«Le faltan canas», argumentó el dirigente de una sociedad científica latinoamericana al obstruir el ascenso a la dirección de la institución de un joven colega premiado por los avances que aportó a la ciencia médica.
Es un ejemplo de la disputa de poder entre generaciones en el mundo científico, señaló Israel Vega, investigador argentino que participó en el encuentro de jóvenes científicos promovido por la Academia de Ciencias del Mundo en Desarrollo (TWAS, por sus siglas inglesas), durante su conferencia general en Angra dos Reis, ciudad turística brasileña a 150 kilómetros de Río de Janeiro, desde el sábado a este miércoles.
Por primera vez, la TWAS incorporó la reunión juvenil en sus conferencias que tienen lugar cada tres años. Son encuentros de científicos menores de 40 años, de la región en la que tiene lugar la conferencia y de un área del conocimiento diferente en cada oportunidad.
Veintinueve investigadores de siete países latinoamericanos, seleccionados entre más de 130 inscriptos, inauguraron esa actividad presentando sus estudios en forma oral o por medio de carteles, todos en el campo de las ciencias biológicas. El encuentro se repetirá con jóvenes científicos de Asia central y meridional en Pakistán, donde será la próxima conferencia general de TWAS.
Los latinoamericanos reconocieron la importancia de esta iniciativa, pero algunos criticaron la "falta de comunicación" y la rígida separación entre los miembros de TWAS, en gran parte canosos, y los jóvenes, como si fuera distinta la ciencia que producen.
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"Solo dos o tres" de los veteranos de la Academia estuvieron presentes en las charlas del grupo juvenil, se quejó una de las jóvenes.
Los conflictos intergeneracionales de poder en el mundo académico y en las asociaciones científicas tienden a acentuarse con la rapidez de los avances en ese sector y del surgimiento de "nuevas fronteras" del conocimiento en las que los jóvenes suelen tener protagonismo, dijo Vega a IPS. El sistema académico es "muy jerárquico", comentó una de sus colegas.
Vega presentó en un póster su estudio sobre el uso de una cianobacteria (un tipo de bacteria gramnegativa) que evolucionó durante millones de años como bioindicadora de la contaminación metálica del agua, un hallazgo que exigió análisis genéticos.
A su compatriota Victoria Mendizábal le preocupa la declinante atención dedicada por los "países centrales" a la actividad científica en América Latina y el Caribe, ante la prioridad concedida a África en términos de ayuda y cooperación, en respuesta al menor desarrollo de ese continente.
En la Academia Mundial de Jóvenes Científicos (WAYS, por sus siglas en inglés), por ejemplo, hay una subrepresentación proporcional de los latinoamericanos, señaló Mendizábal, que es dirigente regional de esa institución creada formalmente en 2003 en Hungría. Eso se repite en otras organizaciones internacionales.
Entre los efectos negativos de la "promoción" de América Latina y el Caribe a región que ya no necesita tanto apoyo de los países centrales se encuentra la disminución de las becas y de los aportes a determinados proyectos y la exclusión de sus estudiantes e investigadores del sistema de "subsidios para reinserción al volver al país de origen", explicó a IPS.
Para superar esas desventajas, Mendizábal y algunos de sus colegas empezaron a discutir formas de ejercer presión sobre las instancias internacionales en defensa de una mayor presencia latinoamericana en los foros científicos y del mantenimiento de la cooperación de los países ricos.
América Latina no es homogénea, hay países muy pobres como Paraguay y Surinam, y pobreza endémica incluso en los países de mayor desarrollo relativo, como Argentina y Brasil, se arguyó.
Además, se trata de una región de inmensos recursos naturales y gran biodiversidad, que exigen una intensa investigación específica, acotó Mendizábal, que trajo a Angra dos Reis un estudio sobre "los dos lados" de los cannabinoides, sustancias psicoactivas conocidas por haber sido extraídas de la planta de la marihuana (Cannabis sativa).
Si esas sustancias generan adicción por un lado, por otro también bloquean receptores en el cerebro, lo que les da la posibilidad de servir en el tratamiento de adicciones provocadas por otras drogas, como la cocaína, explicó la científica argentina.
Otro reclamo de los jóvenes apunta a la necesidad de facilitar la importación de equipos y materiales de investigación, como los reactivos. Son ingredientes indispensables, de los que no hay producción nacional y cuya adquisición en el exterior es demasiado costosa y complicada por la burocracia, se quejó el brasileño Stevens Rehen.
En su caso, no hubo obstáculos generacionales. Rehen ya es presidente de la Sociedad Brasileña de Neurociencias y Comportamiento, pese a la falta de canas.
La conferencia regional de jóvenes científicos es, en su opinión, una excelente iniciativa, pues permite un encuentro de "impresionante diversidad" de situaciones y propuestas, con un productivo intercambio de ideas. En su área, por ejemplo, pudo establecer en estos días una cooperación con colegas de México.
El trabajo que presentó Rehen es incomprensible para legos, trata sobre "mosaicismo y aneuploidía en el cerebro humano".