INDIA: Terrorismo antiislámico, otro desafío para el gobierno

Las tres bombas que acabaron con 30 vidas y destruyeron una mezquita y un cementerio en la occidental ciudad india de Malegaon sacudieron al gobierno de Manmohan Singh con un nuevo desafío: el terrorismo antiislámico.

A diferencia de los atentados más recientes en India, como los del 11 de julio en la oriental ciudad de Mumbai, en los que murieron dos centenares de personas, los de Malegaon estuvieron dirigidos contra la comunidad musulmana.

Además del objetivo, así lo indica el momento elegido para cometerlos: poco después de las plegarias del viernes y en ocasión de Shab-e-Barat, día en que el Islam rinde homenaje a sus muertos.

"Podrían estar involucradas organizaciones de fanáticos hindúes", dijo el oficial de policía retirado K.S. Subramanian, ex directivo del prestigioso Museo y Biblioteca Memorial Nehru de Nueva Delhi.

"El gobierno debe tratar de reducir el sentimiento de inseguridad que sufren los musulmanes", opinó. En ocasiones anteriores, advirtió, las autoridades "acusaron de modo reflejo a rebeldes islámicos y a organizaciones jehadi", partidarios de la Jihad o guerra santa.

Inmediatamente después del ataque, los funcionarios indios mostraron el tipo de sensibilidad que sugería Subramanian.

La policía comenzó a investigar, por ejemplo, el posible vínculo entre los atacantes y la organización insurgente hindú Bajrang Dal.

Este grupo ha estado involucrado en atentados contra mezquitas —algo que no es nada nuevo en India— y en fabricación de explosivos cerca de Malegaon, en la atrasada región de Marathwada.

Pero ahora, la policía del estado de Maharashtra, donde se encuentra Maleagon, vuelve a la conocida rutina de acusar de la matanza a grupos jehadi por la matanza, aunque no identificó a ningún individuo ni arrestó a nadie.

La única razón de este cambio es la identificación, por parte de laboratorios forenses del estado de los explosivos utilizados en los atentados, una combinación de RDX de alta energía, nitrato de amonio y vaselina.

Un compuesto similar fue empleado en ataques en Mumbai y en la oriental localidad de Varanasi.

Pero el domingo, el secretario (ministro) del Interior descartó públicamente el uso de RDX en Malegaon. Por el contrario, dijo que los explosivos eran menos sofisticados y estaban adheridos a dos bicicletas que estaban estacionadas en el lugar.

La sugerencia de que el RDX es monopolio de organizaciones islámicas y de que otros no pueden tener acceso a él no suena creíble, según expertos en explosivos.

"Puede ser comprado por cualquier grupo organizado y razonablemente financiado", aseguró un especialista que insistió en mantenerse anónimo. "A menudo, oficiales corruptos de las fuerzas de seguridad son la fuente de explosivos y otras armas usadas por organizaciones insurgentes."

"La pregunta es si el gobierno puede disipar sus sospechas actuando imparcialmente", dijo Subramanian.

Bajrang Dal estuvo involucrado en la violenta destrucción de la mezquita de Babri en Ayodhya, en el septentrional estado de Uttar Pradesh, en diciembre de 1992. En 1999, Dara Singh, activista de la organización, quemó vivos al evangelista australiano Graham Staines y a sus dos hijos en el oriental estado de Orissa.

Esta organización es ferozmente xenófoba y postula el establecimiento de un estado hindú en India. Actúa como las tropas de asalto de otras organizaciones insurgentes hindúes como el Vishwa Hindu Parishad (VHP), seguidor del partido Bharatiya Janata (BJP) y de su mentor, la sociedad secreta Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS).

En el pasado reciente, especialmente en los últimos meses, el Bajrang Dal y el VHP estuvieron implicados en muchas actividades violentas en la región de Marathwada, que abarca al vecindario de Malegaon.

En abril, dos activistas de Bajrang Dal —Naresh Rajkondwar e Himanshu Phanse— murieron en la localidad de Nanded mientras fabricaban una bomba. El incidente ocurrió en la casa de un conocido activista del Bajrang Dal-VHP. Una segunda bomba fue encontrada en el mismo lugar.

Antes, en el mismo mes, los dos hombres detonaron una bomba en una mezquita de Parbhani, también en Marathwada, hiriendo a 25 personas.

En abril de 2003 y en agosto de 2004, miembros del Bajrang Dal realizaron atentados con explosivos en Jalna, Purna y Parbhani, todas localidades de la región de Marathwada.

Esta historia sembró la inseguridad en la comunidad musulmana de Maharashtra, que en los últimos años han sido sometidos a diversos hostigamientos, como interrogatorios policiales agresivos y detenciones ilegales. Esto aumentó a un grado sin precedentes su alienación respecto del gobierno indio.

En general, los musulmanes indios son víctimas de abandono por parte del estado, heredando el atraso social y económico. Son significativamente más pobres que otros grupos religiosos y tienen menores niveles de alfabetismo, educación y participación laboral.

Los musulmanes sufren exclusión del empleo público. Su representación en el personal del Estado oscila entre dos y cuatro por ciento, cuando constituyen 13,4 por ciento de la población. Es particularmente alarmante su pobre representación en la policía y las agencias de inteligencia.

No menos importante es la carencia general de servicios sociales y escuelas en aldeas y pueblos donde los musulmanes constituyen una gran proporción de la población.

Los estudios muestran que los hogares musulmanes son mucho más propensos que los hindúes, por ejemplo, a sufrir falta de acceso a agua potable por cañería, saneamiento, energía eléctrica y jardines preescolares.

El gobierno de Manmohan Singh creó un comité de alto nivel para documentar estas carencias y recomendar medidas para subsanarlas. Se prevé que el comité presente su informe a fines de octubre.

Pero tan importante como adoptar medidas de acción afirmativa en favor de los musulmanes es acabar con su actual inseguridad, en particular teniendo en cuenta las operaciones antiterroristas del gobierno.

Las tácticas aplicadas por las autoridades se basan sobre modelos occidentales de comprensión del terrorismo contemporáneo, a través de cristal centrado en el Islam o directamente islamofóbico.

El episodio de Malegaon es crucialmente importante aquí. Si sus perpetradores no son procesados rápidamente, el malestar entre los musulmanes crecerá, así como la agresividad de los hindúes.

Ya hay muchas familias de las víctimas de Malegaon molestas por el doble discurso del gobierno. Agencias del gobierno central y del Estado les han ofrecido unos 2.100 dólares a cada una.

En contraste, las familias de las víctimas de los atentados en Mumbai son indemnizadas con 24.000 dólares.

Este doble rasero fastidiará más a los musulmanes, en momentos en que resulta imperativo llegar a ellos con una agenda inclusiva, secular y pluralista.

Singh anunció un plan especial de 15 puntos para mejorar las condiciones de las minorías religiosas. Pero ahora afronta un desafío mayor: llevar a juicio a los culpables de la reciente violencia antimusulmana.

Su gobierno debe para ello garantizar la justicia a las víctimas de la matanza del occidental estado de Gujarat, en 2002. Entonces, murieron 2.000 musulmanes. El gobierno del estado, a cargo de Bharatiya Janata, no procesó a casi nadie por estos asesinatos.

Dado este contexto, el atentado de Malegaon plantea al gobierno de Singh la disyuntiva de afirmar los principios seculares y pluralistas o ceder ante el mayoritarismo. (FIN/IPS/traen-js-mj/pb/rdr/ap ip cr dv hd/06)

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