El golpe de Estado en Tailandia pone en cuestión el papel de Japón en Asia sudoriental, donde la potencia regional intenta resaltar su influencia mediante la promoción al desarrollo.
"No hay duda de que el golpe fue un duro golpe para Japón, que consolidó buenas relaciones bilaterales y está decepcionado" por la situación", señaló Yoshifumi Tamada, analista del Centro de Investigaciones Asia-África de la Universidad de Kyoto.
El golpe de la semana pasada, el primero desde 1991 y el número 18 en los últimos 74 años, ocurrió en momentos en que Tailandia salía de la depresión económica originada por la crisis financiera regional de fines de la década del 90, explicó Tamada.
"Sí, la corrupción era un problema en el gobierno de Thaksin Shinawatra. ¿Pero era necesario un golpe militar para afrontarla?", se preguntó.
Los medios de comunicación insinúan que la actividad sigue su rumbo habitual en Tailandia. Sin embargo, las imágenes de tanques en espacios públicos de Bangkok desacreditan esa percepción, según el experto.
El golpe le plantea a Japón un dilema diplomático, en momentos en que la restauración y protección de la democracia tailandesa preocupan a la comunidad internacional.
El gobierno japonés reaccionó con condenas al golpe similares a las emitidas por Occidente. Pero la protesta no fue muy enérgica en comparación con el enojo expresado, por ejemplo, por Australia y la Unión Europea, que exigieron una inmediata restauración de la democracia.
"Japón, en tanto que donante clave y principal inversor de Tailandia, debió encabezar las protestas contra el golpe", señaló el profesor Akihisa Matsuno, experto en política de la región de la Universidad de Lenguas Extranjeras de Osaka.
"Ahora Tokio debe asegurarse de que los militares organicen rápidamente las elecciones y protejan la Constitución, considerada la más democrática" de la historia tailandesa, agregó.
El golpe en Tailandia coincidió con la elección de Shinzo Abe como primer ministro de Japón y líder del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD).
Al anunciar esta semana la conformación de su gabinete, Abe formuló una política diplomática resumida en la consigna "Alianza Japón-Estados Unidos para Asia y el mundo".
El nuevo primer ministro mantuvo al canciller nacionalista Taro Aso, a cargo de enmendar los roces con China y Corea del Sur, a tal punto que Matsuno considera que ignora la urgencia de promover la democracia en Tailandia y toda la región.
Poco después del golpe, Aso dijo que Japón tenía esperanzas de que "la situación volviera pronto a la normalidad", y aconsejó a los turistas japoneses no ir a Tailandia.
El experto atribuyó la débil reacción de Tokio a la importancia que este país le asigna a los vínculos económicos. "Las relaciones de Japón con Tailandia y el resto de Asia se basan, principalmente, en la economía y no en de la promoción de la democracia", explicó.
Japón lleva adelante la misma política con Birmania, país del sudeste asiático regido por una dictadura militar desde 1962. Tokio optó por no presionar a Rangún con la misma firmeza de Occidente, con la convicción de que debe alentar la democracia gradualmente.
Más de 1.200 empresas de Japón operan en Tailandia, el mayor receptor de sus inversiones en toda la región, unos 4.700 millones de dólares en 2005. Además, más de cuatro millones de japoneses visitan por año ese país, el principal destino turístico de Asia.
El golpe de Estado en Tailandia tuvo un impacto en vínculos económicos entre ambos países a pesar de la endeble diplomacia de Tokio, sostuvo Seiya Sukegawa, experto en economía tailandesa de la Organización de Comercio Exterior de Japón.
"La principal preocupación de los empresarios japoneses es qué pasará con el acuerdo de libre comercio que Japón estaba a punto de firmar con el gobierno de Thaksin. Ahora habrá que renegociar con la junta militar. El futuro es muy incierto y eso no es bueno para los negocios", explicó.
Tailandia se volvió muy popular para las inversiones japonesas en los años 80 y la primera mitad de los 90 debido a su estabilidad política, señaló Sukegawa.
"Esa imagen quedó dañada con el golpe. No veo a las compañías instaladas escapando de Tailandia, pero los empresarios japoneses comenzaron a mirar hacia Vietnam, tendencia que se aceleró con los últimos acontecimientos", añadió.
Pero otros analistas sostienen que la corrupción en el depuesto gobierno de Thaksin también preocupaba a este país.
La prensa de este país dedicó mucha atención, por ejemplo, al hecho que Thaksin cargó más de 119 valijas en su fatídica visita a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, la semana pasada, cuando el golpe de Estado.
Desde entonces permanece refugiado en Londres.
"Todo el asunto de Tailandia planteó una vez más el hecho de que las democracias del sudeste asiático son inmaduras y transmiten la vulnerabilidad de las relaciones con los gobiernos de la región", indicó el profesor Koichi Ishiyama de la Universidad de Tooin.
***** + TAILANDIA: Golpista musulmán da esperanzas al conflictivo sur (https://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=38877) + JAPÓN: Abe mantendrá nacionalismo paradójico de Koizumi (https://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=38837) (FIN/IPS/traen-vf-mj/sk/rdr/ap ip if hd/06)