El mexicano Joaquín Aguilar busca justicia desde 1994, cuando fue abusado sexualmente por un sacerdote católico sobre el que pesan más de 50 acusaciones similares. Ahora, esta víctima es atacada por la jerarquía eclesiástica y sus abogados reciben amenazas de demandas por difamación y calumnias.
"Lo único que persigo es justicia y no descansaré hasta lograrlo, ya no temo a la respuesta de la Iglesia", dijo Aguilar a IPS.
Aguilar presentó a comienzos de semana en una corte de la sudoccidental ciudad estadounidense de Los Ángeles una acusación civil por "conspiración a la pederastia" contra el cardenal de ese distrito, Roger Mahony, y contra el máximo prelado católico de México, Norberto Rivera.
La Iglesia Católica mexicana se declaró indignada por tal acusación, cuyos argumentos negó de plano, y contraatacó al acusador y a sus abogados pertenecientes a la Red de Sobrevivientes de Abusos de Sacerdotes, organización no gubernamental con sede en Estados Unidos.
"El móvil de todo este escándalo es el afán de un grupo radical por comercializar la justicia y sacar dinero a la Iglesia. El señor Aguilar está siendo utilizado para ello", dijo a IPS el sacerdote Hugo Valdemar, portavoz de la Arquidiócesis de México.
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Aguilar, de 25 años, presentó la demanda contra los cardenales por cargos de negligencia, retención de pruebas, conspiración y trato con un delincuente. El argumento central de su acusación es que esos religiosos protegieron al sacerdote mexicano Nicolás Aguilar, quien abusó de él y otros menores y cuyo paradero se desconoce.
En los años 80, Nicolás Aguilar trabajó en la ciudad mexicana de Puebla, en el centro del país, bajo la autoridad del entonces obispo Rivera, y luego fue trasladado por éste a Los Ángeles, donde estuvo bajo las órdenes de Mahony. Posteriormente regresó a México y siguió oficiando como sacerdote.
En Estados Unidos y en México fue acusado de abusar sexualmente de niños que se acercaban a la iglesia, entre ellos Joaquín Aguilar. En algunos casos logró librarse de los cargos con el pago de fianzas y en otros huyó de la justicia hasta ser considerado prófugo.
Nadie sabe con certeza donde se encuentra ahora, pero testimonios recogidos en Puebla indican que estaría en ese estado y que se dedica a vender música religiosa.
"Tenemos suficiente pruebas, entre ellas cartas y grabaciones, para demostrar que los dos cardenales encubrieron y protegieron a Nicolás Aguilar, el abusador de nuestro cliente y de otros muchos", señaló a IPS el abogado estadounidense Jeffrey Anderson, quien trabaja para la Red de Sobrevivientes de Abusos de Sacerdotes.
Por testimonios, evidencias e incluso confesiones de obispos, se sabe que algunos sacerdotes católicos pederastas son cambiados de parroquia cuando se descubren sus delitos, enviados a centros de rehabilitación o simplemente sacados de escena por sus superiores para evitar el escándalo y la acción de la justicia. No obstante, al poco tiempo muchos vuelven a delinquir.
Así pasó con Nicolás Aguilar, "quien abusó de mi dejándome un daño interno tremendo", igual que de otros menores, señaló Joaquín Aguilar. Esta víctima demandó penalmente en México a su agresor sin conseguir que se lo castigue.
Al sacerdote Aguilar lo protegieron sus superiores y "tenemos mucha evidencia de eso, por eso demando a los cardenales", enfatizó.
"No encontré justicia en México, así que ahora recurro a la de Estados Unidos y advierto que iré hasta las últimas consecuencias", añadió.
El portavoz de la Arquidiócesis de México afirmó que jamás Rivera o Mahony protegieron a ningún pederasta y aseguró que la Iglesia Católica mantiene la tesis de que ese delito debe ser castigado por la justicia aunque involucre a un sacerdote.
"Lo que no se vale es que grupos radicales (en alusión a la Red de Sobrevivientes de Abusos de Sacerdotes) presenten una demanda infundada que sólo pretende sacar dinero y en una corte extranjera, que al menos en el caso del cardenal Rivera, no tiene porque ser atendida", apuntó el sacerdote Valdemar.
"La iglesia mexicana no seguirá el juego absurdo de esta demanda, pero no se quedará con las manos cruzadas y pronto podríamos presentar una demanda por difamación y calumnia contra los abogados extranjeros", indicó.
En lo que consideraron pudo ser un acto de amedrentamiento ordenado por la Iglesia, el miércoles agentes de migración intentaron detener en México a los abogados estadounidenses de Joaquín Aguilar, quien llegaron a presentar el caso ante los medios de comunicación.
La Iglesia no tuvo nada que ver con tal hecho, afirmó el sacerdote Valdemar.
"Pero lo cierto es que esos señores llegaron a México como turistas y se pusieron aquí a hablar de una denuncia y contra la Iglesia, cuando no tenían ninguna autorización para ello", expresó.
Para el ex sacerdote católico Alberto Athié, la demanda de Aguilar hace bien a la Iglesia, pues a su entender ventila un asunto de corrupción que cruza por dentro a esa institución.
La Iglesia Católica sufrió un sacudón en 2002, cuando en Estados Unidos se desató un escándalo con múltiples denuncias de violaciones y otros abusos contra menores cometidos por años presuntamente por sacerdotes y tolerados por algunos superiores.
El Vaticano organizó entonces algunos encuentros y exhortó a sus obispos en todo el mundo a tomar medidas enérgicas contra quienes se vieran involucrados en actos de paidofilia e informar de esas acciones directamente al Papa.
Además, la jerarquía del Vaticano dispuso que todo caso sospechoso fuera rápidamente investigado y juzgado por un tribunal eclesiástico secreto, sin poner ningún obstáculo a la justicia penal de cada país.
El cardenal Rivera señala que esa disposición es enteramente compartida por la Iglesia en México e invitó a los fieles a denunciar a los sacerdote pederastas, que, según dijo, no gozan de ninguna inmunidad.
Pero la disposición no fue asumida por todos los obispos.
"No corresponde entregar a nuestros hijos (implicados en abusos sexuales), hijos de la Iglesia, a la autoridad civil", declaró en 2002 el obispo Renato León, de Ciudad Juárez, localidad fronteriza con Estados Unidos.
"La ropa sucia se lava en casa", apuntó a su vez Sergio Obeso, obispo de Jalapa, ciudad ubicada en el golfo de México.
La Red de Sobrevivientes de Abusos de Sacerdotes maneja una lista de unos 40 sacerdotes acusados de pederastas que escaparon de Estados Unidos y estarían viviendo en México. La mayoría son de nacionalidad mexicana.