Decidida y rápidamente, Matilde, una niña de 12 años con síndrome de Down e hiperactiva, entra en comunión con un caballo en el establecimiento rural de equinoterapia del fisiatra uruguayo Néstor Nieves.
La interacción con el animal actúa como un estimulador múltiple para Matilde. Quien la guía es un especialista en psicomotricidad, uno de los siete hijos de Nieves y de su esposa, la educadora Ana María Reyes, que llevan a cabo esta experiencia en una hacienda alquilada a escasos 30 minutos de automóvil del bullicioso centro de Montevideo.
La equinoterapia "se basa en el aprovechamiento de las cualidades naturales del caballo para buscar la rehabilitación integral del individuo, concebido como un ser psicosocial portador de una o múltiples discapacidades, que integra armónicamente salud, educación y equitación", señala un folleto escrito por el ya fallecido Carlos Barboza, médico y compañero iniciador de la aventura de Nieves en la no gubernamental Asociación Nacional de Rehabilitación Ecuestre (ANRE).
"Son muy pocas las patologías que no se benefician del juego con el caballo. La relación con este animal genera vínculos con el equipo multidisciplinario, actúa como estimulador múltiple, en el área motora con su movimiento tridimensional y repetitivo", indicó Barboza en su escrito.
Néstor Nieves explica a Tierramérica los avances logrados con la equinoterapia en personas con las más disímiles patologías físicas, psíquicas o sociales, mientras recibe a sus primeros pacientes en una mañana de domingo bañada por un acogedor sol otoñal. El paseo a caballo puede llegar a una hora en promedio, invadiendo incluso la vecina huerta orgánica, e incluye otros acercamientos al animal, como el cepillado y la preparación de la montura.
"Trabajamos sobre tres ejes temáticos: la educación, la salud y la emergencia social", detalla Nieves, mientras su esposa comienza su paciente tarea con Matilde.
También la madre y el hermanito menor de la niña se integran al trabajo y al entorno, descargan tensiones y participan en sus progresos evidentes.
"Se supone que un individuo, al paso de su caballo, hace como 1.800 ajustes tónicos, a la vez que genera estímulos psicológicos", describe el especialista.
La tarea es multidisciplinaria e involucra a médicos, fisiatras, educadores, sicólogos, terapeutas ocupacionales y pediatras.
Los pacientes son personas con amputaciones, distrofia muscular, lesiones medulares, ceguera, sordera, autismo, síndrome de Down, trastornos emocionales, adicciones, retardo mental y una docena más de patologías.
A ello se suman jóvenes expulsados del sistema educativo o laboral como consecuencia de la profunda crisis económica que atraviesa el país, como remarca Nieves, quien se considera en constante aprendizaje.
Para eso mantiene estrechos vínculos con experiencias de terapias integracionales de larga data en Cuba y de equinoterapia de Brasil, Francia y España, entre otros países, además de intercambios con chilenos, peruanos y mexicanos.
Los orígenes de la equinoterapia son ancestrales, pero hace unos 70 años fue retomada de modo sistemático en el norte de Europa, mientras que los pioneros en América son los brasileños, que hoy ya cuentan con unos 200 centros.
Nieves confía en que un congreso mundial que se realizará en agosto en Brasil ayude a desarrollar el sistema con un enfoque social en el país y en la región.
Este médico paradójicamente se inició en la equinoterapia en medio de un apiñado complejo habitacional que reúne a unas 70.000 personas en un populoso barrio de Montevideo.
"Ese ámbito no era adecuado y por eso hace seis años nos mudamos al campo", explica, y asegura que su establecimiento "tiene cosas mágicas".
Como afirma a dúo con su esposa, el trabajo con los caballos le cambió la vida a toda la familia. "Nos abrió el mundo de la terapia ocupacional", por ejemplo.
El objetivo final de la experiencia de la terapia con caballos es pasar de un sistema de salud asistencialista, imperante en Uruguay y en casi toda América Latina, a uno integrador, incluyente y socializante.
"Es en definitiva la búsqueda del cambio de ese modelo para incorporar la rehabilitación", dejada de lado porque implica la reinserción social, sólo posible otorgando a la persona oportunidades laborales o escolares en el caso de los más jóvenes, apunta Nieves.
La meta es esparcir por el país escuelas agrarias que incluyan a discapacitados, jóvenes desocupados y desertores de la enseñanza secundaria, un proyecto presentado al gobierno del presidente Tabaré Vázquez apenas asumió (en marzo de 2005) y que está a punto de concretarse.
Se trata de aprovechar unas 300 escuelas rurales inactivas y otras 700 poco utilizadas para desarrollar las granjas educativas. "Es la hora de unir los centros de todo el país", destaca.
El punto de partida fue la alianza entre ANRE y la Asociación Cubana de Protección Animal, una organización no gubernamental que funciona con el visto bueno del Ministerio de la Cooperación Extranjera. Ahora es la etapa para el convenio de país a país, en el que ya se trabaja.
* El autor es subeditor regional para América Latina y El Caribe de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el 10 de junio por la red latinoamericana de Tierramérica.