La compra de armas pactada con Rusia por el gobierno de Venezuela está rodeada de espectacularidad debido al duro enfrentamiento verbal que mantiene con Washington, pero está lejos de alterar el equilibrio militar en América Latina y el Caribe, coinciden analistas.
"Yo no soy un agresor y no he venido a buscar armas para una guerra de todos contra todos", dijo el presidente venezolano Hugo Chávez en la central ciudad rusa de Ijevsk, donde nació Mijaíl Kalashnikov, el inventor de los fusiles AK.
"Simplemente, nuestro ejército tiene armas viejas y por eso debemos cambiarlas por otras, nuevas y fiables", agregó. Es el mismo argumento esgrimido por gobernantes y mandos militares en América Latina siempre que se adquiere armamento.
Con algunas de sus nuevas compras, efectivamente Venezuela reemplazará viejos sistemas de armas, comenzando por los fusiles belgas FAL, con más de 40 años de antigüedad, que utilizan los 80.000 efectivos de su Fuerza Armada.
Los cazabombarderos rusos Sukhoi-30, que se comparan con los modernos F15 estadounidenses, reemplazarán la flota de 21 F16 que Caracas compró en los años 80 a Washington y que ahora no son provistos de repuestos y mantenimiento como consecuencia del enfriamiento de las relaciones bilaterales, según Chávez y sus jefes castrenses.
También las naves patrulleras españolas compensarían la obsolescencia de la media docena de fragatas tipo "lupo" (lobo), adquiridas a Italia hace 30 años y de las que también se dotó Colombia. En concreto, las compras realizadas la semana pasada por Chávez a Moscú, por unos 3.000 millones de dólares, comprenden 24 aviones cazabombarderos Sukhoi 30MK, 53 helicópteros MI-17 y MI-35, 100.000 fusiles Kalashnikov AK-103 y la instalación y equipamiento en Venezuela de fábricas de esos rifles y sus municiones para abastecer el país y eventualmente para exportación.
En paralelo, Venezuela destinó unos 2.200 millones de dólares para negociar con España la adquisición de ocho barcos patrulleros (cuatro guardacostas y cuatro oceánicos), 10 aviones de transporte C-295 y dos de vigilancia marítima C-195.
Esos gastos son cuatro veces mayores que el presupuesto ordinario para la defensa de Venezuela, que equivale a 1,2 por ciento de su producto interno bruto (PIB), y que este país se ufana de mantener por debajo de los niveles de países vecinos.
El general y analista político Alberto Muller señaló a IPS que el país compra "armas para mantener el equilibrio estratégico que ha sido roto por el Plan Colombia", fuertemente apoyado con equipos y logística por Estados Unidos y presentado originalmente para combatir contra el narcotráfico y luego extendido a la lucha contrainsurgente.
El ministro de Defensa de Venezuela, el general Raúl Baduel, comentó que, "si se comparan los pertrechos militares que ha recibido Colombia con las últimas adquisiciones de Venezuela, encontraríamos una cifra que deja prácticamente irrisoria la que nuestro país pueda invertir".
Colombia, que afronta un conflicto armado interno desde ya medio siglo, tiene un presupuesto anual de defensa de 3.200 millones de dólares, 3,8 por ciento del PIB, monto que no incluye donaciones de cientos de millones en armamento estadounidense, en particular helicópteros.
Por su parte, Chile, inmerso en un programa de modernización tecnológica de sus Fuerzas Armadas, eroga igual porcentaje respecto de su PIB.
En cambio, Brasil, que es el gigante regional en la materia, destina 7.800 millones de dólares a la defensa, que significan apenas 1,5 por ciento de su PIB, según el Instituto Internacional de Investigaciones de la Paz en Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés). Países como Jamaica o República Dominicana gastan menos de 100 millones de dólares anuales.
Si la relación es por la cantidad de habitantes, Chile gasta 214 dólares al año en defensa por persona, Argentina 109 dólares, Colombia 77, Uruguay 75, Venezuela 66, Brasil 59, Cuba 50, Ecuador 49, Perú 30 y Bolivia sólo 15 dólares por persona, según la versión 2005 del manual básico sobre naciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.
La novedad en las compras venezolanas, que no tiene que ver con reemplazo de material obsoleto, está en los helicópteros MI, con los que este país busca contrapeso a los 35 Black Hawk y 45 Bell UH suministrados a Colombia por Estados Unidos.
"Parte del esquema de defensa de Venezuela descansaba en nuestros 80 tanques AMX-30 franceses (comprados hace tres décadas), pero su capacidad operativa es anulada por el peor enemigo que tiene un tanque, que es un helicóptero", explicó Muller, quien coordina el Estado Mayor Presidencial de la Defensa.
Un posible conflicto armado entre Colombia y Venezuela ha sido una hipótesis estudiada durante décadas en academias militares de ambos países. Estos países vecinos estuvieron cerca de ir a la guerra en 1987, cuando una corbeta colombiana ancló durante 10 días en aguas de un golfo compartido y pendiente de delimitación que Caracas siempre consideró propias.
Colombia compró en las últimas semanas 24 aviones Supertucano brasileños, por valor de 235 millones de dólares, en tanto Venezuela no pudo hacerse con una flotilla similar debido a un veto de Washington para que la constructora Embraer pudiera utilizar tecnología estadounidense en los aparatos.
Estados Unidos aplicó un veto similar al uso de aviónica suya en los aparatos que Venezuela encargó a la firma española CASA, un contrato de 632 millones de dólares.
Mientras, la revista Semana, de Bogotá, estimó que, en las actuales condiciones, "Colombia no está hoy en condiciones de responder a una hipotética agresión. La capacidad de inversión nacional no es tan grande como la de Venezuela y las necesidades del conflicto interno son diferentes a las que determinan el equilibrio estratégico internacional".
Aunque Chávez y el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, tienen posiciones ideológicas y de política exterior opuestas, en cada encuentro que sostienen descartan toda posibilidad de conflicto y reiteran su voluntad de paz y cooperación.
El gobernante venezolano se declara izquierdista y antiimperialista, mientras que Uribe sigue una línea derechista y es un estrecho aliado de Washington.
Generales venezolanos como Muller y Nicolás Albornoz Tineo opinan que la guerrilla colombiana es uno de los disuasivos para que Bogotá no se lance a un conflicto armado con Venezuela, pues esas fuerzas insurgentes aprovecharían para actuar desde la retaguardia y quizá podrían hasta hacerse con el poder en el vecino país.
Pero por encima de esas consideraciones, "está la convicción de que Estados Unidos, aún si debe donar material en vez de venderlo, no permitirá un desequilibrio de fuerzas y en particular del poderío aéreo entre Colombia y Venezuela", coincidieron en señalar a IPS diplomáticos latinoamericanos y europeos en Caracas.
Llamaron también la atención sobre "la vistosidad y espectacularidad que Chávez da a sus compras de armas", una materia en la que los gobiernos tratan de ser discretos.
Alfredo Rangel, de la fundación colombiana Seguridad y Democracia, estimó que "Chávez está convencido de que Estados Unidos lo quiere atacar y por eso, como demostración de fuerza, se pavonea con sus compras de armas y complace a su ejército".
Chávez agregó un componente de política doméstica al indicar, durante un mitin, que fusiles nuevos o reemplazados estarán a disposición de brigadas juveniles para defender la soberanía del país en caso de una agresión estadounidense.
Opositores suyos en el país, entre ellos el aspirante presidencial Julio Borges, del centroderechista partido Primero Justicia, lo acusan de "desarrollar una carrera armamentista para una guerra imaginaria, mientras en la realidad decenas de venezolanos mueren cada día víctimas del hampa".
Entre las organizaciones no gubernamentales, Alfredo Díaz, de la Red Venezolana por la Justicia y la Paz, reiteró a IPS que "los estados tienen derecho a dotarse de armas para la defensa, pero estamos en contra de comprar armas de largo alcance, ofensivas, y la Fuerza Armada debe ser cuidadosa acerca del destino de esas armas".
El presidente estadounidense George W. Bush desestimó que el gobierno de Venezuela pueda representar un peligro militar para los intereses de su país. "No lo veo (a Chávez) como una amenaza militar, Lo veo como una amenaza contra la democracia", dijo en una entrevista la semana pasada con la cadena de televisión estadounidense Fox News.
Existe desde hace tres años una fuerte controversia, hasta ahora retórica y diplomática, entre los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela. Bush ha criticado sistemáticamente todas las adquisiciones venezolanas de armamento. ***** + Instituto de Investigaciones de la Paz (http://www.sipri.org)
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