Durante los próximos dos años, científicos a bordo de la goleta francesa Tara navegarán a través de los hielos del océano Ártico para estudiar las consecuencias del cambio climático en los hielos polares.
El Tara zarpó el 11 de julio del nororiental puerto francés de Lorient hacia el mar del Norte. Tras escalas en Oslo y en la septentrional terminal rusa de Murmansk, el navío hizo su última parada continental en el puerto siberiano de Tiksi, a unos 1.600 kilómetros del Polo Norte.
Su tripulación está compuesta por 15 expertos en ecología, fauna y flora ártica, marinos y personal médico.
"Nuestro propósito es identificar lo más precisamente posible los cambios climáticos que ocurren actualmente en los glaciares, la atmósfera y el océano en el Polo Norte, como consecuencia del calentamiento de la atmósfera, para mejorar la capacidad científica de simular los cambios futuros", dijo a Tierramérica Etienne Burgeois, propietario del navío Tara y codirector de la expedición en marcha.
"Creemos que nuestras investigaciones permitirán evaluar exactamente los diferentes impactos que el deshielo en el océano Ártico tendrá sobre el ambiente del polo y, como consecuencia de ello, en todo el hemisferio norte", añadió Burgeois.
La expedición, oficialmente llamada Arctic-Damocles, forma parte del cuarto Año Polar Internacional, que, bajo el patrocinio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), desde marzo de 2007 coordinará estudios internacionales multidisciplinarios en oceanografía polar, sociología, economía y ecología.
El año polar también celebrará los 125 años del primer acontecimiento de esa naturaleza, que tuvo lugar en 1882-1883 por iniciativa del marino y explorador austriaco Karl Weyprecht.
La odisea del Tara hacia el océano Ártico también forma parte del programa europeo de investigación polar Damocles, centrado en la investigación del deshielo en el Polo Norte.
Burgeois dijo a Tierramérica que "la observación vía satélite del Polo Norte ha permitido establecer un deshielo del Ártico de entre ocho y 10 por ciento durante el verano en los últimos 30 años".
Observaciones hechas por submarinos estadounidenses a fines de la década pasada, sugieren una disminución de hasta 40 por ciento del espesor de los glaciares en el mismo periodo, añadió.
"Estos cambios en el océano Ártico proporcionan una indicación precoz de las futuras consecuencias climáticas y sociales del efecto invernadero", afirmó Burgeois.
Si el deshielo del océano Ártico continúa a este ritmo, en algunas décadas sus glaciares desaparecerán durante el verano, provocando graves desórdenes climáticos y ambientales, incluyendo un ascenso dramático del nivel del mar y la probable desaparición de miles de especies.
Para estudiar estos fenómenos, el Tara está dotado del equipo electrónico más moderno disponible actualmente, que permitirá recolectar y analizar pruebas de hielo, aire y agua durante los próximos dos años.
El navío, con una enorme plancha de vela hecha de aluminio, dispone también de turbinas de viento para generar energía limpia y puede almacenar hasta 200 toneladas de equipo, material médico y alimentos.
Pese al deshielo del Polo Norte, durante el invierno el océano Ártico se congela. Esto hará que el Tara quede atrapado por el hielo, debiendo seguir, por varios meses, las corrientes naturales de la región.
Durante los dos inviernos a pasar en el hielo, el navío se convertirá en una plataforma de observación y de investigación sobre las degradaciones del ambiente Ártico. Será visitado regularmente por científicos y equipo médico, y estará en contacto regular con los centros de coordinación del Pnuma, Damocles y otros programas científicos europeos.
Para Achim Steiner, director ejecutivo del Pnuma, "la expedición del Tara permitirá comprender los cambios climáticos que ocurren en la región ártica y diseminar el mensaje de que tales fenómenos en las regiones polares interesan a toda la raza humana".
El Tara es un velero construido especialmente para dejarse arrastrar por corrientes marinas y perteneció al legendario marino neocelandés Robert Blake. Con el nombre "Seamaster", sirvió a Blake, representante especial de la Organización de las Naciones Unidas que fue asesinado por piratas en diciembre de 2001 durante una expedición en la Amazonia.
En 2003, tras la trágica muerte de Blake, Burgeois, un apasionado marino de 45 años, adquirió el buque para utilizarlo en expediciones científicas como la actual. Durante el verano austral de 2005, por ejemplo, Burgeois pasó varias semanas en la Antártida, junto con el renombrado fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, en el Tara.
Esta vez, a Burgeois lo acompañan, entre otros, el marino y activista francés Bernard Buigues, de 51 años —que organizó numerosas expediciones al Polo Norte y Siberia en casi dos décadas— y Christian de Marliave, de 53 años, autor de varios libros sobre la ecología del océano Ártico y de la Antártida y considerado uno de los más importantes especialistas en las regiones polares.
El jefe de la expedición es el neozelandés Grant Redvers, doctor en ciencias ambientales de 33 años, quien, pese a su juventud, posee una larga experiencia en exploraciones marinas científicas, tanto en su país de origen como en la Antártida, en la Patagonia y en Georgia del Sur.
Otros miembros de la tripulación científica del Tara son los ambientalistas marinos Hervé Le Goff, de Damocles, Sergey Pisarev, del Instituto Ruso de Oceanología, y la periodista rusa Svetlana Murashkina.
* El autor es corresponsal de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el 12 de agosto por la red latinoamericana de Tierramérica.