El éxito del microcrédito como antídoto contra la pobreza despierta algunas preguntas incómodas en China, cuyo gobierno se resiste a abrirle espacios a la sociedad civil para el abordaje de los problemas sociales más acuciantes.
Los logros del Banco Grameen —cuyo concepto de microcrédito fue exportado de Bangladesh a más de 100 naciones— fueron elogiados en todo el mundo por su innovación y su contribución con el alivio de la pobreza global.
El banco y su fundador, el economista Muhammad Yunus, recibirán este año el Premio Nobel de la Paz dados sus esfuerzos "por crear un desarrollo económico y social desde abajo".
"La mayor diferencia entre la versión china del Banco Grameen y el modelo de Bangladesh es el grado de participación del gobierno", dijo Yunus a la prensa en Beijing, una semana después del anuncio de su premio.
"En China, el modelo está dominado por el gobierno, mientras que en Bangladesh está totalmente en manos de organizaciones no gubernamentales", explicó.
Unas 300 instituciones brindan servicios microfinancieros en China, pero la mayoría tienen escaso alcance, con capacidad para ofrecer créditos a pocos campesinos.
Las mayores son operadas por organizaciones a las que el gobierno respalda, como la Federación de Mujeres de China y la Fundación China para el Alivio de la Pobreza.
Pero a las organizaciones que ofrecen microcréditos no se les permite tomar depósitos, lo cual, según Yunus, equivale a "cortarles una pierna antes de que empiecen a correr".
"Se diseñan instituciones enfermas siempre en busca de dinero para prestarles a los pobres", dijo el economista bengalí, en la Conferencia Internacional Grameen sobre Microcrédito, realizada durante tres días en China y que finalizó el lunes.
Que los habitantes de las zonas rurales de China puedan salir por sí solos de la pobreza mediante el microcrédito, sin depender de las dádivas del Estado, debería constituir un gran alivio para el gobierno.
Después de todo, pese a su sorprendente y rápido crecimiento económico, China tiene una de las mayores poblaciones de pobres rurales del mundo.
Al menos 200 millones de chinos viven bajo la línea de pobreza definida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con un ingreso menor a un dólar diario. Más de 40 por ciento de los 1.300 millones de habitantes del país sobreviven con menos de dos dólares por día.
Al permitirle a la sociedad civil crear oportunidades económicas para los más pobres, las microfinanzas presentan un desafío para el gobierno chino, que alientan grandes programas verticales de alivio de la pobreza, implementados y controlados por el Estado.
Algunos expertos chinos, incluso, aseguran que el microcrédito tiene escaso alcance cuando se trata de ayudar a los pobres. Las ideas de Yunus solamente pueden ayudar a quienes viven por encima de la línea de pobreza pero luchan por ganarse la vida, aseguran.
"Quienes viven en la pobreza absoluta necesitan cobertura de programas de seguridad social", dijo Li Xiaoyun, director del Departamento de Humanidad y Desarrollo de la Universidad Agrícola de China, en un seminario sobre alivio de la pobreza realizado en Beijing la semana pasada.
"Estos hogares habitualmente están integrados por familias con miembros ancianos, enfermos o discapacitados", explicó.
Las estimaciones oficiales chinas sobre la línea de pobreza son marcadamente inferiores al estándar internacional. Remiten a un nivel de ingresos de menos de 86 dólares anuales, lo que permite vivir de modo muy estrecho y sin suficiente dinero para comprar alimentos y vestimenta básicos.
Según estas estadísticas oficiales, más de 2,3 millones de personas vivían el año pasado debajo de la línea de pobreza oficial de China. Otros cuatro millones vivían apenas por encima de esa línea, pero luchan por satisfacer sus necesidades.
Con el paso de los años, el gobierno central de China favoreció los macroprogramas de alivio de la pobreza, desembolsando subsidios en efectivo para la economía rural e invirtiendo en infraestructura.
Esos esfuerzos, sin embargo, fracasaron en abordar uno de los principales conceptos del modelo Grameen: que los pobres deberían ser vistos no como objeto de lástima sino como potenciales pagadores responsables que pueden ser potenciados para tomar sus propias decisiones.
El Banco Grameen en Bangladesh funciona prestando pequeñas sumas a individuos pobres sin garantías, y con una morosidad muy inferior a la de los bancos comerciales. Más de 97 por ciento de los préstamos son devueltos.
Desde sus comienzos, el banco ha prestado 5.720 millones de dólares a personas que utilizaron el dinero para iniciar microempresas. Hasta mayo de este año, el banco tenía más de seis millones de clientes, la mayoría de ellos mujeres.
Poco convencional como lo fue en la burocracia vertical de China, el microcrédito comenzó a arraigarse en el país en los años 90 y se expandió a numerosos condados empobrecidos en las centrales provincias de Hebei y Sichuan, la oriental Shaanxi y las meridionales Guangxi y Yunnan.
Los trabajadores del crédito establecieron sus programas sin intervención gubernamental y adoptaron un enfoque comercial radical.
China reconoció el éxito del modelo del microcrédito promocionándolo como una herramienta para el alivio de la pobreza en 1996.
Pero, al mismo tiempo, llegaron nuevas restricciones, al tiempo que la coordinación de los créditos para el alivio de la pobreza fue entregada a autoridades locales en vez de a trabajadores del crédito de diferentes organizaciones no gubernamentales.
Permitir a las instituciones de microcrédito tomar depósitos es visto por el gobierno como un desafío a los bancos estatales y, por lo tanto, se resisten a eso, dijo un trabajador chino dedicado a la asistencia que pidió no ser identificado.
"La idea de crear un 'banco para los mendigos' todavía es demasiado osada para muchos dirigentes chinos", declaró a IPS.
Pese al escepticismo que implica permitir que las organizaciones civiles jueguen un mayor rol social, lo que motiva al gobierno chino a actuar más agresivamente sobre el alivio de la pobreza es la brecha cada vez más amplia entre las áreas urbanas y las rurales.
La vasta población desfavorecida supone un contraste con el avance económico general del país, que creció, en promedio, 10 por ciento en los últimos 20 años. Lo que ahora Beijing establece como la línea de pobreza oficial abarca solamente a 20 por ciento del ingreso anual promedio de la población rural, que es de 412 dólares.
Este mes, el gobernante Partido Comunista chino adoptó un anteproyecto que aspira a crear, para 2020, una "sociedad armoniosa" en la que la riqueza sea distribuida más equitativamente y la brecha de ingresos reducida.
"¿Que podría ser más conducente a crear una 'sociedad armoniosa' que dar una chance justa a los pobres para probarse a sí mismos?", se preguntó el analista Xin Lijian en el periódico Xinjing Bao, de Beijing. ***** +KENIA: Microcréditos para atacar la violencia doméstica (https://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=36190) +ECONOMÍA: Microcrédito, herramienta e inspiración (https://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=36036) +ECONOMÍA-KENIA: Microfinanzas, macroproblemas (https://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=35790) +Banco Grameen, en inglés (http://www.grameen-info.org/) (FIN/IPS/traen-js-mj/ab/rdr/ap md pn dv if ip/06)