MIGRACIONES: Alguna forma de escapar de Irán

Cada vez más iraníes solicitan asilo en el exterior decepcionados por el rumbo conservador de su país y anhelando un futuro mejor. Algunos cruzan la frontera hacia Turquía y otros pagan a traficantes de personas en su difícil viaje a Europa e incluso a Estados Unidos.

Los iraníes solicitantes de asilo citan las declaraciones provocadoras del presidente de su país, Mahmoud Ahmadinejad sobre el polémico programa nuclear nacional, relatos de masacres ordenadas por miembros de su gabinete y el poder creciente de los islamistas de línea dura en Irán, todo lo cual los ha puesto en peligro, alegan.

Pero muchos no son ni disidentes del régimen islámico ni miembros de minorías perseguidas. Son pobres y frustrados que esperan conseguir una vida mejor fuera de su país, donde el desempleo entre los jóvenes de 14 a 29 años supera 25 por ciento.

"Luego que los conservadores llegaron al poder en las últimas elecciones presidenciales, conceder estatus de refugiados a los iraníes se ha vuelto mucho más probable en Europa", dice Saeed, un solicitante de asilo de 23 años que se fue de Irán hacia Turquía.

Saeed habla con IPS en un hotel pequeño y barato en Estambul, donde está por reunirse con contrabandistas de personas, conocidos en Irán como "paracaidistas".
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Sabed espera que ellos lo ayuden a llegar a Europa, pero no está claro si eso ocurrirá. "Es difícil confiar en los paracaidistas. Estoy preocupado e inseguro sobre el futuro", agrega.

Para estos emigrantes, Turquía es un punto natural de ingreso a Europa. No sólo ocurre que los iraníes no necesitan visa para viajar a ese país, sino que además, como aspirante a ingresar a la Unión Europea (UE), ese país es visto como una primera escala por quienes están en camino a Gran Bretaña, Alemania y otras naciones de Europa septentrional.

Algunos de estos futuros asilados necesitan realmente protección internacional. Muchos otros, sin embargo, buscan mejorar económica y socialmente, y consideran que el proceso para obtener asilo es más promisorio que otras perspectivas de emigración.

Pero sus posibilidades de conseguir el estatus de asilado no son buenas. Tras los ataques terroristas del 7 de julio de 2005 en Londres, la UE endureció sus requerimientos para conceder asilo. El proceso en Estados Unidos también se volvió prácticamente imposible para inmigrantes de muchas nacionalidades, incluyendo a los iraníes, desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington.

Aunque es difícil determinar el número total de solicitantes de asilo iraníes en Europa, estos constituyen la mayoría en Gran Bretaña, que recibió 820 postulaciones en el último trimestre de 2005 (en el tercer trimestre habían sido 750). De las 700 decisiones iniciales tomadas sobre solicitudes iraníes en ese periodo, 595 fueron negativas.

Algunos, como Saeed, inventan historias para elevar sus posibilidades de convertirse en asilados en países europeos a los que no tienen otro modo legal de emigrar. Sus relatos van desde amenazas políticas o crónicas exageradas de encarcelamiento hasta la enumeración de peligros vinculados a la conversión religiosa y la persecución por ser homosexuales.

Quienes piden asilo siguen de cerca las noticias de Irán, incluyendo los discursos anti-Israel del presidente Ahmadinejad, las violaciones de derechos humanos y la insistencia gubernamental en tener acceso a la energía nuclear. Ellos esperan que el comportamiento del duro líder en el escenario internacional les dé más credenciales y urgencia a sus peticiones.

Los pasajeros de autobuses iraníes que viajan a Turquía descienden en un bullicioso vecindario de Estambul conocido como Aksaray. Reza, casado y con un hijo, llegó allí en ruta hacia Gran Bretaña, y explica que abandonó su país porque no piensa que el mismo tenga un futuro promisorio.

Para poder realizar este viaje, Reza y su familia tuvieron que pagar a traficantes de personas y a falsificadores de documentos. "Tengo toda la documentación que ellos piden: una identificación como estudiante universitario, unas pocas citaciones judiciales y un documento que certifica que estuve preso en Teherán", dijo.

Todas esas evidencias falsas le costaron 1.100 dólares.

Reza es sastre y pudo usar sus conocimientos para hallar un trabajo durante su estadía en Turquía. Pero otros iraníes que buscan asilo llegan a ese país con un par de cientos o miles de dólares y ninguna destreza laboral. Terminan trabajando como guardianes, limpiadores, vendedores ambulantes y, en general, mano de obra barata.

No es sorprendente que muchachas iraníes que llegaron a Turquía sin dinero suficiente vivan en las condiciones más terribles. Mahshid, demasiado tímida para hablar, está entre ellas. Una amiga relata su historia: tenía un trabajo administrativo en Teherán, pero luego de más de un año en Estambul se quedó sin dinero y ahora vive en el mismo hotel barato, a cambio de limpiar las habitaciones.

Mudarse de Estambul puede llevar meses e incluso años, y cuando muchachas como Mahshid se gastan el dinero que traían para el viaje a menudo terminan empleándose como limpiadoras, bailarinas en bares o trabajadoras sexuales para ganar una suma que les permita abandonar el país. Algunas vuelven a Irán, pero el resto cree que eso no tiene sentido.

Muchos contrabandistas de personas cobran miles de dólares a los emigrantes, prometiéndoles ayudarlos a salir de Turquía rumbo a Europa. Pero esas promesas suelen ser falsas. Los traficantes muchas veces estafan a los aspirantes a asilados, toman su dinero y desaparecen, o simplemente no los ayudan a cruzar las fronteras turcas.

Saeed afirma que un contrabandista le cobró a él y a su familia 4.000 dólares para enviarlos a la frontera entre Turquía y Grecia, donde fueron identificados y arrestados por la policía griega. Tras 48 horas de detención, fueron enviados de regreso a Estambul en un autobús.

Algunos iraníes terminan residiendo en Turquía por muchos años. Agha Mahmoud, que trabaja como guardia y a veces recepcionista en uno de los hoteles de media estrella de Estambul, se fue de Irán a Turquía hace cinco años, esperando emigrar a Europa. Pero sus intentos fracasaron, y fue deportado tanto de Grecia como de Chipre.

Mahmoud se quedó en Turquía tanto tiempo que su esposa se divorció de él en Irán y ahora no tiene ninguna motivación para regresar. Así que decidió permanecer y trabajar allí, relata.

Quienes son capaces de abrirse paso hasta las ciudades fronterizas y llegar a una de las islas griegas por bote o barco, tienen que pasar tres meses en un campamento hasta que la precisión de sus reclamos sea demostrada. Luego de este periodo, recibirán una respuesta positiva o serán enviados de regreso a Turquía. Los infortunados son arrestados durante su viaje a Grecia y devueltos a Turquía.

En años anteriores, los pasajeros traficados solían acceder a países europeos a través de Bosnia-Hercegovina. Ahora que el camino a Bosnia está cerrado, Grecia sirve como portal de estas personas indocumentadas a Europa.

La mayoría de los solicitantes de asilo iraníes en Turquía no pronostican un futuro promisorio a Irán. Muchos creen que los últimos acontecimientos y la creciente hostilidad en Occidente hacia líderes como Ahmadinejad, fortalecen sus posibilidades de convertirse en refugiados en la UE o de hallar un camino a Estados Unidos, donde reside la mayor comunidad de expatriados iraníes.

Nadie sabe si esto es verdad, pero es un sueño en el que les gusta creer. Cuando se les pregunta por qué eligen hacer un viaje tan brutal, la respuesta más común que dan quienes llegan a Turquía es: "No hay esperanza para nosotros en Irán".

*Omid Memarian es periodista y activista de la sociedad civil iraní. Ganó varios premios incluyendo el de Defensor de los Derechos Humanos, otorgado por Human Rights Watch en 2005. Actualmente trabaja como académico invitado en la Escuela de Periodismo de la Universidad de California, en Berkeley. Con aportes de Azadeh Pourzand, de la Universidad de Oberlin.

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