El singular parte médico del propio presidente Fidel Castro, en el que declara su salud «secreto de Estado», abre un compás de espera de finales abiertos, todos de importancia estratégica para el futuro de Cuba.
En un mensaje aparecido el martes por la noche en la televisión y desplegado este miércoles en toda la prensa estatal cubana, Castro justificó el secreto en los "planes del imperio" contra su país, lo cual hace prever que no habrá informes diarios sobre su salud.
El gobernante añadió que de ánimo se encuentra "perfectamente bien", su estado es estable y así se mantendrá durante muchos días.
Un día antes, Castro sorprendió al país y al mundo con una proclama en la cual informó que había sido sometido a una delicada intervención quirúrgica que lo mantendría "varias semanas" alejado de sus "responsabilidades y cargos".
Que sea el propio gobernante afectado quien informe sobre su estado de salud no es común en el mundo, pero es más habitual para la población cubana, al margen de eventuales desacuerdos políticos o de otro orden.
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"Estamos acostumbrados a que sea el mismo Fidel quien explique asuntos de gravedad para el país. Así ha sido siempre", dijo a IPS Manuel Abreu, al término de una reunión celebrada en su barrio en apoyo al mandatario "y a la revolución".
De alguna manera, Castro fijó el lunes como fecha para su recuperación el 2 de diciembre, al pedir la postergación hasta entonces de la celebración de los 80 años que cumplirá el 13 de este mes.
La ley biológica podría jugarle una mala pasada al hombre que ha gobernado el país por casi medio siglo. Pero en los últimos años, su eventual alejamiento definitivo dejó de ser tabú por sus propias referencias.
"Tenemos medidas tomadas y medidas previstas para que no haya sorpresa (…) Que nuestros enemigos no se hagan ilusiones; yo muero mañana y mi influencia puede crecer", dijo en sus conversaciones con el periodista Ignacio Ramonet, del diario francés Le Monde Diplomatique. Su enfermedad ocupa desde este lunes las primeras planas de miles de medios de comunicación con interpretaciones de todo tipo, incluida la sospecha de que ya murió y sus colaboradores lo están ocultando.
El país sigue en calma, inmerso en sus tareas habituales. Al cabo de dos días, la salud de Castro sigue siendo tema de conversación. ¿Qué pasará en las próximas semanas y meses? "Ya se verá", dicen algunos.
"En Miami están celebrando, pero aquí el hombre (Castro) cualquier día vuelve y retoma todo", comentó un ciudadano a otro mientras esperaban para pagar unas cuentas en el banco.
El equipo diseñado para reemplazar a Castro provisionalmente, encabezado por su hermano Raúl, de 75 años, ministro de las Fuerzas Armadas y primer vicepresidente del Consejo de Estado, entró en funciones sin ceremonias, al menos públicas.
"Lo importante es que en el país todo marcha y marchará perfectamente bien", dijo Castro en su mensaje dado a conocer inicialmente la noche del martes, en el espacio televisivo "Mesa redonda", un programa en el cual ha participado en muchas ocasiones.
Para analistas, esa confianza obedece a que la cúpula gubernamental se ha preparado para evitar o minimizar la catástrofe, de modo análogo a lo que ocurre cuando se espera el paso de un huracán. "Si le sucedía algo unos 15 años atrás, la debacle era quizás inevitable", comentó a IPS una fuente cercana a medios gubernamentales.
En su opinión, "nadie sabe" lo que pudo pasar en Cuba si la incapacidad física hubiera sobrevenido a principios de los años 90, cuando se deshizo el campo socialista en Europa oriental y se disolvió la Unión Soviética.
La economía cubana, que dependía casi totalmente del intercambio con la entonces poderosa Unión Soviética y demás países socialistas, cayó en picada y redujo dramáticamente las condiciones de vida de la población.
El vicepresidente Carlos Lage, de 54 años, uno de los artífices de las reformas que se adoptaron entonces para sacar al país de la fuerte recesión, figura en el equipo diseñado por Castro para gobernar en su ausencia.
Sólo que en los últimos dos años, Castro dio marcha atrás en la apertura iniciada en los 90 con esos cambios, y de la libre circulación del dólar se pasó a la sustitución de esa moneda por pesos convertibles y a la férrea centralización de la economía.
En tales decisiones estuvo acompañado de Francisco Soberón, de 62 años, ministro presidente del Banco Central, otro integrante del equipo interino de gobierno junto al canciller Felipe Pérez Roque (41 años), el más joven del grupo y ex jefe de despacho de Castro.
José Ramón Machado Ventura (de 75) y José Ramón Balaguer (de 74), considerados comunistas ortodoxos y de la generación histórica en el poder, y Esteban Lazo (61), encargado desde hace dos años del sector ideológico del gobernante y único Partido Comunista de Cuba, completan el equipo de transición, o de sucesión, "a la cubana".
No falta quien estime que, aun desde su lecho de enfermo, Castro continuará pendiente de cuanto hagan estos hombres. En todo caso, es la primera vez que delega el mando en casi cinco décadas de ejercicio del poder. En 2001 sufrió un desmayo mientras pronunciaba un discurso, y horas después compareció ante las cámaras de televisión. "Estoy entero", fueron sus primeras palabras.
La caída que sufrió en 2004 lo inhabilitó por un tiempo y, aún sin recuperarse totalmente, reinició sus actividades públicas. La situación ahora es más grave.