Poco se sabe de la salud del presidente de Cuba, Fidel Castro, y la pregunta sobre el destino del país sigue flotando en el aire, pero con el paso de los días el impacto que sucedió a la noticia de su intervención quirúrgica empieza a disolverse y esta capital retoma su ritmo habitual.
Cientos de personas recorren Obispo, la arteria comercial de La Habana Vieja, comprando cualquier cosa en sus tiendas de venta en divisa o en los puestos privados de expendio de pizzas, hamburguesas y bebidas refrescantes, frías para aliviar el calor y con mucho azúcar, como exige el paladar cubano.
Otros cientos, quizás miles, hacen filas para entrar a la famosa heladería Coppelia y a la feria Arte en La Rampa, ambas en el mismo centro de la ciudad, y una verdadera manifestación desciende del tren que conecta la urbe de dos millones de habitantes con Guanabo, una de las playas más visitadas al este de la capital.
Música alta, autobuses repletos, filas quilométricas, tráfico caótico, bares inundados de turistas y anuncios de grandes fiestas pegados en las paredes.
El silencio, la inercia, aquella tristeza rara que parecía flotar en el aire tras el anuncio, la noche del 31 de julio, de la enfermedad y el retiro temporal de Castro, cedió definitivamente el espacio a la rutina. El ruido, el buen humor y toda la "locura" cotidiana están de vuelta en esta isla del Caribe.
"Al mal tiempo, buena cara .Yo no hago nada sentada en mi casa, esperando a ver qué va a pasar. Mi familia completa está de vacaciones. Hay que disfrutar", dijo a IPS Mercedes Gómez, una ingeniera de 38 años que esperaba un auto privado de alquiler para irse a la playa con sus dos hijos, de 11 y 9 años.
Al lado de ella, uno de los tantos policías movilizados en estos días por toda la ciudad mantiene su posición alerta, como si estuviera en un puesto de observación militar. Aunque los niveles de vigilancia no bajan, la tensión inicial también parece estar cediendo junto a la recuperación de la cotidianidad.
El aumento de la presencia de policías y también militares en las calles de La Habana y en las carreteras se hizo evidente al amanecer del 1 de agosto. La noche anterior, la televisión estatal había transmitido una "proclama" del presidente Castro al pueblo de Cuba anunciando que, por primera vez en 47 años, delegaba el poder en otros dirigentes.
El texto, firmado con la letra del mandatario, aseguraba que había sido operado de urgencias por sufrir de "una crisis intestinal aguda con sangramiento (sic) sostenido".
Ante la obligación de "permanecer varias semanas de reposo", Castro decidió delegar "provisionalmente" sus funciones al frente del Partido Comunista de Cuba, del Consejo de Estado y como Comandante en Jefe del Ejército, al ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, su hermano Raúl Castro.
Con el mismo carácter temporal trasmitió a un grupo de altos dirigentes sus funciones como "impulsor principal" del Programa Nacional e Internacional de Salud Pública, Programa Nacional e Internacional de Educación y del Programa Nacional de la Revolución Energética en Cuba.
La posibilidad de la muerte y las dudas con "lo que vendrá" generó una gran incertidumbre en la isla y acapara desde el 1 de este mes los principales titulares de los medios de prensa en no pocos países del mundo. Los medios de comunicación cubanos, en tanto, se concentran en los mensajes de optimismo y apoyo al presidente.
"Al principio, la gente no quería ni hablar de eso era como si trajera mala suerte. Pero ya todo está como siempre. Si superó (Castro) los primeros días, es que no hay problemas, todo sigue igual", dijo a IPS un vendedor de libros viejos que, según dice, no quiere cambios en Cuba porque el tiene su "negocio redondo". Otra fue la reacción de una familia que, hace años, ve sólo la televisión extranjera con una antena ilegal. "Esto se está poniendo malo", dijo una ama de casa, de 37 años.
Granma, el órgano de prensa oficial del gobernante Partido Comunista, anunció el miércoles 9 una nueva ofensiva policial contra la instalación ilegal de antenas parabólicas y equipos de decodificación satelital para captar canales de televisión extranjeros, servicio que se presta en la isla sólo a personas o empresas extranjeras, centros turísticos y oficinas gubernamentales.
Un número importante de personas en toda esta isla caribeña han encontrado la vía de instalar antenas artesanales, equipos que consiguen en el mercado negro o tarjetas de suscripción al servicio contratado por un familiar emigrado. Los "canales", como se le dicen en Cuba, son preferidos sobre todo por las películas y las telenovelas.
También, en momentos cruciales como el que está viviendo la isla, la población persigue los noticieros en español. "A ver qué es lo que está diciendo el mundo", dijo un cubano, de 42 años, que no se extrañó de que el gobierno "aprovechara la actual coyuntura para arremeter contra las antenas".
"Buena parte de la programación que se recibe por esa vía es de contenido desestabilizador, injerencista, subversivo y convoca, cada vez más, a la realización de actividades terroristas", aseguró Granma y añadió que, por esa vía, la población recibe "mensajes anticubanos y hasta pornografía con niños, adolescentes y adultos".
"Ahora lo que hay que estar quieto en base", comentó otro cubano, de 30 años, recordando la posición del béisbol que en Cuba se usa como sinónimo de quedarse tranquilo en casa. "Yo guardé la antena en el armario. Cuando baje la ola, como siempre pasa, la vuelvo a sacar", dijo con cierta picardía.