuos Sólidos Domiciliarios, "el gobierno sólo responde a las urgencias, y el reciclaje es importante, inteligente, oportuno, bueno para el ambiente y la generación de empleo, pero no hay una crisis en torno a él", apuntó Abogabir.
El problema de los residuos sólidos es de enorme envergadura en este país. En 1996 se generaron algo más de 3,3 millones de toneladas de basura, y en 2003 se llegó a casi seis millones de toneladas, un aumento de 79,5 por ciento. La mitad de ellos correspondían a la región metropolitana de Santiago, según datos oficiales.
En la capital hay 49 vertederos ilegales de basura domiciliaria, 11 de ellos con alto riesgo para la salud de la población cercana. En 2005, se reciclaron 12,6 por ciento de los residuos sólidos generados en Santiago.
El proyecto "Forjadores Ambientales" de la escuela municipal Profesor Ramón del Río, ubicada en la capitalina comuna (barrio) de Estación Central, se presentó como uno de los ejemplos a seguir.
La iniciativa partió en 2000 con tres recipientes en cada salón de clases, en los que los alumnos depositaban plástico, papeles y desechos orgánicos. Le siguió un vivero y un huerto, donde los niños y niñas pueden entrar en contacto directo con su entorno natural.
Luego, la escuela aspiró al Fondo de Protección Ambiental de la gubernamental Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama) para expandir el proyecto a la comunidad. Con el dinero recibido, se compraron 18 contenedores, instalados a la salida del establecimiento y en un bloque de edificios cercano, donde viven 450 familias. Se imprimieron afiches informativos distribuidos en cada apartamento.
También adquirieron todos los implementos necesarios para producir "compost", abono orgánico, en el propio recinto educacional.
El compost se obtiene mediante el proceso biológico de microorganismos que actúan sobre materia biodegradable (restos vegetales, desechos de verduras y frutas) y es excelente para la agricultura. Los estudiantes lo venden en bolsas a las propias familias y otros interesados.
El encargado del proyecto, Sebastián Araya, cree que los colegios que cuentan con áreas verdes donde los niños pueden "experimentar", tienen una ventaja para impartir educación ambiental. Además, ha percibido que la realización de este tipo de actividades "revalida" la labor de la escuela ante la comunidad.
"Los colegios y otras instituciones que quieren hacer proyectos ambientales creen que sólo es posible contando con fuentes de financiamiento (externas), pero también hay que apelar a la autogeneración de ingresos", explicó Araya a IPS.
Otra iniciativa destacada en el seminario es llevada a cabo por Manuel Torres, monitor de artesanía en cartón del populoso municipio de Puente Alto, ubicado en la zona suroriente de Santiago.
Torres comenzó a fabricar muebles de cartón en la década del 70 y hoy enseña la técnica a quienes viven de recoger ese material en la comuna, para que otorguen valor agregado a su trabajo. Un grupo de ellos, la Asociación de Recolectores Bajos de Mena, acaba de crear una microempresa gracias a un subsidio entregado por el gubernamental Fondo de Solidaridad e Inversión Social.
Roperos, cómodas, baúles y repisas son algunos de los muebles que se pueden confeccionar con cartón, utilizando hasta 70 por ciento de material reciclado. "Estos muebles son bonitos, pero a la vez útiles, funcionales. El cartón bien trabajado e impermeabilizado" es resistente e inmune a la humedad y los hongos, aseguró a IPS Torres.
Los productos de cartón son de fácil desplazamiento y entre 30 y 50 por ciento más baratos que los de madera. "La gente acomodada y no la de escasos recursos, como se podría creer, compra este tipo de muebles", advirtió el artesano autodidacta.
La labor realizada desde 1999 por el municipio de Talcahuano, ubicado en la octava región del Bío-Bío, 529 kilómetros al sur de Santiago, también fue resaltada en el seminario, ya que se trata de una de las comunas más contaminadas del país.
Allí se separan vidrios, pilas, neumáticos, material inerte, envases de aluminio, plásticos y cartones y está en preparación la apertura de una planta de compostaje de tipo industrial. En ese distrito se ha realizado educación ambiental en los colegios, distribución de material informativo a la población e, ingeniosamente, capacitación a los pastores evangélicos de la comuna para sensibilizar más rápido a las personas.
¿El resultado? Entre 1999 y 2005 lograron reducir 25.000 toneladas de basura, lo que equivale a 250 millones de pesos (casi 500.000 dólares) de ahorro para el municipio. Guillermo Rivera, director del departamento de Medio Ambiente, advirtió que una de las claves del éxito es el trabajo a largo plazo, algo que no siempre tienden a considerar los alcaldes.
Alex Ramos, encargado de responsabilidad social de Gerdau Aza, principal empresa recicladora de chatarra del país, destacó el trabajo de los recolectores informales, señalando que un estudio de la Universidad de Chile publicado el año pasado estableció que 178.000 personas se dedicaban a esta actividad en todo el país.
Los recolectores perciben ingresos de entre 170.000 y 250.000 (entre 330 y 500 dólares), pero generalmente no tienen derecho a jubilación ni otros beneficios sociales.
"Tenemos la política, tenemos los casos exitosos, tenemos la disposición de la comunidad, porque está comprobado que cuando se hace un sistema permanente la comunidad colabora, ahora falta masificar y creo que este proceso lo debe liderar la Conama y la Asociación Chilena de Municipalidades", concluyó Abogabir.