Algunos pocos profesionales de la prensa se vieron en apuros cuando en un taller para periodistas se les pidió explicar por escrito el sentido de «sexo» y «género», dos conceptos que, paradójicamente, emplean a menudo en sus artículos.
"He pedido esto en otras ocasiones y muchos hombres del auditorio suelen abandonar el salón. Cierren las puertas por favor", bromeó el belga Laurent Duvillier, asistente de comunicación del Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación de las Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer (Instraw, por sus siglas en inglés), con sede en República Dominicana.
En una de las sesiones del taller "Ambiente, biodiversidad y desarrollo son noticia. Por qué y cómo informar sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio" (ODM), Duvillier, periodista y comunicador, puso en discusión uno de los puntos débiles del compromiso asumido en 2000 por la comunidad internacional.
Así sentó la pauta del debate que propuso durante el encuentro organizado por la agencia de noticias IPS el 26 y 27 de julio en la capital panameña para sensibilizar a periodistas y medios de comunicación sobre la importancia de informar de los problemas del desarrollo.
"El género es un asunto de hombres y mujeres y que tiene que ver con las relaciones entre los dos", dijo Duvillier. Sin embargo, más allá del tercero de los ocho ODM (promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer), "son muy pocas las referencias explícitas a una perspectiva de género" en los objetivos, remató. Al taller acudieron casi una veintena de periodistas de América Central, República Dominicana y Cuba. Este fue el segundo de cinco previstos y organizados por IPS con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En junio, Bogotá fue la sede del primero, dedicado a comunicadores de la región andina.
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Los otros puntos de los ODM proponen erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH/sida y otras enfermedades graves, garantizar la sostenibilidad del ambiente y fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
Pero, de los 1.300 millones de seres humanos indigentes en el mundo, 70 por ciento son mujeres, que además constituyen 75 por ciento de las personas analfabetas y ganan sólo 10 por ciento de los ingresos, a pesar de que trabajan dos tercios de las horas laborables y producen la mitad de los alimentos del mundo.
A juicio del experto, una lectura con perspectiva de género llevaría a concluir que en ninguna región ni país del mundo existe igualdad de derechos legales, sociales o económicos entre hombres y mujeres, además de que la "igualdad de género no se limita a un ODM, sino que se aplica a todos los demás".
Sin embargo, y aunque 52 por ciento de la población mundial es femenina, esa inequidad que reflejan las estadísticas no es de interés de la prensa. Solamente cuatro por ciento de las noticias destacan temas relacionados con la igualdad y desigualdad de género, de acuerdo con una investigación realizada en 2005.
El análisis de unos 13.000 medios de prensa efectuado por el Proyecto de Monitoreo Global de los Medios, coordinado por la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC, por sus siglas en inglés), arrojó además que sólo 21 por ciento de las noticias se ocupan de mujeres.
Por otra parte, la Cumbre Mundial 2005, una reunión de seguimiento realizada en septiembre del pasado año en la sede la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, puso en evidencia que falta mucho para cumplir los ODM, que proponen metas específicas a cumplir antes de 2015 y 2020.
La ejecución de esos compromisos requiere voluntad política de los gobiernos, pero también cooperación internacional, especialmente para aquellos países con menores recursos.
Los países industrializados se comprometieron hace décadas a dedicar 0,7 de su producto interno bruto (PIB) a la asistencia para el desarrollo. "Aún se está esperando que cumplan", indicó Diana Cariboni, editora regional de IPS para América Latina.
"Los gobiernos tienen que establecer políticas, acuerdos para poder progresar en el cumplimiento de las metas", dijo a IPS Roberto Galvez, representante residente interino del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Panamá, poco después de dejar instalado el taller.
Para Duvillier, los ODM no son una "panacea", y quizás los gobiernos incumplan sus promesas, pero la sociedad civil tiene en ellos un valioso instrumento para presionar. "Es la primera vez que se formula una política tan global de alto nivel bajo un marco de desarrollo con metas y compromisos, con plazos determinados. Hay una fecha, y eso sí es bueno", indicó.
"Ahora los ODM serán una pauta diaria de trabajo en el periódico", comentó a IPS la periodista Thelma Mejía, editora general del diario digital de Honduras ConexiHon.com, una publicación del Comité por la Libre Expresión leída por "tomadores de decisiones" de los ámbitos gubernamental, de cooperación o financieros, como el Banco Mundial.
"Nuestros temas son retomados después por los medios masivos. No vamos a cambiar situaciones, pero sí podemos incidir de alguna manera. El nuestro es un periodismo de contraste", añadió Mejía.
Para el español Alberto Mendoza, periodista del Diario de Hoy, de El Salvador y colaborador de IPS, lo estimulante está en no hablar de los ODM "en frío", sino a partir de historias humanas y nuevos enfoques.
"Del taller me interesó la relación entre pobreza y biodiversidad. Mejorar la calidad de vida requiere mejorar el entorno. En América Central la pobreza está destruyendo el ambiente. Al buscar las personas su sustento diario, destrozan su entorno", señaló.
De acuerdo a informes de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) el crecimiento poblacional es mayor en las áreas críticas de la biodiversidad (un promedio de 1,8 por ciento) que en el plano mundial (1,3 por ciento), debido a las altas tasas de fertilidad y migración en esas zonas.
En Petén, región septentrional de Guatemala, la pérdida de bosque por cada persona adicional se estima entre cuatro y siete hectáreas, en tanto la mayoría de los hogares de las zonas rurales de los países en desarrollo dependen de la madera como combustible, sostuvo la coordinadora de Equidad Social de la oficina de UICN para Mesoamérica, Guiselle Rodríguez.
"El consumo de leña se ha convertido en una causa importante de la erosión y la deforestación", alerta la UICN, una alianza internacional de organizaciones y personas que trabajan por asegurar el uso equitativo y sostenible de los recursos naturales.
El taller incluyó una jornada de conferencias y un recorrido por barrios del Casco Antiguo de Panamá en los cuales se llevan a cabo proyectos de restauración y rehabilitación de viviendas de interés social.