URUGUAY-EEUU: El Mercosur controla la velocidad

Las dos potencias del Mercosur dejaron de apuntar con sus armas amartilladas a Uruguay, pero miran con cautela cómo inicia este país el próximo lunes su camino por la vía lenta hacia un acuerdo comercial con Estados Unidos. Ahora resta saber los costos y beneficios de esta decisión.

La delegación estadounidense de alto nivel, encabezada por el representante adjunto de Comercio Everett Eissenstat, quien estará dos días en Montevideo, ya no será recibida con piedras en los bolsillos por organizaciones sociales y por buena parte de los partidos de izquierda que forman el gobierno de Tabaré Vázquez, incluidos algunos de sus ministros.

Tampoco el mandatario uruguayo tendrá sobre la nuca la mirada amenazante de sus pares del Mercosur (Mercado Común del Sur) Néstor Kirchner, de Argentina, y Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, aunque sus cancillerías mantienen la cautela hasta saber con certeza hacia dónde avanza este acercamiento con Washington, visto como una peligrosa cuña sobre la región.

Aunque ha permanecido en silencio al respecto, es claro que también Venezuela se sintió aliviada al saber que Uruguay desechó negociar un tratado de libre comercio (TLC) por la vía rápida (fast track) con Estados Unidos, su enemigo declarado, pero no tanto Paraguay, el restante miembro pleno del bloque, que esperaba expectante una posible brecha para avanzar por ese mismo rumbo.

Por eso, cuando Vázquez anunció el jueves que no aceptaba la negociación a "tapa cerrada", los impulsores de un casamiento comercial con Estados Unidos lo acusaron de haber cedido soberanía ante las presiones de Kirchner, Lula y Chávez, y que había quedado prisionero de postulados "perimidos" de la izquierda "radical y ortodoxa".

A los partidos opositores de centroderecha, Nacional o Blanco y Colorado, y empresarios, en especial exportadores y del sector agropecuario, que ven en los tres grandes del Mercosur una especie de "eje del mal", no les alcanzó saber que el gobierno igualmente buscará ampliar el comercio con Estados Unidos, aunque en el marco del ya vigente Tratado de Protección de Inversiones.

Vázquez explicó que se tratará de abrir un capítulo de intercambio comercial de bienes, en una propuesta definida por Washington como un Acuerdo Marco de Comercio e Inversiones (TIFA, por sus siglas en inglés), que no necesita la aprobación del Senado estadounidense.

En el término de ocho a 12 meses, Uruguay buscará negociar la ampliación de sus ventas de carne, lácteos, programas de informática, textiles y lana con quien es hoy el mayor comprador de sus productos, luego de que la crisis de comienzos de 2000 en la región desplazara a Argentina y Brasil, medidos individualmente.

A diferencia de la oposición en Uruguay, el politólogo Daniel Bouquet entiende que el camino adoptado por el gobierno es una "decisión jugada" en favor del Mercosur, "un realineamiento pleno" que, por lógica, es aplaudido por los demás países del bloque.

"En particular, el hecho de desechar la vía rápida propuesta por Estados Unidos" es un paso trascendental, porque aleja por al menos un quinquenio de gobierno cualquier trato que vulnere el arancel externo común del bloque, señaló a IPS Bouquet, coordinador de investigaciones del Instituto de Ciencias Políticas de la estatal Universidad de la República, la principal del país.

Sin embargo, el experto advierte "que no queda claro aún qué recibe Uruguay a cambio de abandonar un arma de presión de fuste", como era la amenaza hacia sus socios mayores de abrir una ventana estadounidense en el Mercosur si éstos no atendían los reclamos de las economías menores.

Uruguay y Paraguay han exigido sin éxito que Argentina y Brasil impulsen el cumplimiento de las metas comerciales, económicas y políticas internas y de los acuerdos sobre el arancel externo común, que se abran caminos concretos para eliminar las asimetrías, se coordinen las líneas macroeconómicas oficiales, se eliminen controles de precios y, precisamente, se encuentre alternativas de negociación fuera de la región.

Para Bouquet, es claro que Vázquez pierde fuerza negociadora, aunque hasta ahora sólo le haya servido para arrancarle a Brasilia y Buenos Aires gestos de "sensibilidad" hacia los reclamos, pero nada concreto.

Más que acciones específicas de los dos grandes, se veían hasta ahora señales de enojo, en particular desde Brasil, que en el pasado llegó a llamar "enano llorón" a Uruguay.

Es que la aceptación inicial del presidente Vázquez a los coqueteos de su par estadounidense George W. Bush para agregarlo a su lista de aliados comerciales había descolocado a los gobiernos afines ideológicamente del bloque, que se mantenía hasta ahora incólume ante el avance de los llamados "ALCA light".

Tras el estado de coma en que quedó en la cumbre americana de 2005 en Argentina su iniciativa del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), Washington se lanzó de lleno a conquistar tratados bilaterales como el que firmó antes con Chile. Así se sumaron República Dominicana y cinco países centroamericanos, mientras avanzan en Perú, Colombia, Ecuador y Panamá.

Más allá de necesidades y "desviaciones ideológicas", como las que se le imputa dentro de su propia coalición izquierdista Frente Amplio, Vázquez debía sortear para llegar hasta Washington la prohibición expresa del Tratado de Asunción, la carta constitutiva del Mercosur en 1991, de que uno de los países miembros negocie individualmente con estados ajenos al bloque.

La herida más expuesta sería que un acuerdo bilateral externo vulnerara el arancel externo común, el corazón del Mercosur, blanco al que apuntaron los opositores internos al TLC, así como Buenos Aires y Brasilia. Precisamente, esa potestad iba a ser aplicada sin cortapisas por los gobiernos de Kirchner y Lula. El mismo día del anuncio de Vázquez, las cancillerías de esos dos gobiernos habían decidido en Buenos Aires rechazar de plano el pedido uruguayo de que se le permitiera negociar por separado con Estados Unidos, según publicó este sábado el diario argentino Clarín.

La dura negativa era en respuesta a la carta que Vázquez entregó en mano a Lula, presidente temporal del Mercosur, en la reunión que mantuvieron el 8 de este mes en el sur de Brasil.

Quizás en conocimiento de esa postura y, con seguridad, ante las manifestaciones en contrario dentro y fuera del país, finalmente el presidente uruguayo se apartó de la línea impulsada con énfasis por su ministro de Economía, Danilo Astori, y decidió seguir un camino lateral y menos peligroso. Una actitud que no ha logrado despejar del todo las dudas en sus socios de la región.

Seguro de los logros a obtener, en cambio, se manifestó el ministro de Turismo, Héctor Lescano, quien valoró que la resolución "ayudará mucho" en la búsqueda de superar las dificultades por las que atraviesa el Mercosur —las peores en su historia, según expertos— y poder finalmente profundizar el acuerdo regional.

"Uruguay siempre defendió la estrategia de regionalismo abierto con un Mercosur fortalecido", recordó a IPS Lescano, uno de los seis ministros que manejan el asunto en estrecha sintonía con Vázquez.

"Pero, para entender cabalmente la importancia del camino del medio que se eligió", entre negociar un tratado de libre comercio clásico y rígido o rechazar cualquier tipo de acuerdo comercial, "hay que verlo en una perspectiva de largo proceso de acercamiento entre ambos países", apuntó. No es una decisión meramente coyuntural, añadió el ministro.

Lescano fue enfático al afirmar que, si finalmente Uruguay logró traer a Washington a la negociación con el carácter que exigió Montevideo y no por la vía rápida fue gracias al Departamento de Estado (cancillería) estadounidense, que logró vencer la inflexibilidad de los funcionarios ligados al poder económico, quienes sólo aceptaban a todo o nada el clásico TLC.

Primó el lado político de las relaciones entre ambos países para poder comenzar este lunes las tratativas entre la comitiva de alto nivel de Washington, que será recibida por el gabinete ministerial en pleno, lo cual "marca la importancia que le asigna la presidencia de Vázquez al asunto", concluyó.

Más optimista aun, el diputado Roberto Conde, presidente de la Comisión Parlamentaria Conjunta del Mercosur, aseguró que las dos grandes economías del bloque han mostrado sensibilidad hacia Paraguay y Uruguay para atender las asimetrías y "pegar un salto cualitativo este mismo año en los aspectos de unión aduanera, mercado común e institucionalidad".

Al respecto, recordó que el Congreso legislativo de Argentina completó esta semana la cadena de ratificaciones parlamentarias del Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur, que permitirá atender a las economías más débiles con aportes comunes que llegan en su primera etapa a los 100 millones de dólares.

También antes de fin de año estará ratificada –sólo falta Uruguay— la creación del Parlamento del Mercosur, un ámbito que permitirá avanzar en la solución de las diferencias, apuntó.

Discrepó, en tanto, con Bouquet en cuanto a que Uruguay perdió un arma negociadora en el Mercosur con la decisión de soslayar un TLC con Estados Unidos. Nunca existió la intención de amenazar con acordar con Washington para empujar un mejor funcionamiento del Mercosur en beneficio de las economías menores.

Por presión o convicción, Vázquez por ahora aquietó las aguas propias y vecinas. Pero este partido acaba de comenzar. (FIN/IPS/dm/mj/la na ip if ar br ve sl/06)

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