El presidente electo de México, Felipe Calderón, un conservador moderado de cepa católica, promete gobernar con opositores y asumir incluso algunas banderas de izquierda. Pero parte de sus aliados, poderosos empresarios y radicales de derecha, presionan en sentido contrario.
Mientras Calderón, del gobernante Partido Acción Nacional (PAN) y que sucederá en diciembre a su correligionario Vicente Fox, promueve el diálogo, se reúne con dirigentes de oposición y declara su intención de privilegiar la lucha contra la pobreza, el líder de la agrupación, Manuel Espino, insiste en denostar a la izquierda y mantiene un discurso belicoso.
Espino, que forma parte del ala más derechista del PAN, exhibe una tensa relación con Calderón, al punto de que ahora ni siquiera se saludan.
Calderón y su equipo tienen al "enemigo en casa (Espino)", por lo que no tardará mucho en estallar la crisis, dijo a IPS Ricardo Alemán, columnista político del diario local El Universal.
El PAN, fundado en 1939 por católicos, es considerado conservador por los analistas políticos aunque algunos de sus miembros se autocalifican de centro. El próximo mandatario, que es de este último grupo, no fue apoyado por Espino ni por Fox en las elecciones internas partidarias que lo designaron como candidato.
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Además, apenas superó por medio punto porcentual en las elecciones del 2 de julio a su rival de la izquierda, Andrés López Obrador, quien sostuvo que esa mínima ventaja fue producto de un fraude. Empero, el acusador y su coalición Por el Bien de Todos no lograron probar esa denuncia ante el máximo tribunal electoral.
Inmediatamente después de que el triunfo de Calderón fue ratificado por las autoridades, la semana pasada, quienes lo apoyaron abierta o veladamente comenzó a buscarlo para felicitarlo y hacerle propuestas y pedidos.
Según López Obrador, su competidor representa lo peor del conservadurismo económico y social, al igual que Fox.
Tales apreciaciones son matizadas por analistas, para quienes Calderón, un abogado de 44 años con estudios en la universidad estadounidense de Harvard y que ha sido jefe de su partido, diputado y ministro de gobierno, se ubica a la izquierda de muchos de sus correligionarios, con quienes incluso ha tenido fuertes disputas.
Acusar a Fox y Calderón de ser representantes de la ultraderecha y responsables de la presunta "crisis" que afronta México fue un error de la izquierda, pues no lo son ni hay una situación desastrosa en el país, según el antropólogo y sociólogo Roger Bartra, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La estrategia de la izquierda para desvirtuar a la "derecha moderna", que representan Calderón y en parte Fox, lo único que logró es alejar a los votantes moderados, opinó.
Fox, que culmina su gestión de seis años en diciembre, desarrolló políticas educativas y de salud que incluso merecieron críticas de sectores conservadores, pues las consideraron contrarias a la vida por promover la educación sexual y permitir que las mujeres reciban gratuitamente la llamada píldora "del día después", detallan expertos.
Además, los programas de lucha contra la pobreza del mandatario saliente fueron alabados por la Organización de las Naciones Unidas y se usaron como ejemplo para otros similares que aplican gobiernos de izquierda o centroizquierda, como los de Brasil y de Chile.
Sin embargo, en la gestión de Fox no cedió la desigualdad social y los empresarios vivieron una luna de miel en sus negocios. Es que el actual presidente, un antiguo directivo de la firma transnacional estadounidense Coca-Cola, definió a su gobierno como uno de "empresarios para los empresarios".
Los 10 empresarios más importantes de México obtuvieron en 2005 utilidades conjuntas por unos 21.000 millones de dólares, una cifra 70 por ciento superior al presupuesto de la secretaría (ministerio) de Educación para ese año. Mientras, la pobreza sigue afectando en diversos grados a más de la mitad de los 103 millones de mexicanos.
En campaña, Calderón propuso mantener al país por la senda del libre comercio y la profundización de la inversión y el empleo. Ahora, ya como presidente electo, reitera esas ofertas, pero añade que pondrá énfasis en la lucha contra la pobreza y asegura que para ello considerará las propuestas de la izquierda.
Además, mantiene diálogos con opositores políticos y sus asesores intentan concertar una reunión con López Obrador, el líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD), la fuerza mayor de Por el Bien de Todos.
En ese marco, Calderón demandó al Instituto Federal Electoral no quemar las papeletas de votación de julio, a diferencia de lo que estipula la ley al terminar un proceso comicial. El mismo pedido ha hecho el PRD, que aspira a que en un futuro se pueda hacer un nuevo conteo de los votos, aunque ya sin valor legal.
El ex candidato del PRD, quien luego de que el tribunal confirmara el resultado electoral en su contra se propuso formar un gobierno alternativo o de resistencia, vaticina que Calderón pagará con secretarías de Estado (ministerios) y políticas públicas los compromisos "oscuros" que habría asumido con el mundo empresarial y en la derecha.
IPS conoció por una fuente del Consejo Coordinador Empresarial, que ese grupo presentó ya al mandatario electo una lista de personas que desearían ver al frente de distintas carteras ministeriales.
El Consejo, que reúne a los empresarios de mayor poder y donde según el semanario de izquierda Proceso actúa la organización de ultraderecha "el Yunque", respaldó a Calderón en la campaña para las elecciones presidenciales.
El gremio patronal pagó en junio publicidad en la que cuestionó las propuestas de López Obrador y pidió a los votantes optar por el continuismo económico. Las autoridades electorales calificaron de ilegal tal propaganda.
Varios de los empresarios del Consejo habían respaldado, individualmente, en el pasado al candidato izquierdista a la presidencia, especialmente cuando fue alcalde de la capital mexicana entre 2001 y 2005. No obstante, terminaron alejándose de él durante la campaña.
Los empresarios demandan ahora que Fox y luego el gobierno de Calderón actúen con mano dura para evitar que las acciones de protesta de la izquierda, como el bloqueo de una avenida y plaza céntricas de la capital desde fines de julio, perjudiquen las inversiones y alteren la paz social.
Las distancias del empresariado con López Obrador se ahondaron en la medida que acusaba a ese sector de estar integrado por personas corruptas y privilegiadas, dichos sobre los que sin embargo no presentó pruebas.
Carlos Slim, quien entre 2001 y 2005 trepó del lugar 25 al tercero en la lista de los hombres más ricos del mundo que publica anualmente la revista estadounidense Forbes, fue uno de los empresarios que estuvo más cerca de López Obrador cuando fue alcalde capitalino.
Así, asumió gran parte de un programa de rescate de la zona céntrica de la ciudad de México planeado por el ayuntamiento, haciendo grandes inversiones inmobiliarias.
Pero pronto se desmarcó del izquierdista y se apresuró a contactar a Calderón, con quien en las dos últimas semanas se reunió ya en un par de ocasiones.
Slim, dueño de un emporio que incluye telecomunicaciones, bancos, tiendas, restaurantes, tabacaleras e inversiones millonarias en medios de comunicación de México y de otros países, pugna estos días porque el gobierno le autorice a la brevedad que su firma Teléfonos de México pueda ofrecer servicios de televisión restringida para abonados.