SRI LANKA: Agua va, guerra viene

Los duros enfrentamientos entre el ejército de Sri Lanka y los Tigres tamiles por el control de una represa cerca del nororiental puerto de Trincomalee, un bastión rebelde, hacían temer este jueves por el destino de la tregua promovida por Noruega y vigente desde 2002.

Los nuevos combates entre el ejército regular y los Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE) estallaron el fin de semana, a causa de una disputa por las operaciones de la represa de Mawilaru, desde la cual se irriga a los predios de agricultores de la etnia cingalesa, mayoritaria en el país.

El gobierno acusó a los Tigres de cerrar las compuertas de la represa y de privar de agua a unas 15.000 personas.

Pero los rebeldes dijeron que fueron ciudadanos ajenos a su organización, corriente arriba, quienes bloquearon el río en protesta por la decisión del gobierno de abandonar un proyecto de suministro de agua potable en beneficio de la comunidad tamil, mayoritaria en el norte y nordeste de Sri Lanka.

La misión de paz de los países nórdicos a cargo de supervisar el cese del fuego trató de imponer una tregua para resolver la disputa, pero fue en vano. Luego, efectivos del ejército, respaldados por la artillería y la fuerza aérea, lanzaron una operación para controlar los alrededores de la represa.

No se conocen detalles de los enfrentamientos, pero la mayor parte de la acción parece concentrarse en el control de la estratégica ciudad de Muttur, con vista al puerto de Trincomalee, sobre el que ambos bandos se adjudican dominio.

El Ministerio de Defensa informó en un comunicado que el ejército había repelido varios ataques a la ciudad y ocasionado "duras bajas, matando a 40 cuadros de los Tigres e hiriendo a otros 70 terroristas".

Pero la versión de los Tigres contradice la del gobierno, y en su sitio de Internet (TamilNet.com) se señala que sus combatientes habían invadido cuatros centros militares y entrado en Muttur para pelear contra el ejército srilankés.

Los agricultores tamiles y cingaleses se han acusado mutuamente de pretender el control exclusivo de la represa y los arrozales que ésta irriga.

"Esto es un intento de sacar a los cingaleses de la zona", dijo a IPS un monje budista, Saranakeerthi Thero, y líder de las protestas progubernamentales.

También señaló que los Tigres habían planeado el cierre de la compuerta y habían avisado a los agricultores tamiles de la zona, que no cultivaran en esta estación. "No sólo los agricultores tamiles dejaron de cultivar, también los cingaleses. Si la cosecha fracasa, los pobladores se irán".

De acuerdo con el monje, el cierre de la compuerta afectó más de 12.000 hectáreas de arrozales. La violencia de los últimos seis meses obligó a huir a muchos cingaleses.

Unas 900 personas han muerto desde diciembre a causa de las hostilidades entre el LTTE y el ejército.

Los tamiles residentes en la zona de la represa, controlada por los Tigres, acusaron al gobierno de incumplir la promesa de construir un sistema de depósitos de agua en el área.

"El Ministerio de Rehabilitación del Noreste prometió que construiría tanques de agua para proveer a las siete aldeas controladas por el LTTE. Pero ahora cambiaron de planes y sólo los van a construir en las zonas controladas por el gobierno. No nos van a dar agua. Además, nadie ha asistido a las personas desplazadas en las áreas del LTTE. Por eso cerramos la presa", indicó el jefe político de los Tigres en Trincomalee, S Ellilan.

Cuando miembros de la etnia tamil se reunieron la semana pasada con el jefe de la misión de paz, Ulf Henricsson, pidieron la restauración del proyecto de construcción de tanques de agua y la eliminación de las restricciones al transporte de material de construcción hacia las áreas controladas por los Tigres.

Henricsson no pudo asegurar nada, y antes de que pudiera comunicar la reacción del gobierno a dichos reclamos, estalló la violencia en la región.

"El cese del fuego existe definitivamente en todas estas zonas, a excepción de Sampur, al sur del puerto de Trincomalee. Hay demasiada violencia ahí. No sabemos hacia dónde podría conducir esto", declaró Henricsson en la capital de Sri Lanka.

Los observadores no han podido llegar a la zona del conflicto a causa de la seguridad. Incluso, cayeron bombas cerca de donde, la semana pasada, Henricsson, los Tigres y representantes civiles tamiles estaban reunidos.

El gobierno sigue insistiendo en su compromiso con el alto al fuego, a pesar de los sangrientos enfrentamientos en la ciudad de Muttur.

La tregua acordada en febrero de 2002 terminó con dos décadas de violencia sectaria encabezada por los Tigres, quienes reclaman un estado separado para la minoritaria etnia tamil, en el noreste de la isla.

El conflicto se desató en 1983 cuando los Tigres tomaron las armas para luchar por una patria para los tamiles de Sri Lanka, quienes se quejan de ser discriminados por la la mayoría cingalesa budista.

De los 18 millones de habitantes que tiene Sri Lanka, 73 por ciento pertenecen a la etnia cingalesa, la mayoría budista, y 18 por ciento a la etnia tamil, quienes proceden del sur de India y practican el hinduismo.

Mientras el cese del fuego siguió cumpliéndose, en los últimos tres años casi no hubo negociaciones para un acuerdo político. Desde abril de 2003, ambos bandos se reunieron tan sólo una vez, en enero, en Ginebra.

La misión de paz puede llegar a desaparecer debido a que los Tigres establecieron el 1 de septiembre como fecha límite para que todos los ciudadanos de la Unión Europea abandonaran sus tareas de observación.

Finlandia, Dinamarca y Suecia ya dijeron que acatarían la solicitud, dejando a la misión de paz con tan sólo 20 observadores. "Siempre existe la posibilidad de una guerra a gran escala por la amenaza que pende sobre el acuerdo de cese del fuego", declaró Henricsson. (FIN/IPS/traen-vf-mj/ap/rdr/ap ip pr dv md/06)

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