Como si no hubiera suficientes críticos de las acciones militares dirigidas en Afganistán por Estados Unidos y Gran Bretaña, ahora son los propios comandantes de estas operaciones los que formulan duros cuestionamientos.
El más conocido tal vez sea el capitán Leo Docherty, miembro de las fuerzas británicas en la provincia meridional de Helmand, que presenció fuertes combates entre el insurgente movimiento islamista Talibán, que gobernó Afganistán entre 1996 y 2001, y las tropas extranjeras.
Docherty dijo, en una carta abierta divulgada por la prensa que no originó mayor debate público, que la campaña británica en Helmand fue "un caso de manual sobre cómo impulsar la insurgencia".
El oficial sugirió que el problema del desarrollo es fundamental en la campaña, y puso como ejemplo la captura del poblado de Sangin, en la que él participó.
Las tropas británicas lograron ocupar este bastión de Talibán, pero no ofreció a continuación ninguna herramienta de desarrollo a su población, aseguró.
"El aspecto militar es apenas un lado del triángulo", escribió Docherty. "¿Dónde estaba el Departamento para el Desarrollo Internacional? ¿Dónde estaba la Secretaría de Relaciones Exteriores?", se preguntó.
Como las fuerzas británicas tenían poco que ofrecer, Talibán contraatacó y los soldados se atrincheraron. Hoy, sufren ataques constanes, anotó Docherty.
"Ahora se perdió el terreno y todo lo que hacemos en lugares como Sangin es sobrevivir. La situación está completamente fuera de control", advirtió. Y todo eso, según el oficial, redunda en un mayor apoyo a Talibán.
"Todos aquellos cuyas casas fueron destruidas y sus hijos asesinados se volverán contra los británicos. Es una ecuación bastante clara: si la gente pierde la casa y los cultivos de amapola, saldrá a combatir. Por cierto que lo hará", pronosticó.
Los soldados británicos han sido "grotescamente torpes" en sus operaciones, al tiempo que calificó el enfoque militar de la situación afgana de "bastante vergonzoso". "No quiero ser parte de eso", concluyó.
Organizaciones de defensa de los derechos humanos y del desarrollo de los países pobres cuestionan desde hace años el enfoque exclusivamente militar de la intervención en Afganistán.
En ese sentido, advirtieron que este tipo de actitudes son percibidas por los afganos como parte de un ataque más general de Occidente contra el mundo musulmán.
"Hace cinco años, había una ventana de oportunidad para la cooperación entre Occidente y los países musulmanes, pero esa ventana ahora está cerrada. Eso es así", dijo a IPS el Emmanuel Reinert, director del Consejo Senlis, organización académica independiente que analiza el efecto de la política antidrogas en Afganistán.
"Aún podemos abrirla de nuevo, pero necesitamos demostrarles que cambiaremos nuestros modales", agregó Reinert. "Debemos un cambio claro en nuestro enfoque, un cambio de manejo."
Las perspectivas no son muy promisorias. Estados Unidos ha procurado aumentar la cantidad de militares extranjeros en Afganistán. El énfasis en el esfuerzo bélico y la minimización de los recursos para el desarrollo sólo se ha fortalecido.
El desarrollo humano a través de la mejora de los derechos de las mujeres se ha vuelto, de hecho, en una baja de las operaciones militares, a pesar de numerosas declaraciones sobre la priorización del desarrollo humano como meta de la intervención en Afganistán junto a la lucha contra el terrorismo.
El Consejo Senlis registró condiciones de hambruna en varias regiones del sur de Afganistán, lo cual no hace otra cosa que elevar el apoyo a Talibán, y, potencialmente, también al terrorismo.
El aumento de la presencia militar no siempre es de ayuda tampoco en el plano bélico. Otro oficial británico dijo, en un correo electrónico filtrado a la prensa, que la fuerza aérea es "completamente, completamente inútil" en su tarea de proteger a la infantería.
La fuerza de aire había sido convocada debido a los crecientes ataques que las tropas en tierra sufrían a manos de Talibán.
Las voces militares críticas desde el frente coinciden con el tono de alarma de organizaciones como el Consejo Senlis. Algunos soldados ahora asumen el discurso del desarrollo con más dedicación que los gobiernos.
Ahora, desde Washington expertos sugieren más presión sobre Pakistán para poner fin al apoyo militar a Talibán.
El futuro de Afganistán depende de decisiones —o la falta de ellas— sobre un aumento de recursos para el desarrollo de este país de Asia central. (FIN/IPS/traen-mj/ss/raj/ap ip dv/06)