La decisión del gobierno de Estados Unidos de desplegar militares en su frontera con México, lo que no sucedía desde 1920, abrió fisuras en el frente a favor de los inmigrantes montado en los últimos meses entre mandatarios, activistas y políticos de América Latina.
El presidente de El Salvador, Antonio Saca, dijo que el gobierno estadounidense de George W. Bush, tiene "todo el derecho a militarizar sus fronteras", mientras que el canciller mexicano Ernesto Derbez entiende que la medida no representa una militarización real, por lo que este gobierno no protestará.
"Ahora sí que no estamos de acuerdo. Esto es una militarización y nace de la idea de que los inmigrantes somos los enemigos, lo que es inaceptable", dijo a IPS desde la sudoccidental ciudad estadounidense de San Diego el líder de la organización no gubernamental Ángeles de la Frontera, Enrique Morones.
"Los latinos (por el origen de América Latina y el Caribe) vamos a salir otra vez a las calles si los sectores conservadores insisten en sus planes de criminalizarnos", advirtió el activista a favor de los inmigrantes en Estados Unidos y quien junto a otros ha sido motor de las movilizaciones que entre marzo y el 1 de este mes inclusive convocaron a millones de personas.
En un discurso transmitido por televisión y radio, Bush informó en la noche de la víspera que enviará 6.000 soldados de la Guardia Nacional a lo largo de los 3.200 kilómetros de frontera con México para coadyuvar a frenar el ingreso de indocumentados.
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Los efectivos de la Guardia Nacional, la fuerza militar más antigua del país y que actúa básicamente en misiones internas, estarán desarmados y sólo realizarán tareas de apoyo a los 12.000 guardias fronterizos que operan en la zona, aseguró Bush.
El mandatario añadió que por un año, los militares "prestarán ayuda a la guardia fronteriza, manejando sistemas de vigilancia, analizando inteligencia, instalando vallas, construyendo rutas para las patrullas y dando entrenamiento".
Al mismo tiempo, indicó que pugnará por una reforma que permita a los inmigrantes indocumentados a trabajar de forma temporal.
El anuncio se produjo horas después de que el Senado de Estados Unidos reanudara los debates sobre la reforma migratoria, algo más favorable a los extranjeros sin documentos que la norma ya aprobada en la Cámara de Representantes, en la cual se los criminaliza.
El proyecto en el Senado, presentando en consenso por el gobernante Partido Republicano y el opositor Demócrata, estipula otorgar residencia y abrir el camino para la ciudadanía a los extranjeros con más de un lustro de residencia, mientras que los que llevan entre dos y cinco años deberán salir del país para luego aspirar a volver con visa de trabajo temporal.
También propone, entre otras, medidas de refuerzo de la seguridad fronteriza y un nuevo programa de trabajadores invitados sin derecho a residencia permanente.
En cambio, la reforma aprobada en la cámara baja e impulsada sólo por republicanos considera delincuentes a los inmigrantes sin documentos de residencia en Estados Unidos y a quienes los empleen o ayuden, así como ordena ampliar el muro en la frontera con México.
Los debates parlamentarios apuntan a definir el futuro de entre 10 millones y 12 millones de inmigrantes sin papales de residencia, la mayoría de ellos latinoamericanos, y cómo enfrentar el ingreso de 400.000 más cada año.
El presidente de El Salvador, del que son originarias alrededor de dos millones de personas que viven en Estados Unidos, declaró que el anuncio de Bush de colocar militares en la frontera sur es poco relevante frente a su declaración de que pugnará por una reforma para legalizar a los indocumentados.
Para el canciller mexicano Derbez, lo indicado por el presidente estadounidense no es una mala noticia.
"Militarizarla (la frontera) sería que (el ejército) estuviera verdaderamente en funciones dentro del territorio, haciendo labores de retener a personas, de estar usando realmente la fuerza de esa manera", declaró.
No obstante, indicó que su gobierno recurrirá a la justicia si la Guardia Nacional, también llamados reservistas, detiene a inmigrantes sin documentos requeridos.
Según Rubén Aguilar, el portavoz del presidente de México, Vicente Fox, dijo que su país "ha recibido seguridades" de que las medidas no implican militarizar la frontera.
Sin embargo, indicó que al gobierno le "preocupa" que tales acciones "no vayan aún acompañadas de los avances suficientes en el proceso legislativo en curso".
Desde enero, los gobiernos de Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y República Dominicana trabajan en un frente unido para pugnar por una reforma migratoria en Estados Unidos.
Sus posiciones y demandas han coincidido con las de activistas y de muchos políticos de América Latina.
Pero "ya no podríamos seguir junto a países que aceptan la militarización de la frontera y que no se pronuncian contra esta guerra que se quiere abrir contra los inmigrantes", expresó el líder de Ángeles de la Frontera.
En similar sentido se pronunció el secretario del izquierdista Partido de la Revolución Democrática de México, Guadalupe Acosta, quien opinó que la decisión estadounidense de militarizar la frontera "es equiparable a las políticas segregacionistas y racistas que en su momento aplicaron los nazis con los judíos".
En Estados Unidos hay 42,7 millones de habitantes latinoamericanos o descendientes de ese origen, informó a comienzos de este mes la estatal Oficina del Censo de ese país. También indicó que la cantidad de personas de ese origen creció entre julio de 2004 y julio de 2005 en 1,3 millones, que es casi la mitad del de incremento poblacional de todo el país.
La última vez que Estados Unidos mantuvo a militares cuidando su frontera con México fue entre 1916 y 1920. Su misión era evitar el ingreso de los revolucionarios mexicanos, protagonistas de un proceso radical de cambios en este país. En esa ocasión, el número de soldados estadounidenses llegó a 6.000, recordó el historiador José Villalpando.
Washington también envió 3.000 solados a la frontera sur en 1845, cuando le declaró la guerra a México. La operación se repitió en 1866, esta vez fueron 180.000 y su misión era evitar el ingreso de las tropas francesas que entonces ocupaban México.