Al invitar al presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad a la reunión de esta semana de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), bloque de seguridad de seis países, China dio otro paso hacia la consolidación de su influencia en Asia central y Medio Oriente.
La OSC, creada en 2001 para promover la cooperación económica entre las repúblicas ex soviéticas de Asia central, se transformó rápidamente en un bloque para fortalecer la seguridad en la región y ahora considera la integración de India, Irán, Mongolia y Pakistán, entre otros.
La invitación para que Ahmadinejad participe en la cumbre del jueves —y en una reunión al margen con su par chino Hu Jintao— coincide con las presiones de Occidente contra Irán para que interrumpa su programa de desarrollo nuclear, que incluye enriquecimiento de uranio.
China se opone a que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) intervenga con fuerza contra el programa iraní, como propone Estados Unidos.
Beijing, en su carácter de miembro permanente del Consejo de Seguridad del foro mundial, cuenta con la facultad de vetar sus resoluciones, por lo que su voto es crucial para alcanzar un consenso al respecto.
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Los desacuerdos entre Beijing y Occidente respecto de Irán hicieron que Washington decidiera el mes pasado un viraje en su política de rechazo al diálogo directo con el régimen islámico de ese país, pues accedió a participar en negociaciones multilaterales con sus representantes.
A cambio, Teherán debería aceptar un paquete de incentivos, interrumpir el programa enriquecimiento de uranio y congelar por tiempo indeterminado el programa de desarrollo nuclear.
La invitación de Ahmadinejad a la reunión de la OCS podría alentarlo a adoptar una actitud desafiante en las próximas instancias de negociación.
El principal objetivo común que comparten los países integrantes de esta organización e Irán es su deseo de reducir la influencia estadounidense en Asia central.
"Occidente ya no considera a la OCS como una tertulia. Hace ya un tiempo que existe y se puede decir, con cierta certeza, que sus propósitos de largo plazo tensan más el vínculo con Estados Unidos" en la región, sostuvo un diplomático occidental asignado a Beijing.
Hasta tal punto son así las cosas que Beijing debió desmentir las acusaciones de que trata de formar una "OTAN oriental", en referencia a la occidental Organización del Tratado del Atlántico Norte.
"Esto no tiene ningún fundamento. La OCS no es una versión oriental de la OTAN. Nunca buscó enfrentamientos con nadie y entre sus objetivos de ninguna manera figura convertirse en un bloque militar", dijo la semana pasada el presidente chino de la organización, Zhang Deguang.
La reunión del jueves en Shangai reunirá a los presidentes de China, Kazajstán, Kirguizstán, Uzbekistán, Rusia y Tayikistán y a los de países observadores (Irán, Mongolia y Pakistán).
El presidente afgano Hamid Karzai participará como invitado, al tiempo que India enviará a su influyente ministro de Petróleo, Murli Deora.
Beijing debió desechar la idea de que el foro de la OCS promoviera la posición de Irán respecto de su programa nuclear. Ese país asegura que su único propósito es la generación de electricidad.
"Dada la naturaleza regional de la OCS, no creo que el problema iraní será una prioridad", dijo Deguang.
La alineación evidente con Irán en la próxima reunión de la OCS ayudaría a aumentar el peso de Beijing en una región tradicionalmente fuera de su influencia y reforzaría su posición en las negociaciones entre ese país y las potencias occidentales.
Existe la casi certeza de que la reunión serviría para fortalecer las relaciones económicas, diplomáticas y aun las de seguridad de China y Rusia, los dos fundadores de la OCS, e Irán. Moscú y Beijing tienen importantes intereses económicos en ese país.
Beijing considera sus relaciones con Irán vitales para su seguridad energética. China, segundo importador mundial de petróleo, compra 13 por ciento del crudo que procesa a ese país, y quiere aumentar sus adquisiciones de gas natural. En los cuatro primeros meses de este año, sus importaciones de crudo iraní aumentaron 25 por ciento respecto del mismo periodo del año pasado.
Al poner la alfombra roja a los pies de Ahmadinejad en este contexto particular, China está marca sus prioridades en Asia central y en todo el mundo.
Beijing compra grandes cantidades de petróleo a sus vecinos a pesar de las críticas en todo el mundo al desempeño de la región en materia de derechos humanos.
China cerró el año pasado un importante acuerdo petrolero con Uzbekistán apenas unas semanas después de la sangrienta represión de protestas opositoras en ese país de Asia central.
En claro contraste con las intenciones "democratizadoras" de Estados Unidos en Asia central, la OCS ya dejó claro que no se involucraría en asuntos de seguridad dentro sus fronteras comunes.
"Al promover un modelo propio de desarrollo asiático y diferente al de Estados Unidos, China se convierte en un líder cada vez más atractivo para otros países. Es un asunto que preocupa a ese país", indicó un investigador del Instituto de Estudios de Investigación sobre Asia Pacífico de la Academia China de Ciencias Sociales.
Cuando el año pasado Irán participó en la reunión de la OCS como observador, Washington pidió explicaciones tanto a Beijing como a Moscú, pues entienden que su "impulso al terrorismo" lo hace incompatible con una organización que lo combate.
Ni China ni Rusia desecharon las objeciones de Washington. "No lo hubiéramos invitado si creyéramos que patrocinan el terrorismo", indicó Deguang.