El FMI aumentó este lunes el peso de China, Corea del Sur, México y Turquía en la toma de decisiones de la institución, la mayor reforma en la historia de esta organización multilateral, aunque considerada cosmética por activistas.
La resolución fue adoptada en Singapur por 90 por ciento de los votos de la Junta de Gobernadores del FMI (Fondo Monetario Internacional), en vísperas de la reunión conjunta de esta institución con el Banco Mundial.
Organizaciones de la sociedad civil advirtieron que la decisión parece un intento de parte del Fondo por recrearse ante las fuertes críticas de la sociedad civil y la creciente crisis presupuestaria interna.
Poco antes, 13 activistas acreditados para asistir a la conferencia protestaron dentro del Centro de Convenciones Suntec contra los condicionamientos impuestos por el FMI a sus créditos a los países pobres.
Los activistas vestían camisetas que rezaban "acaben con los condicionamientos", estaban esposados y llevaban candelas prendidas. También gritaban "FMI, no dañes más a los pobres", y llevaban carteles que decían "las condiciones dañan la democracia".
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El Comité Monetario y Financiero de la Junta de Gobernadores del FMI destacó la importancia de sus "reformas de voces y cuotas" de votación en un comunicado emitido luego de su reunión del domingo.
En una primera etapa, se asigna a cuatro países —China, Corea del Sur, México y Turquía— un pequeño incremento en su poder de voto, a pesar de la oposición de 23 naciones en desarrollo preocupadas por la posible dilución de sus ya inaudibles voces.
En la segunda etapa, a comienzos de 2008, habrá pequeños ajustes en la proporción de votos de otras economías emergentes y países pobres.
La medida, según el Comité, implica un importante avance en cuanto a "adecuar las cuotas de votación con la posición relativa de los miembros en la economía mundial" y "fortalecer la participación de los países de ingreso bajo en el FMI".
Pero los países ricos mantendrán su control sobre el FMI, pues el poder de voto de estos cuatro países aumentará apenas 1,8 por ciento.
Ministros del Grupo de los 24 (G-24), representante de un grupo de países en desarrollo en las instituciones multilaterales de crédito, propusieron triplicar cuanto antes sus "votos básicos" —los 250 que tienen todos los países para reflejar, en cierto modo, la equidad de los estados"— y establecer una nueva fórmula de cuotas que refleje adecuadamente el tamaño relativo de sus economías.
La fórmula aprobada "maquilla" la seria crisis que afrontan tanto el FMI como el Banco Mundial, según diversos activistas y expertos. El FMI sufre cuestionamientos a su legitimidad tras las crisis financieras del sudeste asiático a fines de los años 90.
A las políticas, recomendaciones y condicionamientos de la institución, que incluían la liberalización de los controles de capital, se les atribuye la facilidad con que el "dinero caliente" fluyó hacia la región sólo para huir de ella cuando se asomaron algunas malas noticias.
Los paquetes de rescate del FMI estuvieron condicionados al recorte de gastos gubernamentales y la remoción de subsidios clave, lo que condujo a un enlentecimiento del crecimiento económico y a diversos perjuicios para los sectores más pobres de la población.
Con el colapso de la economía de Rusia en 1998 y la desintegración económica de Argentina —el escaparate con que el FMI promocionaba sus éxitos— en 2002, la crisis de legitimidad se profundizó.
Países acreedores como Tailandia e Indonesia se apresuraron a pagar sus deudas y pudieron fin a sus acuerdos con el Fondo o declararon su independencia respecto de la institución.
Otras naciones evitaron contraer nuevos empréstitos por temor a los condicionamientos que incluyen.
El Banco Mundial también afronta una crisis presupuestaria tras la aguda caída en los ingresos por pago de intereses y por sus inversiones bancarias.
Ahora, el FMI trata de reinventarse como organización capaz de poner fin al "desequilibrio" comercial del mundo.
"La tarea del FMI en el futuro no será la mera resolución de crisis, sino también la prevención a través de mecanismos multilaterales de vigilancia", dijo el presidente del Comité, Gordon Brown, también secretario de Finanzas del gobierno británico.
Brown dijo que el Comité manifestó sin fisuras su profundo descontento con la suspensión de las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y continuó "urgiendo a todas las naciones a resistir los llamados proteccionistas".
Pero fueron las magras "reformas" lo que dejó malestar en los activistas. Las decisiones en el FMI requieren una mayoría de 85 por ciento de los votos. Aunque, de todos modos, Estados Unidos conserva 17 por ciento del poder, lo que le confiere una suerte de poder de veto.
"Es como arreglar las sillas de escritorio del Titanic", ironizó Stephen Mandel, de la Fundación Nueva Economía (NEF), institución con sede en Londres.
Según los cálculos de NEF, África, que cuenta con apenas dos asientos entre los 24 de la Junta de Gobernadores del FMI, cuenta con apenas 4,4 por ciento del poder de voto. Uno de esos escaños representa a 24 países africanos, y concentra sólo 1,4 por ciento de los votos en la institución.
Mientras, los países industriales, que constituyen apenas un quinto de los países que integran el Fondo, cuentan con 60,4 por ciento del poder de voto. La mitad más pobre entre los miembros del FMI suman apenas 4,2 por ciento, menos de lo que posee Francia.
El poder de voto combina, en la actualidad, una asignación ponderada de acuerdo con las contribuciones al Fondo y 250 "votos básicos" para cada país, estos últimos para reflejar la equidad entre países.
Como las contribuciones se multiplicaron por 37 desde 1944, la participación del total de los votos básicos se hundió a 2,1 por ciento del poder total de voto. Ese porcentaje era de 15,6 por ciento en 1958 y de 11,3 por ciento en 1944, cuando se fundó el FMI.
"Hasta ahora, nada indica que las grandes potencias reconozcan su representación excesiva ni que estén dispuestas a hacer las concesiones necesarias para resolver la crisis de legitimidad", dijo Jeff Powell, coordinador del Bretton Woods Project, institución con sede en Londres que vigila las actividades del FMI y el Banco Mundial. (FIN/IPS/traen-mj/an/rdr/wd if dv gb cs/06)