La economía jugó un importante papel en las elecciones del 1 de octubre en Brasil, tanto a favor como en contra del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Pero como tema de campaña estuvo ausente y debería ganar fuerza en los debates para la segunda vuelta que se celebrará el 29 de este mes.
La política cambiaria, con la excesiva sobrevaluación del real frente al dólar, impidió el triunfo de Lula en la primera vuelta del 1 de este mes, concluyeron varios analistas, basados en los resultados desfavorables del presidente en estados brasileños donde la exportación agrícola e industrial tiene fuerte peso económico.
Al mandatario le faltaron 1,4 por ciento de los votos para obtener la mayoría absoluta necesaria para su reelección.
El opositor Geraldo Alckmin acumuló triunfos sorpresivos en los estados del sur y del centro-oeste, a los que corresponden tres cuartos de la producción de granos y que enfrentan una grave crisis desde el año pasado, atribuida principalmente al tipo de cambio que redujo los ingresos por exportaciones y a las sequías.
Pero el real sobrevaluado también le brindó a Lula millones de votos, especialmente de los pobres, al contribuir decisivamente a reducir la inflación, abaratando los precios de alimentos y otros productos de gran consumo popular, matizó João Sampaio Filho, presidente de la Sociedad Rural Brasileña, que congrega a empresarios del agronegocio.
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Lula perdió muchos sufragios en las áreas del agronegocio por un conjunto de errores, "aunque la política cambiaria fue la más dañina", sostuvo a IPS. El gobierno "confundió inversiones con costos", restando recursos a la defensa sanitaria para prevenir los focos de fiebre aftosa que afectaron las exportaciones de carne, ejemplificó.
Además, fomentó la "falsa dicotomía entre agricultura familiar y empresarial", y fue "connivente con invasiones de propiedades" que practica el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, mantuvo altas las tasas de interés y los tributos, no invirtió en infraestructura necesaria y fracasó en las negociaciones comerciales internacionales que podrían ampliar las exportaciones brasileñas, diagnosticó.
Sampaio tiene "esperanzas" de que gane Alckmin, candidato del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), quien, en su opinión, conoce mejor que Lula los problemas de la agropecuaria y, como ex gobernador estadual del meridional estado de Sao Paulo, tuvo una buena gestión en reducir impuestos y promover la producción.
Los productores agrícolas, antes desalentados porque las encuestas indicaban un triunfo de Lula en la primera vuelta, "ahora se animaron a trabajar por la candidatura opositora", aseguró.
Alckmin trató también de explotar, aunque tímidamente, el bajo crecimiento del producto interno bruto durante el gobierno de Lula, iniciado en enero de 2003, con un promedio de 2,6 por ciento al año en un ambiente mundial favorable y mientras China e India crecen más de ocho por ciento.
Economistas allegados a los socialdemócratas han advertido sobre el peligro de "mexicanizar" la economía brasileña, es decir condenarla a un bajo crecimiento pese a haber logrado, como México, reducir mucho la inflación, la deuda externa y el "riesgo país" (índice que mide la probabilidad de que el país honre sus obligaciones), con un gran aumento de las exportaciones.
Destrabar la economía brasileña requiere un fuerte ajuste fiscal y reformas a los sistemas previsional y tributario, según Ilan Goldfajn, ex director del Banco Central, quien aplicó el neologismo al campo económico.
Pero la campaña electoral, hasta ahora dominada por escándalos y "ofensas personales", difícilmente debatirá cuestiones de fondo como el programa económico del futuro gobierno, dijo a IPS el economista Fernando Cardim, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
La coalición opositora insistirá probablemente en el discurso de la "ética contra la corrupción" que logró llevar a la segunda vuelta a Alckmin, antes un desconocido fuera de Sao Paulo, aprovechando al máximo los delitos de los que se acusa a miembros del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) allegados a Lula, previó.
Lula había recuperado su popularidad después del escándalo del año pasado que involucró a ministros y dirigentes del PT en sobornos de diputados del oficialismo, pero dos semanas antes de las elecciones estalló otro caso policial que le dio nueva e inesperada vida a la candidatura de Alckmin.
Miembros del comité de campaña del PT fueron detenidos el 15 de septiembre por la policía con 1,7 millones de reales (783.000 dólares) destinados a comprar un dossier a empresarios corruptos confesos. El presunto objetivo era vincular a Alckmin y al ahora gobernador electo de Sao Paulo, José Serra, con un caso de corrupción, pero los documentos supuestamente comprometedores no aparecieron.
El PT expulsó el viernes a cuatro de sus miembros involucrados en el nuevo escándalo, mientras su presidente, Ricardo Berzoini, dejó temporalmente la función, en un intento de frenar la erosión electoral de Lula. Pero falta identificar el origen del dinero, cuya divulgación puede golpear nuevamente al presidente, según esperan los opositores.
Las encuestas de intención de voto divulgadas el viernes por la noche tranquilizaron un poco al oficialismo. Lula mantiene su delantera, con 54 por ciento de las preferencias, contra 46 por ciento de Alckmin. En la votación del domingo pasado, los resultados fueron 48,61 y 41,64 por ciento de los votos válidos, respectivamente, con el resto de sufragios distribuido entre otros seis candidatos.
En el clima creado, a nadie le interesa discutir economía, grandes temas políticos o reformas, incluso porque el tiempo es escaso, pues serán sólo tres semanas de campaña, afirmó Cardim. Además, cualquiera sea el que gane, los indicios permiten vislumbrar políticas económicas similares y conservadoras, acotó.
Se podría marcar una diferencia en la posiblemente mayor "agresividad" de los asesores económicos de Alckmin en el combate al déficit de las cuentas públicas, intentando repetir lo hecho en el gobierno de Sao Paulo en los últimos 12 años, reconoció Cardim.
En su opinión, las cuestiones económicas no fueron el principal factor que llevó a Lula a perder en pocos días el amplio favoritismo que, según las encuestas, le aseguraba el triunfo en primera vuelta.
El escándalo provocado por sus propios partidarios deterioró la campaña electoral, "haciendo predominar lo que hay de peor en la sociedad", como los prejuicios de las capas medias contra los pobres y contra la "ignorancia" del presidente Lula, un ex obrero industrial de escasa escolaridad, que se expresan en chistes y caricaturas difundidas por Internet, concluyó.