Una prolongada sequía y el avance de los cultivos de amapola para fabricar drogas sobre los de trigo han desatado una ola de hambre que afecta a millones de afganos.
La producción de trigo cayó de 4,4 a 3,7 millones de toneladas este año. El Ministerio de Agricultura atribuye a la sequía la aguda caída de la superficie sembrada con la principal fuente de alimentos de la mayoría de los afganos.
Pero expertos alegan que esa sequía no es el único factor de la actual crisis del trigo.
En la ecuación, dicen, es clave el cultivo de amapola (adormidera, materia prima del opio, la morfina y la heroína). Los productores afganos logran ganancias mucho mejores con este producto. Como consecuencia, pocos quieren cultivar trigo.
Los agricultores afganos no logran mercados para su producción a causa de las importaciones de harina de trigo procedente de países vecinos, más barata que la nacional.
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Un agricultor de la occidental provincia de Herat dijo a The Killid Group que si el mercado de trigo continúa en estas condiciones, los agricultores que aún no lo han hecho no tendrán más opción que volver a cultivar amapola, actividad en aumento desde 2005.
La prolongada sequía contribuyó con la crisis agrícola en Afganistán. Trece provincias afrontan problemas alimentarios debido a la escasa lluvia y al calor.
Agricultores de la central provincia de Dai Kundi se arriesgan a perder una valiosa cosecha de almendras por la sequedad. En Helmand, miles de personas abandonaron sus aldeas en busca de comida. El gran río que le da nombre a la provincia se secó.
En una época de recalentamiento planetario, la escasez de agua, la sequía y las calamidades naturales son causas reales de preocupación. Pero con una planificación adecuada y una respuesta puntual del gobierno esto puede ser abordado.
El gobierno federal debería disponer la construcción de nuevas represas y sistemas de distribución de agua y rehabilitar los existentes. Al menos dos tercios de los establecimientos agrícolas del país dependen del agua de irrigación.
El Ministerio de Agricultura tiene la responsabilidad de asistir a los agricultores, proveyéndolos de semillas mejoradas y fertilizantes, mejor acceso al agua, nuevas tecnologías y equipamiento mecanizado, créditos y materiales y acceso a mercados internos y externos.
Los cultivadores afganos se merecen una mayor protección gubernamental, que puede concretarse mediante nuevas leyes y la regulación de las importaciones de trigo barato de países vecinos.
Los agricultores se quejan de la lentitud del gobierno para abordar sus problemas. Hay dificultades para acceder a información sobre el precio de las materias primas y los mercados agrícolas dentro y fuera del país. Tampoco hay créditos financieros o materiales, ni semillas mejoradas, fertilizantes o pesticidas disponibles.
Los cultivadores afganos en que estos problemas son la raíz de la escasez de alimentos. A causa de la caída de precios, no les vale la pena cosechar y vender lo recolectado.
Muchos analistas ven el plan quinquenal presentado por el Ministerio como un paso en la dirección correcta. Pero las estrategias y los planes mayormente se quedan en el papel.
El 25 de julio, en una conferencia de prensa realizada en Kabul, el segundo vicepresidente y presidente del comité de asistencia para la emergencia, Mohammad Karim Khalili, dijo que las encuestas revelaban que 2,5 millones de afganos sufrían severos problemas alimentarios.
La ONU y el gobierno afgano solicitaron conjuntamente 76,4 millones de dólares en asistencia alimentaria. Afganistán necesita importar 1,2 millones de toneladas de trigo para revertir la caída de la producción.
Hasta ahora, la mayor contribución procedió de la gubernamental Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid), que prometió 20 millones de dólares al Programa Mundial de Alimentos (PMA). Japón prometió tres millones de dólares.
Según el ministro de Agricultura e Irrigación, Obaidullah Ramin, se necesitarán siete millones de dólares para el mantenimiento de suministros hídricos, nueve millones de dólares en comida para animales y 50 millones de dólares en otros alimentos. La suma restante será destinada a otros programas.
La economía agraria no se recuperó de la severa sequía entre 1998 y 2001. Apenas 15 por ciento de la tierra cultivable de Afganistán, la mayor parte en valles dispersos, es realmente cultivada. Años de sequía e inestabilidad elevaron el endeudamiento rural.
Si el gobierno no halla una manera de abordar rápidamente la crisis del trigo en el país, los cultivadores afganos se dedicarán a cultivar amapola a una escala mucho mayor. Esto colocaría al gobierno en un dilema real a largo plazo.
* Publicado en acuerdo con The Killid Group ***** +AFGANISTÁN:Relaciones peligrosas (https://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=38204) +AFGANISTÁN: Un callejón aún sin salida (https://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=38197) (FIN/IPS/traen-js-mj/sb-rdr/ip if dv/06)