VENEZUELA: La diplomacia se amplía y se endurece

Entre dos viajes hasta Asia oriental, por estos días de agosto, el presidente venezolano Hugo Chávez ha juntado acciones como lanzarse a la reelección, visitar al convaleciente líder cubano Fidel Castro, cambiar a su canciller y recibir a la nueva ministra colombiana de Exteriores, María Consuelo Araújo.

Venezuela amplía su diplomacia, con negocios de petróleo y gas con sus vecinos sudamericanos y con lejanos socios, como Malí, Indonesia o Vietnam, y disputa con Guatemala un asiento no permanente, que corresponde a América Latina y el Caribe, en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Pero al mismo tiempo la endurece, con las compras de armas a Rusia y España por unos 5.000 millones de dólares, al sostener la confrontación política con Washington, colocar las relaciones con Israel a milímetros de la ruptura, y con el relevo en la cancillería, ahora en manos de Nicolás Maduro, un "duro" y firme seguidor de Chávez.

Maduro, de 43 años, antiguo chofer de autobús, sindicalista en el Metro de Caracas y dirigente del oficialista Movimiento V República, se desempeñaba desde enero de 2005 como presidente de la Asamblea Nacional (parlamento). Se contó entre quienes en la década pasada, a regañadientes, aceptaron dentro del MVR la vía electoral para buscar el poder.

La Asamblea, cuyos 167 diputados son oficialistas pues la oposición no participó en sus elecciones el pasado octubre, eligió como su nueva presidenta —un cargo sobre el que Chávez tiene la última palabra según los analistas políticos y los propios parlamentarios- a Cilia Flores, pareja de vida de Maduro.

Al regresar hace una semana de una gira por Brasil, Argentina, Belarús, Rusia, Irán, Vietnam y Malí, Chávez llamó a Maduro para reemplazar a Alí Rodríguez, ex presidente del gigante Petróleos de Venezuela y ex secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), quien sufre quebrantos de salud desde finales de 2005.

"Nicolás tiene gran potencial, lo ha venido demostrando, y ha adquirido una experiencia importante", dijo Rodríguez al entregar el cargo a Maduro, quien desde enero viajó constantemente al exterior como presidente de la Asamblea, pero no ha tenido aún tiempo de exponer calmadamente su programa de gestión como nuevo canciller.

Maduro aún sin ser designado oficialmente partió con Chávez a La Habana para visitar a Castro el día de su cumpleaños número 80, el 13 de agosto. Luego hicieron escala en Jamaica para ampliar un convenio de cooperación petrolera y el martes recibieron a la nueva canciller colombiana Araújo.

En la acera opositora, Milos Alcalay, antiguo vicecanciller y embajador ante las Naciones Unidas, dijo a IPS que "con la designación de Maduro la diplomacia se politiza aun más, ya no es de Estado sino de partido y de alguien que no presente propuestas independientes sino que diga 'sí, mi comandante' a lo que ordene el presidente".

El presidente del Colegio de Internacionalistas de Venezuela, Juan Contreras, opinó que la designación de Maduro "aumenta la sensación de frustración en el personal de carrera de la cancillería, por el desprecio hacia la profesionalización del servicio al escoger a funcionarios sin suficiente preparación y experiencia".

Pero Rodríguez recordó que una constante de las cartas magnas y leyes de Venezuela es que atribuyen al presidente la conducción directa de las relaciones exteriores.

Bajo esa premisa, Chávez personalmente se ha puesto en campaña para que Venezuela obtenga un asiento en el Consejo de Seguridad para el bienio 2007-2008, y ha conseguido apoyo de sus socios en el Mercado Común del Sur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), la Comunidad del Caribe y los países que visitó en su última gira.

Un nuevo viaje emprenderá la semana próxima a China, Malasia y Angola, en tanto Caracas ha ganado simpatías dentro del mundo árabe y musulmán por su enérgica condena a la incursión israelí en el Líbano, e incluso Chávez dijo que "no nos interesa tener relaciones de ningún tipo, ni diplomáticas, ni comerciales" con Israel, de donde ordenó retirar al encargado de negocios venezolano.

Casi en cada aparición pública, Chávez insiste en que la lucha global de Venezuela es contra la conducción política de Washington, y sostiene que "en las próximas décadas el imperio norteamericano dejará de existir", en tanto Caracas impulsa "alianzas estratégicas" con países como Rusia, China, Irán y sus socios en la OPEP.

Washington, a su vez, critica constantemente a Caracas, desde sus compras de armas hasta "el déficit de democracia" que endosa a Chávez, y promueve a Guatemala en su disputa por el asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Cuando presentó a Maduro como su nuevo canciller, Chávez reiteró que "como jamás he engañado a nadie ni cargo cartas bajo la manga, desde hace dos años me he atrevido a decirle al país y al mundo que tenemos que marchar por el camino del socialismo".

En paralelo, resaltó la importancia de combinar petróleo y diplomacia, pues "en el caso venezolano no podemos separar la estrategia energética petrolera de la diplomacia", y puso como ejemplo la invitación que ha hecho a Rusia para que participe en el "gran gasoducto del sur", proyectado para ir desde campos productores en el Caribe venezolano hasta el Río de la Plata, abasteciendo a Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay.

En paralelo Chávez propone y firma convenios en prácticamente todos los países que visita, para empresas conjuntas agropecuarias y de minería, transferencia de tecnología, emprendimientos comerciales, explotación petrolera y desarrollos de proyectos de gas, petroquímica y refinación y distribución de crudo.

Algunos de sus críticos en la región, como el presidente peruano Alan García y el nicaragüense Roberto Bolaños, lo han acusado de valerse de los ingresos petroleros venezolanos para imponer sus políticas.

Chávez retiró este año a su país de la Comunidad Andina de Naciones (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú) luego que Bogotá y Lima negociaron tratados de libre comercio con Estados Unidos, pero no por ello se ha cerrado a los negocios con esos vecinos.

La visita de la canciller colombiana Araújo —quien expresó que Venezuela es prioridad para Bogotá— sirvió a Chávez para renovar el compromiso de desarrollar un gasoducto binacional en la frontera norte e impulsar el comercio bilateral, que fue de 3.261 millones de dólares en 2005 y puede llegar a 5.000 millones anuales, según expresaron.

Con la intensa actividad internacional y el énfasis en una diplomacia a un tiempo amplia y dura, Chávez apenas si ha mirado el campo interno, donde deberá contender por un nuevo mandato sexenal el 3 de diciembre.

Todas las encuestas conocidas en lo que va del año dan al mandatario un mínimo de 55 por ciento de intenciones de voto para ganar esos comicios, en tanto los candidatos opositores están muy rezagados.

Ni el presidente ni sus rivales han lanzado hasta ahora a la calle el primer mitin, marcha o despliegue de afiches y avisos publicitarios, pese a que la campaña electoral comenzó formalmente el 4 de agosto.

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