PLÁSTICA-BRASIL: Vanguardias invaden São Paulo

Tal como la pintura escapó al soporte de su moldura tradicional, la 27 Bienal de São Paulo no quedará limitada a su pabellón en el Parque Ibirapuera, cerca del centro de la ciudad brasileña. Algunas obras invadirán calles y plazas durante la muestra desde este sábado hasta el 17 de diciembre.

"Peregrinos", una performance de María Teresa Hincapié, pondrá a 2.000 personas en una contemplativa procesión en varios espacios públicos, buscando estimular una reflexión sobre los problemas que la humanidad se creó a sí misma. En Bogotá, donde vive esta armenia de 52 años que empezó su carrera artística haciendo teatro, esa presentación reunió a 100 personas.

Hincapié, con obras también en vídeo y fotografías, es una de 118 artistas invitados a esta Bienal internacional que desde 1951 trae a Brasil buena parte de lo que se produce de arte contemporáneo en el mundo, dándole proyección a muchos artistas e introduciendo a Brasil en el circuito de la vanguardia, las artes "incomprensibles" para los ciudadanos comunes.

La muestra ya tradicional, inspirada en la Bienal de Venecia, hace parte del calendario cultural y turístico de São Paulo, y convierte a esa ciudad sureña en una capital temporal de las artes visuales. Decenas de otras exposiciones y actividades tienen lugar desde septiembre o se inaugurarán en los próximos días, aprovechando la atracción de la Bienal.

Esta 27 edición presenta novedades, como la eliminación de las representaciones por países, la selección de los invitados a cargo de un trabajo conjunto de seis curadores, un festival paralelo de filmes relacionados con el arte y la prolongación de la Bienal en seminarios que discutirán las obras presentadas a partir de enero.

La Bienal de 2004 recibió cerca de un millón de visitantes, ampliando mucho su público al abolir el cobro de entrada. Este año se puede superar esa cifra, porque se decidió "democratizar el conocimiento del arte contemporáneo y la experiencia estética", con un Proyecto Educativo que creó cinco núcleos para llevar la discusión artística a la periferia de São Paulo.

El objetivo es superar el fenómeno de que, hasta ahora, la Bienal y otras actividades de artes plásticas en general solo despiertan el interés de capas de alto poder adquisitivo.

El concepto que orientó la selección de invitados y obras de este año es "Cómo vivir juntos", título de clases y seminarios del intelectual francés Roland Barthes, desde hace 30 años. También se tomaron en consideración ideas del artista plástico brasileño Hélio Oiticica, muerto en 1980.

Pero es la imposibilidad de vivir juntos el mensaje de muchas obras, como el que estará a la entrada del pabellón de la Bienal. En "Seguridad", la sudafricana Jane Alexander presenta un montón de cuchillos y otras armas cortantes, aprehendidas de los negros cuando su país vivía bajo el régimen segregacionista blanco del "apartheid", y protegidas por soldados negros.

De la lista de 118 artistas invitados, buena parte viven en Ámsterdam, Berlín, Londres, París o Nueva York, pero nacieron en países lejanos. En algunos casos son exiliados, como la cubana Ana Mendieta, de 58 años y neoyorquina de residencia, cuyas fotos y filmes reflejan el sentimiento del exilio, usando mucho el cuerpo femenino.

Otro cubano, Diango Hernández, de 36 años y residente en Alemania, trae a São Paulo sus dibujos sobre Laika, la perra que fue puesta en órbita de la Tierra por los soviéticos hace más de 40 años. Es mencionado por comentaristas del diario Folha de São Paulo como uno de los 10 artistas que pueden destacarse en esta Bienal.

Otros son el argentino Tomás Saraceno, con sus ampollas inmensas, el japonés Shimabuku, con vídeos sobre cultura popular brasileña, la fotógrafa palestina Ahlam Shibli, la boliviana Narda Alvarado, con su maqueta "Construcción para vivir sola", el mexicano Héctor Zamora y el peruano Armando Andrade Tudela, ambos con instalaciones.

De China procede una monumental instalación, el Proyecto Larga Marcha, con 75 esculturas de papel, cuatro vídeos documentales y otros materiales que sintetizan observaciones de 60 investigadores y cuya elaboración contó con la participación de 180.000 personas.

Los brasileños son mayoría, 22 artistas, con obras en las que se destacan temas políticos y denuncias de los males sociales del país, como la violencia y las rebeliones en las cárceles.

Además, 10 de los artistas extranjeros presentan obras hechas durante su "residencia" de algunos meses en Brasil. Es así que tratan de asuntos relacionados con la cultura brasileña o la realidad de las capitales provinciales en las que estuvieron, la amazónica Rio Branco, Recife, en el pobre Nordeste, y São Paulo.

Entre las muestras paralelas a la Bienal, se destacan dos del Museo de Arte Moderno de São Paulo: una selección de 700 obras de su acervo, que conforman un resumen histórico del arte de este país a partir de 1960, y una reproducción de la I Exposición Nacional de Arte Concreto, que tuvo lugar en 1956, con obras de artistas y poetas concretistas de aquella época.

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