El próximo envío de 2,5 toneladas de material radiactivo de regreso a Rusia pone fin a la preocupación por la presencia de esos residuos cerca de Belgrado.
"Por fin neutralizamos el peligro a largo plazo", dijo el ministro serbio de Ciencia, Aleksandar Popovic, al informar sobre el retiro de esos desechos arrojados en Vinca, localidad ubicada a 16 kilómetros de Belgrado.
"Vinca ya no será una amenaza para el ambiente. Solucionar el problema era nuestra preocupación básica, pues lo heredamos tras ser desatendido durante décadas", aseguró.
Popovic se refirió al asunto por primera vez el lunes, luego de firmar un acuerdo, la semana pasada, con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), institución dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con sede en Viena.
El acuerdo establece la eliminación de material radiactivo almacenado en locales con escasa vigilancia a cargo del Instituto Nuclear de Vinca, otrora orgullo de la ciencia en la antigua Yugoslavia comunista.
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La remoción, embalaje y transporte de ese material a su país de origen será una tarea de enormes proporciones que costará 10 millones de dólares, aportado por varios países, dijo el ministro Popovic.
"Esperamos que en la segunda mitad de 2008 el transporte haya concluido y el capítulo de Vinca quede cerrado de una vez por todas", expresó.
Unos 8.000 cilindros de plutonio y uranio altamente radicativos permanecen en una pileta de agua sucia en Vinca. El lugar está cercado por alambre de púa y custodiado por unos pocos guardias.
La central de Vinca fue fundada en 1948 con la ayuda de la hoy disuelta Unión Soviética. El material nuclear en el clandestino pero ambicioso proyecto era suficiente para construir dos bombas atómicas.
Nadie sabe contra quién podrían haber sido usadas o a quién podrían haber sido vendidas.
Luego de un escape accidental de sustancias radiactivas en 1958, en el que un científico falleció y cinco resultaron heridos, la Yugoslavia gobernada por Tito (Jozip Broz) dejó de lado la idea de construir su bomba atómica.
Los dos reactores luego sirvieron como centro de educación para estudiantes de física, pero finalmente fueron clausurados en 1984, cuando Tito aún gobernaba.
La prensa mostró cierto interés en la deteriorada central nuclear en 1999, cuando la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) bombardeó Serbia con el objetivo de detener la represión de esa república yugoslava contra la provincia de Kosovo, de mayoría albanesa.
Entonces surgió el temor de que cualquier impacto sobre el sitio pudiera originar una nube contaminante de enormes proporciones sobre gran parte del territorio serbio.
Hace cuatro años, unos 48 kilogramos de combustible de uranio altamente enriquecido fueron extraídos de Vinca por técnicos de la AIEA asistidos por los gobiernos de Estados Unidos, Rusia y Serbia, y transportados para su desactivación a instalaciones especializadas en la nororiental localidad rusa de Dimitrovgrad.
A comienzos de este mes, esa instalación volvió a estar en el centro de las noticias cuando el administrador de un programa especial de la AIEA, Michael Durst, dijo que la central de Vinca figuraba entre los principales depósitos de uranio sin garantías adecuadas.
El sitio, dijo Durst, combina "la amenaza de la proliferación nuclear y el desastre ambiental".
"Vinca es única, dada la cantidad de uranio almacenado dentro de su planta y porque alrededor de 30 por ciento" de ese material "se está filtrando" al exterior, advirtió Durst.
Sus instalaciones "serían accesibles fácilmente para un grupo organizado" de terroristas con intenciones de construir una bomba "sucia", aseguró.
Las "bombas sucias" consisten en gran cantidad de material radiactivo, especialmente de desecho y disponible en reactores nucleares para la producción de electricidad, que detonado con explosivos convencionales podría contaminar vastas áreas pobladas.
Algunos expertos opinan que es suficiente accionar un solo cilindro de combustible nuclear a un explosivo convencional para crear una bomba sucia. Pero funcionarios serbios dijeron que esto era posible sólo en la teoría.
"Esto es algo imposible, que ni siquiera se espera ver en las películas de James Bond", declaró Popovic a IPS.
El viceministro de Ciencias, Iván Videnovic, dijo a IPS que "si alguien ingresara a la planta de Vinca para robar un cilindro, su vida correría peligro por la radiación del material". Por lo tanto, consideró "imposible contrabandearlo fuera del país".
La instalación se convirtió en una prioridad para la AIEA porque "contiene la mayor cantidad de combustible nuclear importado de la ex Unión Soviética". Más de 50 por ciento de ese material tiene esa procedencia, aseguró.
Videnovic afirmó que existen 17 centrales como ésa en países del disuelto campo comunista, y que están en curso procedimientos similares de descontaminación, por ejemplo, en Uzbekistán.
"Esto es algo heredado de hace décadas", dijo Popovic a IPS. "Pero tenemos que resolver los problemas creados por otros y es el momento correcto para hacerlo."