El candidato izquierdista a la presidencia de México, Andrés López Obrador, es llamado «Peje», apodo que proviene de pejelagarto, un pez con cabeza de lagarto, escamas gruesas y dientes punzantes que vive en el tropical estado de Tabasco, donde nació este político al que unos adoran y otros temen al extremo.
"Si gana el 'Peje' (las elecciones presidenciales de este domingo), nos va a quitar la casa, el dinero y nos llevará a una crisis", señaló asustado a IPS un pequeño empresario que pidió no revelar su nombre. En sentido contrario, la empleada doméstica Matilde Trujillo sostuvo esperanzada que "es el único que verá por nosotros".
López Obrador, de 52 años y ex alcalde de la capital, fincó su campaña en un discurso con insistentes referencias a los abismos "entre los de arriba y los de abajo" y en ofertas de instaurar una justicia "redistributiva" con el ejercicio de un gobierno que, según prometió, tendrá "autoridad moral" y ninguna ambición de dinero.
Tal discurso caló y dividió a los electores. Estudios indican que la diferencia de ingresos entre los más ricos y los pobres en México es de más de 25 veces, similar a la existente hace 20 años en este país con 103 millones de habitantes en la actualidad, 11,7 por ciento de los cuales son indigentes en el universo de 37 por ciento de la población que vive en la pobreza.
López Obrador es el candidato del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), que junto a su contrincante, Felipe Calderón, del gobernante y conservador Partido Acción Nacional (PAN), tiene las mayores posibilidades de suceder al presidente Vicente Fox, según todas las encuestas de intención de votos con miras a las elecciones generales de este domingo.
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El postulante del PRD mantuvo durante su campaña la tesis de que "los poderosos y el gobierno" habían fraguado un complot contra él y su proyecto.
Con ese argumento, respondió a la mayoría de las críticas a sus promesas, a las denuncias de corrupción hechas contra algunos de sus ex colaboradores en la alcaldía capitalina, y desacreditó los sondeos que en ocasiones no le fueron favorables y que consideró "amañados".
Además, en numerosas ocasiones llamó a los empresarios "delincuentes de cuello blanco" y dijo que sus enemigos eran los privilegiados, los "finolis", los "exquisitos" y los "picudos" que no pagan impuestos.
Aunque en el último tramo de su campaña electoral señaló que no todos los empresarios eran así, las cámaras que representan a esos grupos le reclamaron airadamente y mostraron una tácita inclinación por el candidato del PAN. En cambio, muchos sindicatos le declararon su apoyo.
Licenciado en ciencias políticas, título obtenido en una universidad estatal con un promedio de calificación 7,6 sobre 10 puntos, López Obrador desciende de una familia humilde de origen campesino de Tabasco, en las costas del golfo de México.
Hasta fines de los años 80 fue militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó el país de 1929 a 2000.
Trabajó con indígenas de la etnia chontal en Tabasco en los años 70 y luego se desligó del PRI junto a otros fundares del PRD, trinchera desde donde encabezó protestas y marchas contra autoridades hasta que finalmente llegó a líder nacional en los años 90.
Entre 2001 y 2005 se desempeñó como alcalde de la capital de México, recibiendo en ese cargo un amplio respaldo de la ciudadanía. En esa función dio conferencias diarias, todas las semanas, a las seis de la mañana, lo que promete seguir haciendo en caso de llegar al gobierno nacional.
En sus oficinas de la alcaldía, que adornaba con diversos cuadros, banderas y un pejelagarto disecado, recibió en varias ocasiones a dirigentes de agrupaciones sociales conocidas por realizar constantes bloqueos de ruta y marchas en la ciudad, movilizaciones a las que nunca reprimió.
A diferencia de muchos políticos mexicanos, López Obrador usa un austero automóvil japonés y vive en un pequeño departamento de la capital con sus tres hijos. No frecuenta ningún club social, es viudo y jamás aparece en las revistas que cubren eventos de la farándula y de la vida cotidiana de la alta sociedad.
En caso de llegar a la presidencia de México, promete que no perderá la humildad que dice caracterizarlo, que sólo viajará al exterior en casos extraordinarios y que mantendrá una política internacional alejada de cualquier protagonismo y sin inmiscuirse en asuntos de otros países.
Como alcalde, y en el último tramo de su gestión, afrontó una acusación de la Procuraduría (fiscalía), que depende del gobierno de Fox, por no acatar una orden judicial sobre un terreno que habría expropiado ilegalmente en su carácter de alcalde. El Congreso legislativo incluso le retiró el fuero por esa acusación.
Pero ese caso, que el ahora candidato del PRD consideró en su momento parte del complot de los "poderosos" en su contra, elevó su popularidad. Finalmente, la Procuraduría desistió de la acusación y López Obrador tuvo el camino libre para postularse en la carrera por el gobierno de seis años.
"Vamos a cambiar el modelo económico, pues el neoliberal no ha funcionado", prometió reiteradamente durante campaña, en la que se declaró como un político honesto, austero, humilde y republicano, "que nunca traicionará al pueblo".
Algunos analistas lo califican de mesiánico y populista y lo han comparado con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, pero también hay otros que lo consideran, por el contrario, un neoliberal que no tiene nada de izquierdista.
En esa línea última se ubica el subcomandante Marcos, líder del insurgente e izquierdista Ejército Zapatista de Liberación Nacional, asentado en el sureño estado de Chiapas.
Los planes de López Obrador incluyen, entre otros, apoyar económicamente a los más pobres, aumentar los salarios de los trabajadores de menores ingresos, bajar la tarifa del servicio de energía eléctrica y de los combustibles, renegociar acuerdos comerciales y abrir nuevas universidades donde nadie tenga que rendir exámenes para poder acceder a sus aulas.
Explica que sus propuestas las financiará combatiendo la corrupción en el aparato estatal, bajando los salarios de la burocracia de alto nivel, incluido el del presidente, y ahorrando recursos. Asegura que todo se pagará con dinero público y que no impondrá nuevos impuestos ni endeudará más al país.
Sin embargo, investigaciones realizadas a sus propuestas por parte de académicos independientes convocados por Lupa Ciudadana y el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, dos inéditas iniciativas de observación ciudadana, juzgaron que con el dinero del Estado será imposible financiar todas las ofertas de este candidato.
Su competidor Calderón, quien ofrece continuar las políticas de apertura económica y liberalización seguidas por Fox, logró elevar sus preferencias entre los electores gracias a una estrategia que lo posicionó como el candidato "anti Peje".
Acusó a López Obrador de populista, lo comparó con Chávez y señaló que es un "peligro para México", pues a su entender llevará al país a una crisis económica.
Las encuestas indican que en el norte de México, donde están los sectores sociales más adinerados, la ciudadanía apoya mayoritariamente a Calderón, mientras que desde la capital hacia los estados de sur, que son los más pobres, López Obrador logra revertir esa situación y se posiciona mucho mejor que Calderón y los demás postualantes.
Juntos, los candidatos del PAN y del PRD reciben las preferencias de 70 por ciento de los consultados en las encuestas sobre el voto a poner en las urnas, a las cuales están convocados poco más de 70 millones de ciudadanos.
El resto del apoyo es recibido en este orden por el candidato del PRI, Roberto Madrazo, y los postulantes Patricia Mercado, de Alternativa, y Roberto Campa, de Nueva Alianza.
"Vamos a ganar por un amplio margen la elección presidencial", declaró López Obrador en los últimos días de la campaña, señalando que según sus encuestas, cuya autoría y metodología nunca reveló, llevaba 10 punto de ventaja al candidato "de la derecha", lo que contrastó con el resultado de la mayoría de estudios públicos de ese tipo.
"Es un candidato peligroso", reitera una y otra vez Calderón, mientras un coro de intelectuales de alta reputación, como los escritores Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska, así como el famoso pintor José Luis Cuevas y el prestigioso analista políticos Lorenzo Meyer, señalaron que eso es falso y que el candidato izquierdista será un buen presidente.
Según dijo a IPS Jorge Chabat, politólogo del Centro de Investigación y Docencia Económicas, la fortaleza de López Obrador radica en su carisma y en dos propuestas que "son irrefutables": las urgencias de abatir la desigualdad socioeconómica y de combatir la corrupción.
No obstante, el experto indicó que esas ventajas pierden brillo por la desconfianza y hasta el miedo que genera en parte de la población su perfil de izquierda y los señalamientos de que sus planes generarán una crisis económica.
En su gestión de cinco años como alcalde capitalino, el crecimiento del producto interno bruto de la ciudad fue inferior al del resto del país, igual que el del empleo formal.
Sin embargo, no tuvo mayores reclamos por el manejo de las finanzas de la ciudad y hasta buscó y logró atraer inversiones de grandes empresarios, como el magnate Carlos Slim, el tercer hombre más rico del mundo según la revista estadounidense de negocios Forbes, y construyó una gran obra vial, que ahora sirve sobre todo a quienes poseen automóvil particular.
Al mismo tiempo, diseñó un programa para entregar ayudas económicas y provisiones gratuitas a todas las personas de más de 70 años que lo necesitaran, a las madres solteras y a los discapacitados. Además, montó cerca de 20 escuelas y una universidad donde no se exigen mayores requisitos de ingreso.
En lo que tuvo dificultades y por ello recibió reclamos fue en abatir la inseguridad y en el aumento del comercio informal de la capital. En junio de 2004, cerca de un millón de personas marcharon por las calles de la ciudad para exigir mejoras al respecto.
López Obrador respondió que esa movilización era parte de la campaña de los ricos y poderosos en su contra y que quienes se habían manifestado eran un "pirruris" (personas de dinero).
"Han metido mucho miedo sobre nuestro candidato, pero se van a llevar una sorpresa cuando sea presidente, pues verán que actúa con responsabilidad, que se apoya en el empresariado y que hará un gobierno inteligente", dijo Federico Arreola, asesor de López Obrador.