La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tomó el control del sur de Afganistán, dominado por la insurgencia y antes vigilado por Estados Unidos, con la promesa de «golpear con severidad» al renaciente movimiento islamista Talibán cuando sea necesario.
El comandante de la Fuerza de Asistencia de Seguridad Internacional en Afganistán (ISAF, por sus siglas en inglés), el general británico David Richards, indicó que sus soldados, ahora bajo comando de la OTAN, continuarán usando todos sus recursos para responder a los crecientes ataques insurgentes.
"Mantendremos nuestra capacidad y golpearemos implacablemente a los enemigos de Afganistán cuando sea necesario", advirtió.
La semana pasada, 12 policías afganos que viajaban en dos camiones fueron asesinados por error en un ataque de la coalición británico-estadounidense en la sudoriental provincia de Paktika.
El portavoz de la coalición en la base de Bagram, Paul Fitzpatrick, insistió en que los dos camiones pertenecían al Talibán, y que huían luego de haber sido detectados por el ejército afgano y las fuerzas de la coalición.
"Las fuerzas están seguras de que los camiones destruidos por sus aviones eran los mismos que huían del sitio de un ataque contra una patrulla de la coalición", señaló Fitzpatrick el viernes, un día después del incidente.
Además, anunció que se iniciaría una investigación conjunta con las autoridades afganas.
Pero el gobierno provincial no esperó. El sábado, el gobernador de Paktika, Akram Khpalwak, dijo haber concluido una investigación propia cuyos resultados serían informados al presidente Hamid Karzai.
Las familias de los policías asesinados recibieron una compensación, y el propio jefe de Estado pidió que se les brindara una mayor asistencia.
"Estoy muy triste por este trágico hecho, y quiero una investigación inmediata para descubrir qué fue exactamente lo que ocurrió. Le he pedido insistentemente a las fuerzas de la coalición que tengan el máximo cuidado mientras realizan las operaciones", dijo Karzai.
Desde su despliegue hace tres años en el norte y oeste de Afganistán, las ISAF han expandido gradualmente su presencia. Su nueva misión en el sur del país, considerada por muchos como demasiado peligrosa, coincide con un auge de los combates desde que fuera derrocado el Talibán en 2001.
Las prioridades de la OTAN son mantener la seguridad, extender la autoridad del gobierno central y acelerar el proceso de reconstrucción. La organización se comprometió a consultar y a coordinar todas sus actividades con el gobierno afgano y con la comunidad internacional, así como evaluar su estrategia cada dos meses y dos veces por año.
Justamente en estos puntos fue que fracasó la coalición liderada por Estados Unidos.
Autoridades de la OTAN subrayaron que no participarán de operaciones antiterroristas, sino que intentarán colaborar en el proceso de reconstrucción y reaccionar contra los que intentan desbaratarlo, así como fortalecer el poder del gobierno central afgano.
Pero muchos afganos se preguntan si los países de la OTAN serán capaces y estarán dispuestos a ganar una guerra contra los insurgentes y contra quienes los apoyan desde el exterior.
Esto implicaría controlar a las mafias de la droga, negociar con países vecinos y presionar al presidente Karzai para que erradique la corrupción de su gobierno.
Es poco probable que esta alianza occidental derrote a los insurgentes sólo combatiéndolos en las aldeas afganas. La inseguridad en el sur está vinculada con el constante cruce fronterizo de combatientes islámicos desde Pakistán.
La OTAN también deberá abocarse a poner fin al apoyo al Talibán desde el propio Afganistán. El tiempo corre, y las protestas diplomáticas cordiales han de ser reemplazadas por una acción más decidida de parte de la comunidad internacional.
* Publicado en acuerdo con el Killid Media Group.
***** + AFGANISTÁN: Relaciones peligrosas (https://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=38204)
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