En medio de la cobertura abrumadoramente negativa de la prensa occidental sobre Irán, surgió un coro de voces literarias que retrata una imagen mucho más compleja de esa nación y de su cultura.
Persis Karim, editora de la antología "Let Me Tell You Where I've Been: New Writing by Women of the Iranian Diaspora" ("Déjame decirte dónde estuve: Nuevos textos femeninos de la diáspora iraní"), sugiere que la literatura puede aportar un elemento esencial, hoy inexistente, al debate sobre Irán.
Karim, hija de un iraní y una francesa que nunca estuvo en Irán, está especialmente interesada en documentar la participación de las mujeres en ese diálogo, y ésa fue una de las líneas rectoras del volumen publicado por la estadounidense Universidad de Arkansas este año.
Entrevistada por IPS, Karim explicó las estrategias de escritura en tiempos de guerra, la cada vez más polarizada retórica que domina la discusión sobre Irán y la resistencia de las escritoras de la diáspora ante las nociones simplistas sobre las mujeres iraníes.
Karim también participó como autora y coeditora en "A World Between: Poems, Short Stories and Essays by Iranian-Americans" ("Un mundo intermedio: Poemas, cuentos cortos y ensayos de iraníes-estadounidenses"), publicado por George Braziller (1999), y enseña literatura y escritura creativa en la Universidad Estatal de San José.
IPS: ¿Cómo llegó a la idea de hacer este libro y por qué lo considera importante?
KARIM: Este libro es el producto de un interés que abrigo desde hace tiempo sobre el modo en que inmigrantes y sujetos de la diáspora afrontan su identidad y la reivindican mediante un proceso creativo y fluido llamado arte.
Como niña criada en Estados Unidos, a menudo me preguntaban de dónde era, porque tenía un nombre que sonaba extranjero y me veía muy diferente de otros niños. Mi padre inmigró de Irán después de la Segunda Guerra Mundial, y mi madre de Francia.
A menudo no sabía cómo definirme. Buscaba personas como yo en libros y películas, personas con una herencia cultural múltiple, y no había muchas, precisamente.
Siempre me incliné hacia la literatura y la escritura. Y me atrajo fuertemente la cultura iraní, así que mientras trabajaba en una disertación sobre escritura en el exilio sentí una extraña necesidad de preguntar dónde estaban los escritores iraníes que escribían en inglés.
¿Por qué no había escritores notables que hablaran de sus experiencias? ¿Dónde estaba la literatura de la diáspora iraní? ¿Qué habían significado los últimos 20 años para personas de raíces iraníes, como yo, que no eran realmente iraníes en el sentido más estricto, pero que se identificaban con ese lugar y con esa cultura? A partir de esas preguntas fue que nació "A World Between".
Luego, muchos, en su mayoría mujeres, continuaron enviándome sus poemas y cuentos. Pareció haber una explosión de escritura y una sed de más textos que nos representaran. Yo estaba fascinada por el poder de las voces de estas mujeres e impresionada por su urgencia por desafiar las opiniones simplistas sobre Irán y las iraníes, tanto por parte de los medios estadounidenses como del gobierno de Irán.
—Una sección se titula "Eje del mal". ¿Cómo llegó a este tema?
—Los iraníes no pueden vivir sin la política. Está en nuestra sangre. También es imposible ser iraní en el siglo XXI sin una suerte de sensibilidad politizada, dado el actual estado de Irán y su vínculo con otros países.
Cuando el presidente George W. Bush dio su célebre discurso sobre el "eje del mal", en enero de 2002, comprendí que ese era el comienzo de un nuevo clima de demonización iraní. Es imposible oír ese lenguaje sin sentir que perjudicará al mundo.
Sentí que tenía que escribir un poema con ese título. Seguí pensando en mi familia en Irán, en cuánto los amaba, y que quería estar cerca de ellos. Y términos como "eje del mal" nos causan dolor, los separan a ellos de mí, separan a los iraníes del resto del mundo, de Estados Unidos.
Realmente me dio pena que un lenguaje como ese ingresara en el discurso público. Ya sentía que los iraníes habían sido devastados por la política, tanto la de Irán como la de Estados Unidos.
Ése es, en realidad, el mal del mundo. El abuso del lenguaje y de las ideas y el "orwellianismo" de donde estamos. El mal no es la gente ni los países, sino quienes tienen sed de poder, quienes abusan del poder, quienes abusan del lenguaje.
Mi poema "Eje del mal" es sobre los modos en que la gente de todos lados —Irán, Iraq, Estados Unidos— sufren abusos por el mal de los gobiernos y pierden de vista la humanidad. La sección también está dedicada a quienes, en Irán y Estados Unidos, se resisten a ese abuso.
—¿Cuál es la diferencia entre una recopilación como esta y las memorias?
—Las memorias están guiadas por el deseo de un escritor individual de contar su historia. Es una forma literaria perfectamente válida y que los iraníes no han abrazado totalmente a causa de las proscripciones contra la autorrevelación, porque celebra al individuo por encima del grupo. También ha sido un género de elite en Irán. Pero para las mujeres de la diáspora ha sido un género muy importante.
También da a las personas una oportunidad de ver la diversidad de los iraníes fuera de Irán. En esta recopilación hay judías, bahais, musulmanas, pero, lo que es más importante, también aparece la idea de que no todos los iraníes son lo mismo o han tenido las mismas experiencias. Y que nadie, ni los medios de comunicación de Estados Unidos, ni el gobierno iraní, ni la así llamada comunidad iraní pueden o deben dictar qué es la "iranidad".
Para mí, lo interesante es ver cómo la cultura iraní se manifiesta a sí misma en nuevas formas, modelando la cultura estadounidense, subvirtiendo los paradigmas existentes durante mucho tiempo.
Para algunos iraníes eso es problemático, e incluso me han preguntado: "Éstas no son realmente mujeres iraníes, ¿no?". Mi respuesta es: "Seguro que lo son." ¿Por qué no? ¿Acaso no dicen algo que estuvo en su corazón? ¿No tienen un lugar desde el que hablar? Eso es, en parte, lo que puede hacer una antología: ayudarnos a ver cosas a través de una especie de efecto "caleidoscopio". Hay una riqueza real en eso.
—En estos días Irán está en el centro de las noticias. ¿Cómo pueden libros como el suyo ofrecer un panorama más real y más claro de la sociedad iraní?
—No estoy segura de que los libros puedan hacer un retrato claro, pero lo que sí pueden es abrir un diálogo sobre Irán que estuvo tan ausente en Estados Unidos, o incluso entre los propios iraníes. Me interesa cómo la literatura, el arte, el discurso nos vuelven capaces de tener una comprensión más profunda de nosotros mismos, de los errores que cometimos, cómo cambiamos.
Pienso que algunas personas objetarán algunas de las historias o experiencias plasmadas aquí, pero mi objetivo es complicar la imagen que los medios estadounidenese presentan sobre Irán. Hay mucho racismo, mucha simplificación del Medio Oriente, de Irán, del Islam, etcétera. La literatura puede ofrecer una visión humana.
En un momento en que en el poder hay hombres ansiosos de ir a la guerra y de comprometer a Irán en un conflicto militar, es esencial dar a los estadounidenses un sentido de la humanidad de ese lugar. La literatura puede emocionar a la gente de modos en que otras formas de expresión no pueden.
Yo no nací en Irán y nunca estuve allí. No puedo ir en este momento a causa de mi propia y compleja biografía —en cuyos detalles no voy a ingresar—, pero no quiero fingir que puedo ofrecer una comprensión o imagen singular de ese lugar. Es un problema complejo, igual que las personas.
Lo que más intento hacer es mostrar a los iraníes, a los estadounidenses y a los lectores de cualquier parte que Irán y su pueblo, desparramado por todo el globo, no son estáticos. Están cambiando, sumándose a y absorbiendo de las sociedades en las que viven. Este libro es más sobre un proceso que sobre un lugar.