Una de las desigualdades de este tiempo se refleja en la estadística anual de muertes de cuatro millones de recién nacidos, de más de medio millón de mujeres embarazadas o parturientas y de unos seis millones de niños que no llegan a cumplir los cinco años de edad.
La dimensión del dato se agiganta cuando las autoridades sanitarias internacionales precisan que la suma de esas muertes supera el total de decesos causados, también cada año, por el sida, la tuberculosis y el paludismo.
Un antecedente descontado confirma que la casi totalidad de esas muertes ocurren en los países en desarrollo, y más de la mitad en África.
Pero muy pocas personas, incluso entre el personal médico, están conscientes de la magnitud de ese problema de salud pública, manifestó esta semana en Ginebra Kjell Magne Bondevik, ex primer ministro de Noruega.
Sin embargo, la comunidad internacional no es ajena a la cuestión pues los Objetivos de Desarrollo del Milenio, adoptados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), incluyen metas específicas para mitigar esos males antes de 2015.
El cuarto de los ocho objetivos fijados por la ONU propone reducir para esa época en dos terceras partes la mortalidad de los niños menores de cinco años, mientras que el quinto objetivo aspira a abatir la mortalidad materna en tres cuartas partes.
Sin embargo, desde que se establecieron en 2000, los avances para concretar los Objetivos del Milenio han sido mezquinos al extremo de que ya se da por sentado que algunas metas son inalcanzables.
Ante esa realidad, unas 80 entidades, entre las que figuran agencias de la ONU y organismos multilaterales, organizaciones no gubernamentales, asociaciones profesionales de salud, donantes bilaterales e instituciones académicas y científicas, decidieron unificar esfuerzos para aproximar al mundo a esas metas.
Así surgió en septiembre de 2005 la iniciativa Alianza para la Salud de la Madre, el Recién Nacido y el Niño, con la misión de transformar los sistemas sanitarios que atienden a mujeres y niños, como reclamó Bondevik a la Asamblea Mundial de la Salud que sesiona hasta este sábado en Ginebra.
Bondevik, actual enviado especial humanitario de la ONU para el Cuerno de África, sostuvo que esa tarea se debía encarar en "esta era de abundancia global, con una brecha masiva que divide a ricos y pobres". Por eso, sólo lo podemos hacer si trabajamos juntos, enfatizó a IPS.
"La Alianza era necesaria porque nos encontramos ante un progreso extremadamente lento en la reducción del peso de este flagelo", reforzó Stewart Tyson, funcionario del Departamento de Desarrollo Internacional del gobierno de Gran Bretaña, uno de los 80 organismos que participan de la iniciativa.
La idea consiste en integrar todos los esfuerzos ahora dispersos que se realizan a favor de la salud materna, el recién nacido y el niño, describió Francisco Songane, ex ministro de Salud de Mozambique, que ahora se desempeña como director de la Alianza en el marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
"En el pasado tuvimos muchas iniciativas de gran envergadura, pero fracasaron porque no adoptaron este enfoque abarcador", comentó Tyson.
Los ministros de salud se quejaban de las dificultades y de los costos de atender al mismo tiempo iniciativas diferentes para esos tres problemas. Así, los lunes llamaba la gente de salud materna, los martes aparecían los de programas neonatales y el siguiente día los de infancia, ironizó el funcionario británico.
Las intervenciones de la Alianza se concentrarán en los países que presentan índices más elevados de mortalidad materna e infantil. De esa manera, cada año podrían evitarse las muertes de unos siete millones de mujeres y niños.
Songane desechó la posibilidad de que, como consecuencia de esas actividades, surgieran sistemas de salud paralelos en los países atendidos. "No habrá invasión de enfoques verticales", tranquilizó.
"Al fusionar tres iniciativas existentes, se está enviando una señal muy fuerte de armonización y de reducción de duplicaciones y de exigencias a los países", estimó Tyson.
Todas las partes comprometidas deberán concertar esfuerzos para disminuir las tasas de mortalidad materna, de recién nacidos y de niños, advirtió Mushtaque Chowdhury, subdirector de la Comisión de Desarrollo Rural de Bangladesh, la más importante organización no gubernamental de ese país asiático, conocida por su sigla en inglés BRAC.
"En esa fase deben desempeñar un papel primordial las comunidades y, en consecuencia, también las organizaciones no gubernamentales", observó Chowdhury a IPS.
Las entidades de la sociedad civil creemos en este tipo de asociaciones y los Objetivos de Desarrollo del Milenio no podrán ser alcanzados sin la unión de todos las partes involucradas, insistió el experto de Bangladesh.
Bondevik subrayó que los programas de investigación y desarrollo para obtener innovaciones en materia de salud materna y perinatal deberán tener un nuevo enfoque en el futuro, diferente al que rige en los sistemas actuales de propiedad intelectual.
Esas actividades tendrán que orientarse hacia las necesidades de todas las poblaciones, en especial de las más urgidas de prevención y de intervenciones médicas factibles, eficaces y accesibles, dijo. (