El gobierno de Venezuela reorienta la búsqueda de proveedores de armamento debido al veto impuesto por Washington a esos negocios con Caracas. Ahora, el nuevo socio es Rusia. Pero la diversificación de fuentes de abastecimiento bélico rige desde inicios del siglo XX en este país sudamericano.
Con el distanciamiento político entre Venezuela y Estados Unidos y la prohibición de Washington a vender armas a Caracas, el gobierno venezolano anunció esta semana que planificaba convertir a Rusia en su socio para la fabricación de fusiles Kalashnikov AK-103 y de repuestos para aviones de combate Sukhoi.
La posibilidad de que, con esta nueva asociación, Venezuela ingrese en una carrera armamentista es rechazada por el presidente de la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares, general Gustavo Ochoa Méndez.
El militar sostiene que el compromiso de Venezuela con la paz está sellado en la Constitución, que "no habla de ir a otros países a invadir, ni de venderle a terceros las armas que se fabrican en el país"..
Pero el último informe del Instituto Internacional Estocolmo para la Investigación sobre la Paz, publicado este mes, sostiene que el aumento de los ingresos procedentes del petróleo se tradujo en Venezuela en un incremento de los gastos militares en 2005, y que este país se convirtió en el tercero de América del Sur que más elevó esos gastos, después de Brasil y de Chile.
Sin embargo, los recursos destinados al sector militar siguen siendo muy bajos en comparación con Chile y con Colombia —los mayores compradores de armas de la región sudamericana— y "hasta modestos", dijo a IPS el general retirado y analista Alberto Müller Rojas.
Este año llegaron a Venezuela unos 30.000 fusiles Kalashnikov rusos y los primeros helicópteros de la misma procedencia.
Caracas pretende comprar hasta 40 helicópteros rusos MI-17 y MI-35, de los que ya llegaron tres, mientras que para los 80.000 efectivos de su Fuerza Armada se adquirieron 100.000 fusiles AK-103, la última generación de los Kalashnikov, por 400 millones de dólares.
También se encargó a España 10 aviones de transporte C-295, dos de vigilancia CN-235, cuatro barcos patrulleros costeros y cuatro de navegación oceánica, por un total de 2.000 millones de dólares. En tanto, Caracas se propuso adquirir de Brasil una veintena de aviones Super-Tucano para entrenamiento militar y vigilancia fronteriza.
Para el analista político y sociólogo Alberto Garrido, la relación militar entre Caracas y Moscú forma parte de "una alianza multipolar conformada por Rusia, China e Irán" para hacer frente a la presión estadounidense, en la cual Rusia se convierte en proveedora de armas para el país sudamericano.
Sin embargo, Garrido considera que esa asociación para compra y fabricación de armamento no reviste gran importancia, si bien sería preocupante que armas ligeras como los Kalashnikov fueran a parar a manos diferentes de la Fuerza Armada venezolana y terminen por no utilizarse para la defensa nacional.
Esta asociación estratégica es una "modalidad innovativa" en la fabricación de armas venezolanas, según Müller Rojas, porque nunca antes este país se asoció para la transferencia de tecnología en el área militar, y sus antecedentes en fabricación de armamento fueron con tecnología propia, como en el caso del primer vehículo militar desarrollado en los años 60 y que se denominó Sargento.
La nueva estrategia defensiva supone la ampliación de la Fuerza Armada en por lo menos 10 veces su tamaño, ahora de unos 80.000 efectivos —entre Ejército, Fuerza Aérea, Armada y Guardia Nacional—, lo cual tomará entre cinco y 10 años, según las estimaciones gubernamentales.
El proyecto de asociación con Rusia para fabricar fusiles AK-103 y repuestos para los aviones de combate Sukhoi, que el país sudamericano adquirirá próximamente, se firmará durante la visita del presidente Hugo Chávez a Moscú en julio.
Según declaraciones del embajador de Venezuela en Rusia, Alexis Navarro, no se descarta que se puedan comprar 24 aviones de combate este año.
Para la fabricación de Kalashnikov y de municiones se construirán dos plantas en el central estado agroindustrial de Aragua a un costo de 300 millones de dólares. El proyecto generará 800 empleos directos y 5.000 indirectos, según las autoridades.
Desde principios del siglo XX, cuando se reorganizaron las fuerzas armadas bajo la Presidencia del general Cipriano Castro (1899-1908), Venezuela asumió como política la multiplicidad de fuentes para su abastecimiento armamentístico.
Por esta razón, la decisión de Washington del 15 de mayo de prohibir la venta de armas a Venezuela alegando que este país "no coopera suficientemente en la lucha contra el terrorismo", no afectó en gran medida el sistema de renovación del parque de armamentos, pues pese a la cercanía histórica con Estados Unidos, sólo 25 por ciento de éste es de origen estadounidense.
En enero, el canciller brasileño Celso Amorim calificó de "absurda" la decisión de Washington de vetar la venta a Venezuela de 25 aviones brasileños Super Tucano con tecnología estadounidense, por un monto de 200 millones de dólares.
Amorim recalcó entonces que "Venezuela no es una amenaza militar para nadie".
"Sería conveniente abrir un debate nacional, porque yo no creo que ese sea un problema sólo de nosotros, los militares. Allí debe haber una participación mucho más activa en la discusión de estos temas, porque la defensa del país, tal como la considera la propia Constitución, es de la corresponsabilidad de todos sus ciudadanos", dijo a IPS Müller Rojas.
Por su parte, Garrido considera que un eventual enfrentamiento militar entre Estados Unidos y Venezuela depende de que este país suspenda o no sus ventas de petróleo al mercado estadounidense, pues ya "todo está dado para que la confrontación se dé".