ALIMENTACIÓN: El hambre llega por injusticia y exclusiones

Millones de personas mueren de hambre cada año en el mundo, pero no es por falta de comestibles sino por padecer injusticia social y exclusión política y económica, alertaron organizaciones no gubernamentales este lunes en el lanzamiento de la campaña «Derecho a la Alimentación. Urgente».

La campaña ubicó su señal de partida en el marco de la celebración del Día Mundial de la Alimentación, establecido en 1979 por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en homenaje a la creación de esa agencia el 16 de octubre de 1945.

Este lunes es, además, el primero de la "Semana de Lucha contra la Pobreza", que incluye actos en toda España.

La FAO lanzó para este año el lema "Invertir en la agricultura para lograr la seguridad alimentaria", pero las organizaciones no gubernamentales disienten, pues entienden que el problema no reside en un déficit de producción de alimentos, sino en la injusticia que se registra en el acceso y el uso de los mismos.

Theo Oberhuber, coordinadora general de la no gubernamental Ecologistas en Acción (EEA), señaló a IPS que la cantidad de alimentos que se produce en el mundo posibilita que nadie pase hambre.

Pero, añadió, hay dos cuestiones que lo impiden. La primera es que gran parte de los alimentos, tanto agrícolas como procedentes de mares y ríos, se dedican a alimentar ganado "cuya carne y subproductos se consumen mayoritariamente en los países del Norte".

La segunda, prosiguió, es la injusticia social que lleva a que en muchos países la mayoría de la población carezca de medios para comprar alimentos, "aunque sean los de menor calidad".

Olivier Longué, director general del capítulo español del grupo Acción contra el Hambre, puso ejemplos a IPS sobre esa alimentación de menor calidad. La mayoría de los habitantes de Malawi y de Guatemala se alimentan básicamente con maíz, en Filipinas, además del maíz incluyen papas y plátanos, precisó.

Por eso, adicionó, las mujeres de Malawi tienen una esperanza de vida de sólo 41 años, "casi la mitad que en Noruega, donde esa esperanza es de 77 años y es un país en el que la alimentación es más equilibrada, abundante y saludable".

Acción contra el Hambre publicó un documento en el que informa que cada cuatro segundos muere en el mundo una persona por una enfermedad relacionada con el hambre, que casi 1.000 millones de personas pasan hambre y que de ese total siete de cada 10 son mujeres y niños.

El documento puntualiza, además, que cada año mueren seis millones de niños de hambre, que este flagelo es el responsable de la mitad de las muertes de menores de cinco años y que muchos que se salvan padecen discapacidades por el resto de su vida.

Las organizaciones no gubernamentales Ingeniería Sin Fronteras, Prosalus, la católica Cáritas y Veterinarios Sin Fronteras, promotoras de la campaña "Derecho a la Alimentación. Urgente", presentaron este lunes un disco de vídeo digital en el que afirman que no se puede lograr la seguridad alimentaria sin apoyar el desarrollo agrícola.

Eso sería así, añaden, porque estimaciones de la FAO indican que más de 70 por ciento de las personas que padecen hambre viven en zonas rurales, donde la agricultura les debería proporcionar su sustento, y tres cuartas partes de las personas subnutridas viven y trabajan en el medio rural, recibiendo pagos bajísimos.

La campaña pretende impulsar que los gobiernos garanticen el reconocimiento de la alimentación como un derecho humano fundamental y que se revisen las políticas y acuerdos internacionales al respecto, además de impulsar el desarrollo agrícola en un marco de sostenibilidad ambiental.

Pero la organización EEA cuestiona la programación de la FAO, que pide "Invertir en la agricultura para lograr la seguridad alimentaria", porque en los últimos años se asiste a un proceso de desarrollo y de concentración de la agroindustria.

EEA susbraya que "más de 70 por ciento del mercado mundial de pesticidas está en manos de seis consorcios gigantes agroquímicos y se prevé que dentro de unos años sólo quedarán tres".

Agrega que esas compañías acaparan gran parte de las ventas mundiales de semillas, en un lucrativo mercado cautivo, con la venta de variedades genéticamente modificadas resistentes a sus propios herbicidas.

Según este grupo ecologista, más de 80 por ciento de los cultivos transgénicos del mundo son variedades resistentes a un herbicida y el objetivo de las grandes firmas transnacionales es desarrollar una segunda generación de semillas manipuladas, de manera que el producto que vendan carecerá de la propiedad de producir semillas.

Ese tipo de productos, que ya existe, obliga a los agricultores a comprar semillas todos los años.

Por otro lado, prosigue EEA, las 10 mayores empresas del sector de la alimentación controlan una cuarta parte del negocio de la bebida y de los alimentos elaborados en el mundo, y 10 grandes cadenas de distribución manejan la cuarta parte de las ventas de alimentos.

Como ejemplo de lo que esa política produce, concluye la organización destacando que "en España, el agricultor en muchos casos sólo percibe 25 por ciento del precio de venta al público de un producto".

"Si eso ocurre en un desarrollado país europeo, no es difícil pensar lo que sucede en las naciones del Sur, donde la población rural vive en condiciones subhumanas", concluyó Oberhuber.

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