El golpe de Estado esta semana en Tailandia parece haber echado por el suelo los esfuerzos de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) para promover la democracia y el respeto de los derechos humanos en la región.
Malasia reaccionó con sorpresa ante los últimos acontecimientos en Tailandia, país al que la sociedad civil malasia tenía como ejemplo por haber logrado superar una era de sucesivos regímenes autoritarios.
En los últimos 74 años, Tailandia sufrió 17 golpes de Estado, el último de los cuales se había producido en 1992, y fue gobernada por dictadores militares durante 46 de esos años.
Sin embargo, as pesar de los temores de que los generales golpistas no cumplan con su promesa de devolver el poder en el corto plazo a civiles democráticamente electos, pocos malasios en verdad extrañan al derrocado primer ministro Thaksin Shinawatra, de quien recuerdan en particular sus políticas de mano dura contra los malayos musulmanes en el sur tailandés.
En el fondo quedó destrozada la idea de que la intervención de militares en la política se había acabado para bien en Tailandia desde el último golpe en 1992, y de que la democracia ya era lo suficientemente madura para constituirse en un ejemplo para otros países de la Asean, como Camboya, Birmania, Laos y Vietnam.
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Los otros miembros de este grupo de 10 naciones, Brunei, Filipinas, Indonesia y Singapur, también han tenido en el pasado regímenes autoritarios o respaldados por militares.
"Me siento incómodo con el golpe militar. Temo que siente un peligroso precedente en un país que debió haber visto su último golpe años atrás", sostuvo el editor del sitio web de noticias independiente Malaysiakini, Steven Gan.
"¿Entregarán los generales el poder a los civiles como están prometiendo? Este golpe significa que los militares van a intervenir una y otra vez cuando el gobierno civil no los satisfaga?", preguntó Gan en una conversación con IPS.
"Debe haber una forma más madura y democrática de resolver las diferencias, y una de esas vías es a través de elecciones", añadió.
A diferencia de los militares tailandeses, que siempre tuvieron una participación en la vida política de su país, las Fuerzas Armadas de Malasia han estado confinadas a los cuarteles y firmemente bajo control civil.
Aun en los momentos de mayor auge de la insurgencia comunista en los años 60, era la policía y no los militares quienes desempeñaron el principal papel. Por eso, es muy inquietante para la mayoría de los malasios que los militares tailandeses hayan derrocado un gobierno democráticamente elegido con tal impunidad.
Las autoridades malasias ahora intentan digerir el significado y el impacto regional del colapso de la democracia en Tailandia, y están en especial atentas a cualquier cambio de política hacia la comunidad de malayos musulmanes en el sur de ese país.
"Estoy de verdad impactado. No esperaba pudiera haber un golpe en Tailandia", dijo el miércoles a periodistas el primer ministro Abdulá Badawi.
"Esta forma de cambiar un gobierno no puede ser aceptada. Unas elecciones son una mejor propuesta", añadió, reflejando la preocupación de los líderes de la Asean por el futuro de la región.
El grupo está inmerso en una campaña para promover los derechos humanos, la democracia y la acción de la sociedad civil en Asia sudoriental, y Tailandia jugaba un importante papel en este proceso.
Impulsada en particular por Malasia y Tailandia, la Asean había adoptado una firme postura contra la junta militar que gobierna Birmania. Pero, ante el golpe de esta semana, esa campaña seguramente quedará estancada.
"Cualquiera sean los motivos de los líderes golpistas, esta toma del poder debe ser condenada, como ha sido hecho por muchos amigos comerciales y diplomáticos de Tailandia en la región", indicó el periódico malasio New Straits Times en su editorial.
"Es lamentable que los militares hayan querido restaurar este viejo y mal hábito, que ha desacreditado a la propia Tailandia", añadió.
"Todavía está por verse si los golpistas cumplirán con lo que han prometido. Pero en una región en la que muchos países han tenido regímenes autoritarios han cedido el poder al votante, a la democracia y al imperio de la ley, lo que está pasando en Tailandia es un paso hacia atrás", sostuvo el diario.
"El golpe es malo para Tailanida y para la Asean", agregó.