Si el gobierno del primer ministro de Camboya, Hun Sen, tenía intenciones de demorar la adopción de medidas contra la corrupción enquistada en este país, uno de los más pobres del sudeste asiático, el Banco Mundial le envió un recordatorio imposible de obviar.
El Banco confirmó esta semana el congelamiento de los fondos de tres programas en curso en Camboya por contar con "suficientes pruebas que confirman las acusaciones de fraude y corrupción" en relación con esos proyectos.
Los tres proyectos, por los que el Banco Mundial se aprestaba a desembolsar en total 7,6 millones de dólares, se referían a la administración y gestión de tierras, el desarrollo de infraestructura rural y el saneamiento y suministro de agua en áreas suburbanas y rurales.
El Banco aseguró que la decisión fue "difícil", dado el "impacto" de los proyectos "en el desarrollo". "Los tres suministraban asistencia a algunas de las personas más pobres de Camboya", agregó
El proyecto de administración de tierras, presa de una corrupción monumental, es un ejemplo. A través del programa, unas 400.000 personas recibieran títulos de propiedad de sus haciendas, "sumando seguridad a sus ingresos".
El plan de saneamiento y agua permitió a 30 ciudades y comunidades "acceder a agua pura y mejorar los servicios de sanidad", agregó el Banco Mundial.
La sanción no será permanente. Se trata de "una medida de saneamiento incluida en todos los acuerdos del Banco Mundial", indicó la portavoz de este organismo en Camboya, Laos y Tailandia, Kimberly Versak.
"Cada suspensión será levantada después de que el gobierno implemente un plan de acción, junto con el Banco Mundial, para introducir nuevas medidas en cada uno de los tres proyectos", enfatizó.
La decisión de la institución de hacer frente a la corrupción generalizada en Camboya es objeto de aplauso de economistas y sectores de la sociedad civil de ese país.
"Es una disposición oportuna. Ese es el rol de las agencias y los países donantes", dijo a IPS Sok Hach, director del Instituto Económico de Camboya, una institución de análisis con sede en Phnom Penh.
"Tienen que asegurarse que los fondos lleguen a la población. Otros deben imitar la decisión del Banco Mundial", indicó.
"Similares medidas de otros donantes ayudarán a que el pueblo de Camboya aprenda que esos créditos son de su interés y no únicamente de interés del gobierno, que se sirve de ellos como si fueran suyos y los oculta al pueblo", añadió.
En 2005, Camboya ocupó el lugar 131 entre los de 158 países que figuran en el índice anual de percepción de la corrupción realizado por la organización Transparencia Internacional.
Las formas más obvias de corrupción involucran la explotación de tierras, la tala ilegal de bosques y el soborno, en un país de 13,3 millones de habitantes de los cuales 35 por ciento viven en la miseria con menos de 44 centavos de dólar por día.
La corrupción en Camboya ocasiona al país 500 millones de dólares de pérdidas anuales, advirtió en 2004 la gubernamental la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos.
Algunos esperan que la suspensión de los pagos del Banco Mundial deje secuelas: por ejemplo, que los donantes internacionales actúen de un modo similar frente a un incumplimiento de los compromisos.
En marzo, los principales donantes del país —el Banco Mundial, el Banco de Desarrollo Asiático, Estados Unidos y Japón— subrayaron que la asistencia al desarrollo quedaría sujeta a que el gobierno de Hun Sen combata la corrupción.
Las tres principales condiciones impuestas este año a la asistencia al desarrollo incluyen la introducción una ley anticorrupción integral, una reforma legislativa general y una campaña para controlar la destrucción de los recursos naturales del país.
De acuerdo a esto, Camboya recibió créditos por 600 millones de dólares, una cifra incluso superior a los 513 millones de dólares solicitados por el gobierno Hun Sen.
Esta no es la primera vez que los donantes reclamaron medidas anticorrupción. En diciembre de 2004 se habían pronunciado en el mismo sentido, alarmados por la enorme carga que la deshonestidad acarreaba a Camboya.
Sin embargo, el gobierno de Hun Sen aún no presentó un proyecto al parlamento, en el que cuenta con una amplia mayoría.
La ofensiva en Camboya forma parte de una campaña global realizada por el Banco Mundial para liquidar las prácticas deshonestas en el gobierno.
"Se requiere de una estrategia de largo plazo que combata el problema sistemática y progresivamente y del compromiso y participación del gobierno, los ciudadanos y el sector privado", enfatizó el presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, durante la visita realizada en abril a Indonesia.
Empero, no todos están impresionados por el golpe que el Banco Mundial está asestando a la corrupción en Camboya.
La comunidad internacional jugó un papel fundamental en la reconstrucción del país tras el acuerdo de paz que en 1991 acabó con más de una década de violencia y barbarie.
"Los donantes y la comunidad internacional crearon una economía capitalista salvaje en nombre de la reconstrucción. Sólo podía esperarse un escándalo de corrupción como este en un proyecto del Banco Mundial en un país como éste que tiene una economía totalmente desregulada", dijo en una entrevista Shalmali Guttal, investigadora de trayectoria del grupo de estudio Focus on the Global South.
"El pueblo de Camboya está harto de la corrupción y es bueno luchar contra ella, pero ¿hasta dónde está dispuesto a llegar el Banco Mundial? En vez de ser selectivo, debería permitir a terceros analizar cada proyecto de infraestructura que ha respaldado. Eso es transparencia", agregó. (