Amancio, un policía militar de Río de Janeiro, fue gravemente herido por la espalda con un fusil de guerra disparado por bandidos, según la versión oficial. Pero en realidad era «fuego amigo» y de frente, relató a un amigo poco antes de fallecer en el hospital.
Después de un combate con una banda de narcotraficantes en una "favela" (barrio marginado y hacinado), Amancio se sintió a salvo cuando avistó a un grupo de colegas. Les hizo una seña, pero recibió como respuesta un balazo en el vientre.
Era negro, estaba armado y no llevaba uniforme, pues se encargaba de buscar información. No comprendió por qué sus compañeros dispararon sin darle oportunidad de identificarse. Par él fue fatal ser negro. Lo sepultaron como a un héroe, víctima del enemigo.
Este caso abre el libro "Elite da tropa" (Elite de la tropa), en el que André Batista, capitán de la Policía Militar de Río, su ex colega Rodrigo Pimentel y Luiz Eduardo Soares, antropólogo y ex secretario nacional de Seguridad Pública, describen por medio de 23 historias la corrupción, la hipocresía y las violencias que pudren por dentro a la institución policial.
El libro utiliza la ficción, pero se basa en hechos y personajes reales, con nombres ficticios que ocultan sus identidades, pero no los crímenes cometidos en nombre del combate a la delincuencia.
Torturas, ejecuciones sumarias, intrigas y la disputa descontrolada por el poder hacen que la policía sea otra cara del crimen, en parte por la naturaleza irrecusable de su misión, y en parte por las distorsiones que le quitan eficacia a su función.
La primera parte del libro intenta retratar al Batallón de Operaciones Policiales Especiales, considerado la elite de la Policía Militar porque sus casi 150 miembros son entrenados "para ser la mejor tropa de guerra urbana del mundo", listos para enfrentar misiones de alto riesgo en las favelas dominadas por el narcotráfico.
Allí desfilan 22 dramas vividos por sus efectivos, según la visión de la violencia de un capitán que oscila entre la adhesión y el rechazo al espíritu que orienta las acciones de esa tropa de elite. Su sensibilidad lo llevó a estudiar derecho en la universidad y a describir en este libro las llagas internas de la institución.
La parte final, de 150 páginas, cuenta en forma de guión cinematográfico un episodio que involucra al secretario estadual de Seguridad Pública, a comandantes de las policías militar y civil, a un jefe del narcotráfico y a varias personas atrapadas en un drama mortal, algunas de ellas mujeres.
Más que la complicidad, se revela allí la asociación o fusión entre policía y criminales, con extorsiones, canje de favores y grupos policiales actuando en función de sus propios intereses ilegales.
Así se fuerza a un líder de narcotraficantes a volver a su puesto en una favela para seguir aportando sus ganancias a la campaña electoral de un jefe policial que aspira a ser diputado.
"Elite de la tropa" no es gran literatura ni busca efectos estéticos, sino mostrar de forma cruda, visceral, la violencia desde el punto de vista de la policía.
El antropólogo y politólogo Luiz Eduardo Soares se destacó por sus estudios sobre la violencia, como profesor universitario y activista de una organización no gubernamental.
Llegó a ser coordinador de Seguridad, Justicia y Ciudadanía del gobierno estadual de Río de Janeiro en 1999 y secretario de Seguridad Pública en el primer año del actual gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Le tocó entonces ser el principal responsable de formular la política nacional de seguridad que se aplica a medias en este país después de su dimisión, en octubre de 2003, por acusaciones de nepotismo, debido a que contrató a su ex esposa y a la actual en su Secretaría.
En este libro, como en uno anterior firmado junto a dos activistas del movimiento de hip hop en las favelas de Río, Soares actuó como orientador y organizador para que las experiencias vividas por sus coautores fueran difundidas de manera eficaz.
El propósito es desnudar las entrañas de la policía como parte del gran problema de la violencia urbana en Brasil. Comprender cómo funcionan las instituciones de seguridad pública y sus lacras internas es condición para un debate más amplio y la búsqueda de soluciones efectivas. (