El principal riesgo ambiental del planeta no son los alimentos contaminados ni las enfermedades que proliferan por el cambio climático, sino los residuos de uranio de reactores y de misiles, alertó un especialista en el foro internacional que concluye este sábado cerca de Roma.
Las mayores potencias nucleares —Estados Unidos, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia— cuentan actualmente con el equivalente a 100 millones de bombas como la de Hiroshima, lo suficiente para destruir siete veces la Tierra, indicó el director del Uranium Medical Research Center (UMRC, Centro de Investigación Médica sobre el Uranio), Asaf Durakovic.
El médico habló ante el IV Foro Internacional para Periodistas sobre la Protección de la Naturaleza, organizado desde el miércoles hasta este sábado por la no gubernamental e italiana Asociación Cultural Greenaccord en Monte Porzio Catone, una localidad cercana a Roma.
Desde la Guerra del Golfo contra Iraq, en 1991, hasta ahora, se han lanzado proyectiles de uranio empobrecido con 3.061 toneladas de material radiactivo, informó.
El UMRC, una organización no gubernamental fundada en 1997, con sede en Estados Unidos y Canadá, cuestiona el uso de la expresión "uranio empobrecido", muy utilizada por los militares.
[related_articles]
El uranio natural extraído de la naturaleza es enriquecido para utilizarlo como combustible nuclear en un proceso que da origen, como subproducto, al uranio empobrecido.
Tanto éste como el natural se componen en más de 99 por ciento del isótopo U238 (uno de los elementos que tienen el mismo número de protones y distinto número de neutrones, en este caso del uranio).
El material presuntamente empobrecido sólo pierde menos de uno por ciento del uranio total en los isótopos U234 y U235.
Así, el uranio empobrecido es casi tan concentrado como el natural y puede contener trazas de plutonio (U236), afirma el UMRC.
Ex coronel del ejército de Estados Unidos, donde trabajó como médico, Durakovic percibió los riesgos de los nuevos armamentos atómicos cuando comenzó a atender a soldados estadounidenses que regresaban de Iraq contaminados con la radiación de proyectiles que fueron también utilizados en los conflictos de secesión de los Balcanes en los años 90, en la ofensiva estadounidense contra Afganistán, desde 2001, y en la segunda guerra contra Iraq, iniciada en marzo de 2003.
En 2000, Durakovic llevaba 12 años como experto en medicina nuclear del Departamento de Defensa. El gobierno lo puso a investigar el llamado síndrome de la Guerra del Golfo. Pero ante sus hallazgos, se le ordenó detener la investigación so pena de perder su empleo.
Continuó investigando por su cuenta y halló que los veteranos no sólo tenían el isótopo U238 en sus organismos, sino también plutonio. Se sabe ahora que buena parte de la munición con uranio empobrecido fabricada en Estados Unidos contiene ese otro elemento radiactivo.
Los misiles con isótopos de uranio, que perforan con facilidad cualquier tanque de guerra, esparcen una nube radiactiva en la atmósfera. La contaminación se produce principalmente cuando estos residuos son inhalados por los soldados o las comunidades atacadas. A través del sistema respiratorio, el uranio llega a los huesos y acaba comprometiendo el sistema inmunológico, explicó Durakovic.
El equipo del UMRC ha analizado también la contaminación radiactiva en Afganistán. "Hallé U236 (plutonio) en todos mis pacientes. Este isótopo no existe en la naturaleza. Fue producido por el hombre en estos 15 años de guerra nuclear", dijo el médico e investigador.
En los últimos 60 años, ha habido una gran acumulación de basura radiactiva en el planeta, que pone en peligro la vida terrestre, afirmó. Hay medio millón de metros cúbicos de estos residuos de alto nivel generados por la producción de armas nucleares y más de 40.000 toneladas de combustible usado en los reactores de las centrales de generación de energía, según Durakovic.
Todas las alternativas de almacenamiento de esos desechos aplicadas hasta hoy son inseguras, añadió.
En 1957, se produjo una explosión en la planta rusa de la localidad de Kyshtym, en los Montes Urales, debido al calor generado por la gran concentración de residuos radiactivos en un solo lugar, recordó.
En su opinión, la propuesta de lanzar contenedores con esta basura al espacio es una gran tontería, por su elevado costo y por el riesgo de explosiones en el despegue de los cohetes.
Los depósitos marinos se usaron en el pasado, pero ya no son aceptados. "Todos los vertederos hoy existentes son inseguros, verdaderas bombas de tiempo", advirtió el especialista en radiaciones ionizantes.
La situación es más grave en los países en desarrollo. "Un nuevo informe de la Universidad de Ibadan subrayó la total ineficacia de un depósito de residuo radiactivo en Nigeria", informó.
Además, las pruebas armamentísticas nucleares realizadas tanto en mar como en tierra han dejado también grandes cantidades de residuos y daños ambientales, subrayó.
"Estamos ante un gran problema, que no percibimos porque es invisible. Es necesario dejar de producir armas radiactivas. Pero la fabricación no cesa por los muchos intereses económicos en juego. El retiro y la acumulación de residuos nucleares mueven miles y miles de millones de dólares", aseveró Durakovic.
En su opinión, la energía atómica no podrá ser vista nunca como alternativa a los combustibles que causan el recalentamiento global del clima. "Puede causar un efecto contrario, el invierno nuclear, por el enorme riesgo de contaminación", concluyó.