CORRUPCIÓN-TAIWÁN: Presidente acosado, Beijing expectante

El gobierno de China muestra una inusual cautela ante las gestiones de la oposición de Taiwán por la destitución del presidente Chen Shui-bian, a pesar de su abierto independentismo.

Desde que Chen asumió la presidencia en 2000, altos funcionarios de Beijing no ocultan su deseo de que caiga, dada su actitud provocadora hacia China, que considera a Taiwán una provincia renegada.

El opositor Partido Nacionalista (Kuomintang), que se inclina por mejorar las relaciones con China, ha llevado adelante una cruzada para desacreditar a Chen ante la ciudadanía taiwanesa, y esgrimieron para eso escándalos financieros que involucran a su familia.

Como consecuencia de esa campaña contra un presidente lleno de problemas, el parlamento taiwanés comenzó a considerar la destitución el miércoles.

Ahora que el destino político de Chen peligra, Beijing no ha mostrado un regocijo evidente.

La prensa oficial china, que acostumbra expresar enseguida su descontento con los gobiernos de la isla, no prestó esta vez gran atención a la agitación política en que está sumida.

Observadores atribuyen esa actitud a la posibilidad de que la eventual destitución de Chen por corrupción siente un precedente en la política china, algo que Beijing preferiría evitar.

China y Taiwán se divorciaron en 1949, cuando triunfó en el continente la revolución comunista encabezada por Mao Zedong. Las derrotadas fuerzas nacionalistas de Chiang Kai-shek, fundador del Kuomintang, huyeron a la isla, donde instalaron un gobierno en el exilio.

Después de medio siglo de una virtual independencia de Taiwan, nunca declarada formalmente, China la sigue considerando parte suya.

La democracia ha florecido en Taiwán, con elecciones enfervorizadas y ciudadanos comprometidos, lo cual la distancia de China y de su régimen de partido único.

Para mayor preocupación de Beijing, los chinos del continente también toman conciencia de las libertades democráticas que gozan los taiwaneses, a través de Internet o gracias a la eliminación de restricciones a cruzar el estrecho de Formosa, que separa la isla del continente.

"Es patético que aun una democracia del tipo de la de Estados Unidos no pueda evitar que los dirigentes chinos sean corruptos", se lamentaba un navegante del popular sitio chino en Internet netease.com al enterarse del escándalo que rodea a Chen.

El caso coincide con las crecientes acusaciones por deshonestidad contra funcionarios chinos, y que penden como una amenaza sobre el Partido Comunista y sus dirigentes.

Los escándalos que en los últimos meses han involucrado a importantes figuras del régimen ponen en evidencia el fracaso del régimen en el cumplimiento de sus compromisos contra la corrupción.

El vicealcalde de Beijing, Liu Zhihua, responsable de la infraestructura en la capital rumbo a las Olimpíadas de 2008, fue abruptamente destituido este mes por "su comportamiento corrupto y deshonesto", sin que se dieran a conocer más detalles.

Las autoridades prohibieron a la prensa, dirigida por el gobierno, informar más allá de los breves despachos de la agencia oficial de noticias Xinhua.

Pero el caso tuvo amplia repercusión en la prensa de Taiwán, al mismo tiempo que la ciudadanía discutía acaloradamente las acusaciones contra la familia de Chen Shui-bian.

El yerno del presidente Chao Chien-ming fue detenido y es investigado por abuso de poder, tras ser acusado públicamente por un legislador opositor.

La esposa del presidente, Wu Shu-chen, también fue acusada por legisladores de la oposición por aceptar de una tienda por departamentos, a cambio de favores políticos, vales de mercancía por un valor equivalente a 153.000 dólares.

También un importante colaborador de Chen fue acusado de corrupción.

El mandatario no fue acusado directamente. Chen subrayó, en un discurso televisado esta semana, su compromiso con Taiwán, y se negó a renunciar a menos que se comprueben las acusaciones contra su familia.

El presidente también calificó de "inmorales" los cargos contra su esposa y sostuvo que no abandonará los deberes que supone su cargo.

El parlamento votará este martes la convocatoria a un referendo para que la ciudadanía decida si Chen debe dejar la presidencia dos años antes del fin previsto para su segundo mandato. La Constitución de la isla prohíbe la tercera reelección presidencial consecutiva.

Es poco probable que la iniciativa prospere en el parlamento pues el Kuomintang y su aliado, la Unión de Solidaridad de Taiwán, no reúnen los dos tercios de votos necesarios en el parlamento para imponer esa decisión..

Observadores de China consideran que el gobierno de Chen tiene los días contados, aun cuando no prospere la iniciativa del Kuomintang, pues el escándalo abrirá una avalancha de cuestionamientos.

Estos analistas señalan menos las acusaciones de corrupción que el fracaso del mandatario como líder político.

"Mire los números: desde que Chen llegó al poder se ha disculpado 13 veces con la población. Independientemente de lo que haga ahora y de que se lo declare inocente, le será muy difícil calmar la ira popular", sostuvo Sun Shengliang del Instituto de Estudios de Investigación de Taiwán de la Academia de Ciencias Sociales de China.

En Taiwán se acusa a Chen de tensar las relaciones con Estados Unidos y desestabilizar el difícil equilibrio que durante décadas se mantuvo con China, pues propone la formalización de la independencia de la isla.

Algunos chinos rescatan aspectos positivos del escándalo de corrupción en Taiwán. "Los taiwaneses tienen que estar contentos de sí mismos. Esto es una señal de que la democracia les está funcionando bien y de que tienen una prensa independiente", escribió otro cibernauta. (

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