CUBA: La «transición» de Castro

El presidente de Cuba, Fidel Castro, dedicó su discurso más esperado de cada año a contraponer los éxitos de los programas sociales de su gobierno a las propuestas de transición para la isla aprobadas por su par de Estados Unidos, George W. Bush.

Avanzar hacia "un mundo más justo", con una base educativa sólida, es la única "transición" posible para Castro que, 18 días antes de cumplir 80 años, evitó los ataques encarnizados contra Washington por el último endurecimiento de su política hacia Cuba.

Castro habló durante más de dos horas en la mañana de este miércoles, en el acto central por el Día de la Rebeldía Nacional. Cada 26 de julio, el gobierno de esta isla caribeña recuerda el asalto al cuartel Moncada, que marcó el inicio del movimiento insurreccional que desembocó en el triunfo de la Revolución Cubana, el 1 de enero de 1959.

Granma, la provincia sede de los festejos este año ubicada en el extremo oriental del país, "no necesita ningún plan de transición 'yanqui' para alfabetizar, vacunar y atender la salud de la población", afirmó el presidente, convencido de que Cuba tiene hoy "lo que más de 40 millones de norteamericanos no tienen".

Conocido también como "el plan Bush", el programa de Washington para una transición política en la isla de régimen socialista data de mayo de 2004 y fue complementado el 10 de este mes por un nuevo informe de la Comisión de Asistencia a una Cuba Libre.

Entre sus aristas más polémicas, está la creación de un fondo de 80 millones de dólares para apoyar a la sociedad civil cubana, en los próximos dos años. A ese primer aporte, destinado exclusivamente a organizaciones opositoras, se pretende sumar no menos de 20 millones de dólares anuales hasta la "caída" del actual régimen liderado por Castro.

El texto propone rastrear el destino de exportaciones cubanas, prohibir el envío de remesas por terceros países, limitar los viajes de sectores religiosos y revisar las reglas de exportación de equipos médicos estadounidenses a la isla para que no sean utilizados en los programas cubanos de salud en otros países.

Asimismo, el plan estadounidense sugiere crear un grupo de trabajo para garantizar una mejor aplicación de las sanciones económicas, impuestas a la isla hace más de cuatro décadas, formar una coalición de países para fomentar la transición en Cuba y contactar a naciones donantes e instituciones multilaterales de crédito para crear un "fondo multimillonario" de apoyo a un futuro gobierno democrático.

Las nuevas medidas se suman a un amplio paquete aprobado en 2004, que incluyó la reducción significativa de los contactos entre la emigración cubana en Estados Unidos y sus familiares en la isla, un mayor control sobre los viajes de ciudadanos de ese país a la isla y el nombramiento de un Coordinador de la Transición en Cuba, en el Departamento de Estado (cancillería) en Washington.

En la práctica, los dos primeros años del plan Bush afectaron, sobre todo, a la familia cubana, que sufrió severamente el impacto de la reducción de las remesas de dinero desde el país norteamericano y de un gravamen impuesto al cambio del dólar en la isla, como respuesta a esas medidas de Bush.

Ahora, sectores de la sociedad civil, como el Consejo de Iglesias de Cuba (CIC), ven amenazadas las posibilidades de recibir ayuda humanitaria de entidades afines radicadas en territorio estadounidense por ser catalogadas en el nuevo informe como "controladas por el Estado".

Decir que el CIC es controlado por el gobierno de Castro "es un desconocimiento intencionado del trasfondo histórico del trabajo de las iglesias cubanas y del Consejo", dijo a IPS la reverenda Rhode González, presidenta de esa institución religiosa y pastora de la Iglesia Cristiana Pentecostal.

En contra se han pronunciado también representantes de los sectores moderados de la oposición cubana como Manuel Cuesta Morúa, de Arco Progresista, quien consideró que la oferta de 80 millones de dólares da razones para que el gobierno cubano afirme que todos los disidentes están financiados por Estados Unidos.

Sin profundizar en esta ocasión en el conflicto que separa a La Habana de Washington desde 1959, Castro enumeró algunos indicadores que muestran el nivel de vida alcanzado en las últimas décadas por la población de la isla, de más de 11,2 millones de habitantes en la actualidad, sobre todo en la esfera de la salud.

Según el mandatario, 99,9 por ciento de los partos se atienden en instituciones de salud, la mortalidad infantil sigue descendiendo por debajo de los seis fallecidos por cada 1.000 nacidos vivos, la esperanza de vida al nacer alcanza los 77 años y cada vez hay más personas mayores centenarias.

"Que no se preocupen los vecinitos del norte, que no pretendo ejercer mi cargo hasta los 100 años", bromeó Castro.

"Hace falta sin duda una transición", añadió en el mismo tono. "No se puede soportar" que la esperanza de vida, en una "islita bloqueada" económicamente por Estados Unidos hace más de cuatro décadas, sea 1,2 años más alta que el promedio de los países industrializados, comentó.

* Aportes de Orlando Matos

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