Animales del trópico americano, liderados por el oso hormiguero (Tamandua mexicana), preparan su incursión en la televisión y el cine en Estados Unidos, aprovechando la cabeza de playa representada por la memoria mítica y los sentimientos de unos 42 millones de latinoamericanos que habitan ese país.
Elder Cordero, un venezolano radicado en Denver, en el central estado estadounidense de Colorado, tiene casi a punto la historia de Manuko, un oso hormiguero que interactúa con el cangrejo Tucuma, la mariposa Mojito, abejas, iguanas, serpientes, un mono y, por supuesto, bachacos, como se llama en Venezuela a las grandes y rojas hormigas arrieras.
El artista espera completar en cuestión de semanas los 30 minutos del primer programa de sus dibujos animados, en tercera dimensión, al que seguirían episodios capaces de mantener la serie de Manuko durante un año, antes de dar el salto a la pantalla grande.
"Yo estudiaba ingeniería química en Denver, becado por el Estado venezolano, cuando en 1994 vi 'El rey León', la producción de Disney, y ocurrió como una revelación, me di cuenta de que, si eso se hacía con animales como los africanos, cuánto se podría hacer con otros del trópico nuestro", dijo Cordero a IPS.
"Siempre me ha gustado dibujar, y pronto me encontré acompañando mi trabajo como ingeniero químico con estudios de cine, desarrollo de guiones y animación por computadora", relató.
A su mente acudieron los recuerdos de la infancia, algo que piensa explotar en la cabeza de playa que representa el mercado latinoamericano en Estados Unidos. Cordero es de la zona de Barinas, las tórridas llanuras del sudoeste venezolano, propicias para la ganadería extensiva, de donde también es oriundo el presidente del país, Hugo Chávez.
Son personas fáciles para la copla, el verso y la música improvisada, ganados para la leyenda, alimentados durante generaciones por los mitos que impregnan el paisaje.
"Tendría yo unos nueve años cuando, durante un paseo, vadeaba un río en compañía de un ejército de primos y amigos", cuenta Cordero. "Me quedé rezagado y, de pronto, algo tocó mi espalda: al volverme vi a un oso hormiguero, que debió ser un cachorro, pero yo lo percibí gigante, y huí despavorido…".
Ese oso regresa un cuarto de siglo después, hecho Manuko, un pequeño hormiguero de trompa todavía roma que se pasea por parajes sudamericanos como las selváticas llanuras del Orinoco y el Amazonas, y las sabanas tendidas a los pies del fabuloso monte Roraima, que marca la triple frontera entre Brasil, Guyana y Venezuela.
"En la medida en que utilicemos animales propios del entorno, podemos lograr una identificación con las historias que se hunden en nuestra infancia y contamos a nuestros hijos", opinó Cordero.
Por eso, en su historia vibra Manuko pero también brilla Mojito, una mariposa monarca (Danaus plexippus), insecto negro y naranja propio de México y California que viaja al norte en la primavera boreal y pone rumbo al sur entre agosto y octubre de cada año.
Las peripecias de Mojito, extraviada en América del Sur pero que algún día regresará a California, van hilando las aventuras de los protagonistas, las reflexiones del cangrejo sabio y las angustias, causando casi siempre conmiseración y risa, de los jóvenes bachacos Tico y Tika, por la imponente presencia del hormiguero.
Cordero no desperdicia ninguno de sus recuerdos. Un personaje popular de su Barinas natal, Benito, siempre de rápido andar, se trueca en Samba, un caracol que se presenta como brasileño. En algún episodio todos viajarán a la Amzonia peruana. Hasta ahora en la animación adquirieron vida y se humanizaron un total de 32 personajes.
"Si todo va bien, el año próximo la serie se verá en la televisión estadounidense, y la totalidad de episodios estará disponible en 2008", estimó Cordero, quien ha invertido en esta ópera prima unos 60.000 dólares, más cinco horas diarias de estudio y trabajo en los últimos tres años.
El último de sus recuerdos alcanzó a la única tía vegetariana entre la numerosa familia del autor, en una región donde la carne de vacuno es el plato principalísimo de la dieta.
Manuko, al final de la primera historia, resulta ser un tierno y atípico "hormiguero" vegetariano. Tras los sinsabores de la variada pandilla de animalejos, bajo los acordes de música del trópico americano, se descubre que su verdadero propósito era hacerse con la fucsia flor "Bella a las once", que abre sus encantos durante apenas una hora, poco antes de cada medianoche. (