El apoyo popular al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, parece pasar de lo emocional al clientelismo político, un cambio que incide en sus hasta ahora sólidas aspiraciones de ser reelegido en diciembre y anima la aparición de más candidatos de oposición.
Venezuela "vive un proceso de reconstrucción de su cultura democrática", según Oscar Schémel, de la firma encuestadora Hinterlaces.
"Todavía no es un país maduro, pero está saliendo de la adolescencia y un grueso segmento de la población no está alineado ni con el radicalismo de Chávez ni con la derecha. Hasta 70 por ciento (de los consultados) quiere escuchar otra oferta", afirmó a IPS.
Hinterlaces combina sus sondeos con grupos de discusión (focus groups) para ahondar en los contenidos de las respuestas. Ya en 2003 sostuvo que la oposición marchaba al fracaso en el referendo de agosto de 2004 sobre el mandato de Chávez, que el presidente ganó con 59 por ciento de los votos.
Chávez "ha sido una única y desoladora emoción en la política venezolana de los últimos años, con su prédica tan parecida a la de un líder religioso, pero su público se entusiasma menos con el viraje ideológico que imprime a su discurso y comienza a reclamar beneficios concretos como casa, beca o crédito", opinó el experto.
Para Schémel, "los lazos del clientelismo son, por su naturaleza, más frágiles que los emocionales, con los que Chávez construyó un lecho rocoso de apoyos".
Esas circunstancias "abren una ventana de oportunidad a la oposición", que deshoja la margarita entre concurrir o no a los próximos comicios presidenciales del 3 de diciembre. "Según nuestra última medición, en marzo, 33 por ciento de los consultados se declaran chavistas, 16 por ciento de oposición y 49 por ciento ni-ni (como se identifican los neutrales)", agregó. Por su parte, su colega Luis León, de la empresa Datanálisis, asegura que "la mayoría de los venezolanos están clarísimos en que quieren sentir los beneficios que genera el negocio del petróleo".
En 1998, cuando Chávez fue elegido presidente por primera vez, con 56 por ciento de los sufragios, "la gente quería cambio y castigo luego de años de olvido", explicó. "Pero ahora regresa a lo básico, quiere un líder que reparta la renta petrolera", abundó León.
Hasta hace un mes, cuando se desató una lluvia de aspiraciones a la candidatura presidencial en filas de la oposición, el mandatario estaba solo y sólido posicionado en la carrera electoral, con la adhesión de entre 55 y 65 por ciento de los entrevistados, según distintas encuestas.
Ahora las consultoras hacen nuevas mediciones, luego que en las efectuadas hasta marzo todos los posibles candidatos opositores aparecían con guarismos por debajo de 10 por ciento y la suma de la intención de voto de todos ellos era duplicada por el actual presidente.
En tanto, la Asamblea Nacional (parlamento) designó hace dos semanas al arbitral Consejo Electoral, conformado por cinco miembros. Este cuerpo es formalmente constituido por técnicos independientes, pero cuatro de los elegidos —y en algunos temas también el quinto— son señalados por la oposición como partidarios del mandatario.
La Asamblea es monocolor, con sus 167 asientos ocupados por legisladores oficialistas, porque los partidos opositores no participaron de las elecciones del 4 de diciembre pasado, invocando desconfianza en las herramientas informáticas de recepción de votos y en las autoridades.
Precisamente, las reglas del juego son blanco de las demandas de aspirantes y grupos opositores, que miran con recelo la automatización del voto, la revisión de sólo un porcentaje de los comprobantes de votación, el padrón electoral y los cambios que mediante reglamentos pueda introducir entre mayo y diciembre el Consejo.
"Los rectores del Consejo Electoral tienen credenciales técnicas, pero decimos, como en la Biblia: Por sus frutos los conoceréis", dijo a corresponsales extranjeros el gobernador del occidental estado de Zulia, Manuel Rosales, uno de los precandidatos presidenciales opositores.
Los otros dos aspirantes opositores mejor ubicados en las encuestas son el ex líder socialista Teodoro Petkoff y el abanderado del partido de centroderecha Primero Justicia, Julio Borges.
Rosales, Borges y Petkoff acordaron luchar por una candidatura única de oposición e hicieron un compás de espera hasta agosto ante el Consejo Electoral para decidir si continúan en la carrera por la presidencia de Venezuela o se retiran.
Mientras, han comenzado "una especie de triangulación, haciendo ofertas en el campo social para evitar que Chávez monopolice el mercado electoral con su discurso de inclusión y preocupación por los pobres", advirtió León.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas, la pobreza se ha reducido de 55 a 37 por ciento de los 26,8 millones de venezolanos en los últimos tres años. Empero, aún 46 por ciento de quienes laboran lo hace en la economía informal y el desempleo abierto se ubica en 10 por ciento de la población económicamente activa.
Chávez ha elevado el salario mínimo durante seis años consecutivos, al punto de que en septiembre alcanzará los 240 dólares mensuales.
También, con base en los crecientes ingresos petroleros, agregó nuevos programas sociales, como la asistencia a 100.000 madres en situación de extrema pobreza, con la entrega de 60 por ciento del salario mínimo, o la condonación de deudas de créditos a estudiantes.
Otra docena de programas educativos, de salud en comunidades pobres, con el apoyo de miles de médicos cubanos, y de venta de alimentos subsidiados respaldaron la elevada popularidad de que disfruta el mandatario desde hace tres años, después que las encuestas lo dieron en general en baja entre 2001 y 2003, cuando la oposición mantenía una fuerte movilización.
Chávez "aprovechó muy bien la demanda de los más pobres de inclusión social, dignidad y cese del autoritarismo social y el desprecio", según Schémel. También se benefició de "la torpeza del discurso opositor o alternativo, que no ofrecía nada".
Pero ahora "el discurso del presidente no armoniza con valores y expectativas de la gente, que busca igualdad de oportunidades, critica la gestión del gobierno por ineficiente y no quiere que se desmorone la empresa privada, fuente de empleo".
En uno de los "focus group" en una barriada popular al este de Caracas, un seguidor de Chávez interpreta una cita bíblica frecuente en labios del mandatario, "antes pasa un camello por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de los cielos".
"Eso quiere decir que ser pobre no es malo, pero me gustaría ser rico", explica risueño el partidario del presidente. Según Schémel, "respuestas y opiniones similares, que desalientan los esfuerzos del presidente por convertir en ideológicos los lazos emocionales, se escuchan desde el noroeste petrolero hasta el sudeste minero".
Ante ese panorama, una decena de aspirantes se ofrecen para competir por la candidatura de oposición, además de Borges, Rosales y Petkoff. Figuran Roberto Smith, un gerente del ramo de telecomunicaciones, William Ojeda, un antiguo periodista, Vicente Brito, ex presidente de la asociación empresarial Fedecámaras, Froilán Barrios, sindicalista, y Pablo Medina, un experimentado agitador de izquierda que rompió con Chávez en 2001.
También el socialcristiano (Copei) Omar Calderón, ex gobernador del estado de Táchira, en los Andes del sudoeste, y hasta ahora una sola mujer, Cecilia Sosa, ex presidenta del Tribunal Supremo de Justicia.
Fuentes del mundo del espectáculo indicaron el nombre de Oscar D'León, cantante de salsa, y de Benjamín Rausseo, humorista que actúa como "el Conde del Guácharo", un paraje del oriente del país. El "Conde", devenido en empresario de éxito, rehuye por estos días el contacto con la prensa.
El grupo de tecnócratas Súmate quiere organizar elecciones primarias entre todos los aspirantes opositores. Mientras, Henry Ramos, secretario general del partido socialdemócrata Acción Democrática, el principal de la oposición e inclinado a la abstención, dijo a corresponsales que "probablemente habrá más de un candidato enfrentado a Chávez en diciembre".