Expertos de Estados Unidos estudian, en el marco de su Programa Nacional de Defensa Balística, la instalación de una base militar en alguna localidad de la República Checa y en Polonia.
El complejo, previsto para 2011, abarcaría un sector con 10 interceptores antimisiles y hasta 1.000 soldados estadounidenses, y otra parte donde habría un radar. Sectores de la base podrán estar divididos entre estos dos nuevos estados miembros de la Unión Europea (UE).
El sistema busca proteger a Estados Unidos y sus aliados, interceptando misiles de largo alcance desde países considerados hostiles hacia los intereses de los gobiernos miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Actualmente, esos sistemas son utilizados solamente en territorio estadounidense.
El controvertido programa de misiles hasta ahora demostró ser extremadamente costoso y, en vista de las pruebas realizadas, poco efectivo.
Pero el gobierno de la República Checa tiene otras preocupaciones relativas a permitir la instalación de una base estadounidense.
[related_articles]
El debate sobre autorizar la instalación de la base aumentó durante la campaña política en el país este verano boreal, para las elecciones parlamentarias de junio, tras lo cual el asunto quedó de lado en el debate público. Empero, un avance se produjo semanas atrás, cuando finalmente se conformó un débil gobierno conservador por estadounidense.
Diplomáticos checos mantuvieron consultas con funcionarios estadounidenses a propósito de la base, pero es incierto quién tendrá la palabra final del lado checo.
El nuevo gobierno liderado por el primer ministro, Mirek Topolánek, apoya una base, pero es probable que pierda el voto de confianza en el parlamento, previsto para el 4 de octubre.
El mayor grupo de la oposición, el Partido Social Demócrata del ex primer ministro Jirí Paroubek, está en contra de la instalación de la base y espera acceder al gobierno si el gabinete actual pierde el voto de confianza.
El debate en torno a la base militar de Estados Unidos está jugando a favor de Paroubek. Según las encuestas, la mayoría de los checos se opone a la base militar y quiere un referéndum al respecto, con el que el gobierno no está de acuerdo.
No obstante, Paroubek dijo que consideraría la idea de establecer solamente un radar, si esto era aprobado en una votación popular. El ex primer ministro también señaló que las consultas con Rusia son "esenciales" para llegar a una decisión, dada la oposición de ese país al plan.
Esto contrasta agudamente con la mayor parte de la intelectualidad checa, que es marcadamente proestadounidense, incluso para los estándares poscomunistas, y desestima la oposición a la base por considerarla una consecuencia de la posición antiestadounidense.
Otros partidos, como el Comunista, el Verde y el Demócrata Cristiano, también se oponen a la base, pero los segundos y los terceros la considerarían si quedara bajo las órdenes de la OTAN y si fuera aprobado en un referéndum.
Topolánek dijo que una negativa a aceptar una base dañaría la reputación de la República Checa como aliada confiable, e insistió en que "la construcción del paraguas contra misiles está de acuerdo con nuestros compromisos dentro de las políticas de seguridad y defensa de la OTAN y la Unión Europea".
El ministro checo de Defensa, Jiri Sedivy, expresó su preferencia por un sistema defensivo con misiles integrado con la OTAN, y no instalado exclusivamente con la cooperación entre Estados Unidos y la República Checa. Esto contradice el punto de vista optimista del primer ministro.
Según Tomas Weiss, del Instituto para las Políticas Europeas, con sede en Praga, el asunto fue excesivamente politizado. "El debate se entendió como poner a la República Checa como objetivo del terrorismo debido a su cercanía con Estados Unidos", dijo a IPS.
Weiss apoya la idea de la base, pero es pesimista en cuanto al resultado. "No creo que tengamos una base porque no estamos de acuerdo con ella", opinó.
A quienes están a favor de la base les entusiasma extender sus lazos con Estados Unidos, y sienten que esto conllevaría muchos beneficios económicos, así como un cambio en el desfavorable régimen de visas.
Quienes se oponen a la base alegan que su instalación volvería a despertar una atmósfera de Guerra Fría en Europa, re-encendería la carrera armamentista y aumentaría el peligro de ataques terroristas. Muchos también expresan su preocupación por la limitada jurisdicción que el gobierno checo tendría sobre la base.
Los opositores ya se organizaron en torno a la iniciativa "No a las bases", que abarca a unas 35 organizaciones de la sociedad civil que reclaman un referéndum sobre el asunto. Estos grupos señalan paralelismos con la invasión en 1968 de la entonces Checoslovaquia por parte de la hoy disuelta Unión Soviética.
"En 1968, tropas extranjeras ingresaron a Checoslovaquia sin el consentimiento de sus ciudadanos, recordó Jan Tamas, portavoz de la iniciativa. "Actualmente, también existe la amenaza de que tropas de otros países ingresen a República Checa, mientras que no hay garantía de que el público pueda decidir sobre esto en un referéndum".
Estados Unidos todavía evalúa informes y es probable que postergue su decisión hasta después de la cumbre de la OTAN que se celebrará en noviembre en Riga, donde espera ganarles a los muchos miembros de la OTAN reticentes a un proyecto que podría debilitar la seguridad europea.