El presidente de México, Vicente Fox, dio marcha atrás en su intención de conmemorar este viernes la independencia en la plaza céntrica de la capital ocupada por la izquierda, con lo que desactivó un encuentro con potencial para terminar en la violencia.
Fox dejará el Zócalo libre a los opositores, pues el gobierno cree "en la unidad superior de todos los mexicanos" y que no hay democracia verdadera "sin el respeto, el diálogo y el acuerdo ante las diferencias", señaló el secretario (ministro) de Gobernación (interior), Carlos Abascal.
La decisión del gobierno atendió un pedido urgente que le hizo el Senado para evitar enfrentamientos, pues la tensión política en México amenazaba con desbordarse. Por primera vez en la historia un presidente y un líder de izquierda iban a encabezar en la plaza capitalina la conmemoración de la independencia, pero desde diferentes tribunas y con públicos opuestos.
El ex candidato presidencial de la izquierda, Andrés López Obrador —cuyos seguidores ocupan desde fines de julio la plaza del Zócalo en protesta por lo que denuncian como fraude en las elecciones del 2 de ese mes—, se negó a abandonar el lugar, en el que cada noche del 15 de septiembre el presidente de turno encabeza el llamado grito de la independencia.
"Nosotros daremos el grito", advirtió López Obrador, mientras el presidente Vicente Fox declaraba que seguiría la tradición en el Zócalo. Hasta el medio día de este jueves, ninguno de los llamados a la distensión o a la renuncia de posiciones, presentados por diversos sectores, tuvo éxito.
El presidente Vicente Fox sí dará el grito de independencia, pero en el estado central de Guanajuato, informó el secretario de Gobernación. La decisión se tomó "después de ponderar lo mejor para la nación", dijo.
Si el gobierno no renunciaba a ir al Zócalo, cerca de la medianoche de este viernes, Fox y López Obrador hubieran estado en el mismo lugar, uno en los balcones del Palacio de Gobierno, y el otro en una tribuna, para presidir la más popular y antigua ceremonia cívica mexicana con la que se recuerda el inicio, en 1810, de la guerra por la independencia del entonces imperio colonial español.
Era alta la posibilidad de que chocaran audiencias polarizadas por los resultados de las elecciones presidenciales, ganadas por Felipe Calderón, del gobernante y conservador Partido Acción Nacional (PAN), a López Obrador, del opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD), por apenas medio punto porcentual, según el máximo tribunal electoral.
"El gobierno ha dado muestra de sensatez. Creo que es una actitud bienvenida", dijo a IPS Ricardo Pascoe, ex dirigente del PRD y ex embajador de México en Cuba. En su opinión, el cambio de planes de Fox, no debería tomarse como una claudicación ante el poder de la izquierda.
El radicalismo está perjudicando al movimiento de López Obrador, "que está ahora enfrascado en un tenso proceso de definición interno entre reformistas y revolucionarios", estimó.
La primera señal de distensión del lado del gobierno surgió en la mañana del jueves cuando Fox declaró que su gobierno "jamás será motivo de discordia, jamás será promotor de la división" y prometió que estaría "a la altura de los tiempos (pues) estamos comprometidos con la unidad, estamos permanentemente buscando el diálogo".
Los seguidores del líder de la izquierda reforzaron este jueves sus posiciones en el Zócalo e instalaron grandes bocinas en los alrededores de la plaza que tiene una capacidad de más de 150.000 personas.
El llamado Estado Mayor Presidencial, un cuerpo militarizado que protege al mandatario, colocó también grandes parlantes y acordonó el Palacio de Gobierno.
"Los señores Fox y López Obrador son igualmente irresponsables" por empeñarse en presidir al mismo tiempo una ceremonia patria, había opinado el columnista del diario El Universal, Ricardo Alemán. Los dos dirigentes están actuando como "fajadores de callejón", dijo.
Las fuerzas políticas (PRD y los pequeños partidos del Trabajo y Convergencia) que apoyaron la candidatura de López Obrador fundaron este jueves el Frente Amplio Progresista, que según explicaron sumará a todas las organizaciones políticas y sociales que deseen integrarse a su lucha.
La izquierda no reconoce la legalidad del presidente electo y anuncia que tratará de impedir que tome posesión del cargo el 1 de diciembre. Además, afirma que el presidente Fox es un "traidor a la democracia" por haber apoyado en campaña a Calderón.
Este grupo realizará en la tarde de este sábado, en el mismo Zócalo, una Convención Nacional Democrática en la que sus adherentes designarán a un gobierno alternativo encabezado por López Obrador y desde el cual se promoverá "de manera pacífica", según afirman, cambios institucionales para el país.
Pero los actos de la izquierda de este viernes y el sábado parecen también planificados como una clausura contundente de siete semanas de presencia continua en las calles.
De hecho, los seguidores del líder de izquierda prometieron levantar en la madrugada del sábado los campamentos que desde fines de julio mantienen en el Zócalo y la avenida Reforma, para permitir que se realice el tradicional desfile militar con motivo de la fiesta cívica.
Tras la parada militar, los seguidores de la izquierda volverán a colocarse en la plaza para celebrar su convención y en la noche se retirarán de manera definitiva, poniendo así fin a casi 50 días de ocupación de ese espacio y de la avenida Reforma.
"El PRD, que es el eje de todo este movimiento opositor, está enfrascado en una gran tensión alentada por quienes apuestan por seguir el camino de las instituciones y los que hablan de una revolución", expresó Pascoe, quien renunció a ese partido en 2003 y luego apoyó a Calderón en la campaña previa a las elecciones de julio.
Algunos legisladores y autoridades locales del PRD señalan que les interesa dialogar con el nuevo gobierno, pero otros afirman que no lo harán.
"No estamos divididos, lo que sucede es que hay diversos puntos de vista, pero todos confluyen en el apoyo a nuestro líder" López Obrador, declaró a IPS el secretario general del PRD, Guadalupe Acosta.
Pascoe opina que "entre disyuntivas y actitudes dubitativas, la izquierda institucional que necesita México está cayendo en un pozo del que seguramente le costará salir".
Según una encuesta nacional telefónica realizada por la firma privada Ulises Beltrán y Asociados entre el 3 y 9 de septiembre a 1.603 personas, apenas siete por ciento de esos entrevistados respaldaron las acciones de resistencia de López Obrador.
Si bien 24 por ciento de los consultados continúan creyendo que el izquierdista ganó los comicios, 60 por ciento sostuvieron que la decisión del tribunal electoral, de dar el triunfo a Calderón, debía considerarse definitiva e inatacable.
La encuesta, cuyos números coinciden con otras realizadas por distintas consultora de opinión pública, indica que el porcentaje de personas que tienen una opinión "buena" o "muy buena" de Calderón pasó de 52 por ciento a 66 por ciento entre junio y este mes.
Lo contrario sucedió con Andrés López Obrador. Cincuenta y nueve por ciento de entrevistados tienen ahora una "mala" opinión de él frente a 33 por ciento que pensaba de esa forma antes de las elecciones.
De acuerdo al mismo estudio, López Obrador es percibido como "desesperado" (por 76 por ciento), "intransigente" (por 74 por ciento) y "fuera de sí" (por 71 por ciento).
¿Si hoy fueran la elecciones, por quién votaría?, preguntó el diario Reforma a 1.555 ciudadanos entre el 18 y el 20 de agosto. Cuarenta y tres por ciento de los consultados contestaron por Calderón y 24 por ciento por López Obrador. El sondeo tiene una margen de error de 2,5 por ciento, dijeron sus autores.
En los comicios, las preferencias de los votantes se dividieron en casi 35 por ciento para cada uno de los entonces postulantes.