INFANCIA: Optimismo e incertidumbres sobre trabajo infantil

El informe sobre el trabajo infantil en el mundo, divulgado este jueves por la OIT en Brasilia, registra una reducción del problema que justifica un «optimismo moderado», pero también dudas y cierto escepticismo entre activistas brasileños.

Eliminar las peores formas del trabajo infantil en los próximos 10 años es factible, sostuvo el director general de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), el chileno Juan Somavía, al presentar el informe. Los niños trabajadores de todo el mundo disminuyeron 11 por ciento entre 2000 y 2004, bajando de 246 millones a 218 millones.

La reducción de las "peores formas", como condiciones de esclavitud, prostitución, tráfico de drogas y actividades con daños a la salud y morales, fue más significativa, de 26 por ciento, de 171 millones a 126 millones en los cuatro años.

Una mayor conciencia y voluntad política, además de acciones contra la pobreza y por la educación masiva fueron los factores decisivos de ese resultado, según el informe "La eliminación del trabajo infantil, un objetivo a nuestro alcance". La OIT apoya ese esfuerzo por medio de su programa de erradicación y su Convenio 182 que define las "peores formas", ya ratificado por 90 por ciento de los países miembros de la organización.

América Latina y el Caribe se destacan como la región con los mejores resultados, con reducción de dos tercios en la cantidad de niños trabajando de 2000 a 2004. Solo 5,1 por ciento de las niñas y niños de cinco a 14 años de edad siguen en esa condición, contra 16,1 por ciento en el año 2000.

Brasil es apuntado como un ejemplo. Logró bajar en 60,9 por ciento la cantidad de trabajadores de cinco a nueve años de edad y en 36,4 por ciento la de 10 a 17 años, entre 1992 y 2004.

Somavía elogió acciones brasileñas como el Programa de Erradicación del Trabajo Infantil (PETI), vigente desde 1996, que concede una beca mensual equivalente a entre 12 y 19 dólares a las familias que se comprometen a sacar sus hijos del trabajo y mantenerlos en la escuela. Hoy ese programa está incorporado a la beca-familia, que atiende a más de ocho millones de núcleos familiares, sumando varios tipos de ayuda financiera.

"No veo con tanto entusiasmo" el panorama brasileño, basado solo en programas de transferencia de renta, opinó a IPS Jane dos Santos Vilani, procuradora (fiscal) del Trabajo y titular de la Coordinación Nacional del Combate a la Explotación del Trabajo de Niños y Adolescentes.

En su opinión, faltan acciones que rompan el círculo de reproducción del trabajo infantil, es decir que ofrezcan "educación de calidad" a la niñez y condiciones para que las familias superen la pobreza.

"La pobreza genera el trabajo infantil, que genera evasión escolar, y la falta de educación provoca desempleo o subempleo que obligará a trabajar a los niños de la nueva generación", explicó.

Sin "una puerta de salida" para que las familias dejen de depender de la ayuda, las transferencias de renta son "paliativos" que no solucionan efectivamente el problema, sentenció.

Vilani comparte, sin embargo, el optimismo de Somavía respecto de la eliminación de las "peores formas" del trabajo infantil mundial, considerando la reducción de 26 por ciento en cuatro años.

Pero la secretaria ejecutiva del Foro Nacional de Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil, la socióloga Isa Maria Oliveira, duda de esa meta, pues se trata de actividades de difícil combate por su naturaleza clandestina, incluso porque no hay datos seguros sobre la niñez bajo explotación sexual o que trabaja para el narcotráfico, arguyó.

Para esos casos es más efectiva la prevención, pues es muy difícil, por ejemplo, sacar del narcotráfico a los niños y adolescentes ya reclutados por esa y otras formas de criminalidad, acotó.

Oliveira comparte el "optimismo vigilante o responsable" de Vilani en relación a las acciones brasileñas. El actual gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva recibió el PETI atendiendo a 810.000 niños a inicios de 2003. Actualmente comprende a 1,1 millones, es decir se agregaron menos de 300.000 nuevos beneficiados.

El último censo oficial por muestreo, con datos de 2004, apuntaba la permanencia de 2,7 millones de niños y adolescentes trabajando, recordó Oliveira. Si se mantiene el ritmo de reducción, no será posible cumplir la meta nacional de erradicar todo el trabajo infantil para 2015.

El presupuesto gubernamental de este año indica la intención de casi triplicar los recursos para el PETI, buscando incorporar a 2,2 millones de niños al programa, lo que se acercaría a la erradicación del problema. Pero es solo intención, nada asegura que ese aporte se materializará y todo indica que no, según Oliveira.

La aplicación del presupuesto es compleja, depende del interés de los gobiernos estaduales y municipales que en gran parte no adhieren al esfuerzo, y en años pasados hubo muchos casos de rechazo a las metas del programa, señaló la activista, explicando que la misión del Foro es monitorear la ejecución del programa, "ejerciendo el control social".

Brasil es ejemplar principalmente por la movilización social, la "fuerte asociación entre sociedad civil y gobierno" en el combate al trabajo infantil, afirmó.

Pero faltan políticas públicas que aseguren la superación de la pobreza y de la baja calidad de la educación que garanticen una efectiva eliminación del trabajo en la niñez. Además, es necesario "cambiar creencias culturales" que consideran positivo que los niños trabajen "para adquirir responsabilidad y ayudar la familia", concluyó.

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