– Estados Unidos e India dieron otra puntada final al acuerdo de cooperación nuclear que firmaron en julio pasado, y cada vez más legisladores expresan su apoyo en Washington.
El acuerdo hace una excepción especial, por única vez, en el régimen global de no proliferación de armas nucleares, pues India es reconocida y legitimada como un estado nuclear "responsable".
Tras décadas de sanciones tecnológicas por el desarrollo de armas atómicas, la comunidad internacional reanudará con ese país el comercio nuclear de carácter civil.
El acuerdo desató controversias, dado el tratamiento diferente que se da a India, país que no firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y que hace ocho años dio un giro armamentista a su programa de desarrollo en la materia.
El convenio consolida la emergente "asociación estratégica" entre India y Estados Unidos, diseñada para contener a China.
[related_articles]
Ambos gobiernos realizan intensos esfuerzos para que el Congreso legislativo estadounidense apruebe el acuerdo antes del receso de agosto.
El gobierno de George W. Bush defendió firmemente el tratado en las audiencias legislativas. Por su parte, India redobló su presión sobre los legisladores estadounidenses a través de agencias de relaciones públicas y asociaciones de indios establecidos en el país norteamericana.
Los esfuerzos dieron fruto. Cada vez más parlamentarios estadounidenses abandonan su inicial escepticismo y respaldando el acuerdo.
Washington y Nueva Delhi negociando el lenguaje del texto final del acuerdo, en el marco del cual India debe separar de las instalaciones nucleares militares a las civiles, las que debe someter al control de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
India ofreció poner bajo estas garantías a 14 de sus 22 reactores civiles operativos y en proyectados.
Las negociaciones en curso se concentran en asuntos diferentes a la separación entre lo civil y lo militar. También subrayan los límites más allá de los cuales uno de los países no puede presionar al otro.
El secretario de Relaciones Exteriores de India, Shyam Saran, y el subsecretario de Estado (vicecanciller) de Estados Unidos, Nicholas Burns, concluyeron el viernes dos días de conversaciones en Londres.
Estados Unidos, cuyo Departamento de Estado (cancillería) calificó las conversaciones de "otro buen paso adelante", alentó a India a comprometerse legalmente a renunciar a más pruebas nucleares.
Saran, sin embargo, aclaró: "No estamos en posición de apartarnos del acuerdo conjunto del 18 de julio" firmado entre el presidente Bush y el primer ministro indio Manmohan Singh, según el cual India se limitaría a mantener la moratoria voluntaria de las pruebas.
Una moratoria de este tipo puede ser levantada, precisamente, a voluntad. En India, un sector nacionalista y conservador en materia nuclear no quieren eliminar la opción de realizar más pruebas para desarrollar una bomba de hidrógeno, aun más potentes que las ya examinadas.
India asegura haber probado con éxito un artefacto de fusión en 1998, pero expertos independientes dicen que eso resultó ser falso.
Las pruebas nucleares son uno de los dos asuntos sobre los cuales Estados Unidos intentó presionar a India. El otro es la firma de un acuerdo que impida la producción de materiales físiles, el combustible que alimenta las armas nucleares.
En la última quincena, Estados Unidos presentó un Tratado de Reducción de Materiales Físiles (FMCT, por sus siglas en inglés) en la Conferencia de la ONU sobre Desarme realizada en Ginebra.
En el pasado, India mostró poco entusiasmo por ese tratado, pues considera que tiene el propósito de limitar su arsenal nuclear.
India, como Pakistán, todavía produce y almacena materiales físiles, mientras que las grandes potencias nucleares (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) tienen excedente.
Pero en el tratado nuclear, firmado en julio pero con detalles aun en negociación, Nueva Delhi le debe a Washington alguna concesión en esta materia.
"Esto es parte del pequeño precio que India pagó por el tratado", dijo Achin Vanaik, profesor de Relaciones Internacionales y Política Global en la Universidad de Nueva Delhi.
"Estados Unidos es entusiasta en relación a un FMCT porque quiere congelar la competencia nuclear entre las potencias nucleares en el estado actual. China se resiste y le gustaría que la Conferencia sobre Desarme negociara un tratado para prohibir una carrera armamentista en el espacio exterior antes de asumir el FMCT", agregó Vanaik.
China está especialmente ansiosa por los planes de Washington de establecer un mecanismo de defensa balística al estilo del programa "guerra de las galaxias", con capacidad para la destrucción de misiles antes de que alcancen su objetivo.
Beijing cree que el programa de defensa balística tiene como principal objetivo a China.
Al comprometerse a "trabajar" con Washington para hacer que el FMCT sea aprobado, Nueva Delhi señaló que apoya a Estados Unidos, no a China. No obstante, India presentó una advertencia menor, haciendo énfasis en la verificación del FMCT.
Las conversaciones de Londres mostraron que los funcionarios indios se resisten a introducir incluso cambios menores en el acuerdo, desarrollado durante la visita de Bush a India, en marzo.
El gobierno de Bush se encuentra bajo cierta presión para mostrar "flexibilidad" en "adaptarse a algunos de los deseos del Congreso", dijo el subsecretario de Estado para Asuntos de Asia Meridional y Central, Richard Boucher, a la prensa de India.
"Aceptamos los puntos de vista del Congreso sobre diferentes temas, pero también vamos a aclarar que en este punto no podemos hacer cosas —legislaciones o condiciones— que infrinjan el acuerdo", aseguró.
La presión de India sobre el Congreso logró frutos cuando Dan Burton, legislador del gobernante Partido Republicano tradicionalmente anti-indio, se pronunció en favor del tratado.
Burton se unió a tres miembros del Partido del Congreso de India para escribir una carta de réplica a las "distorsiones" y a las declaraciones "erróneas" formuladas por detractores del tratado nuclear.
Tras describir el tratado como "visionario", la misiva señala: "Creemos firmemente que los hechos que subyacen a la decisión de ingresar al acuerdo justifican plenamente la conclusión de que su implementación está en el mejor de los intereses de Estados Unidos e India".
La carta aplaude los antecedentes de India en materia de no proliferación nuclear para reafirmar al Congreso que legitimar las armas nucleares de India no conduciría a su mayor expansión.
"Durante 30 años, India protegió sus programas nucleares. No permitió la proliferación de su tecnología nuclear. Dicho de manera simple, India es tratada de modo diferencial a causa de su historia, porque mantuvo un exitoso régimen de no proliferación nuclear", según la misiva.
Nueva Delhi está ansiosa por la ratificación del acuerdo, que implica la aprobación de legislación adicional, en el actual periodo legislativo. Las elecciones por la renovación parcial del Congreso están previstas para noviembre.
Es posible que entonces ocupen la mayoría los legisladores del opositor Partido Demócrata, menos inclinados a la ratificación del tratado.
Ambos gobiernos están probando el terreno para ver cuán lejos pueden ir para responder a las preocupaciones internas y atajar acusaciones de que están comprometiendo sus respectivos intereses nacionales.
En Estados Unidos, quedó suavizada buena parte de la oposición al acuerdo en el Senado. Pero en la Cámara de Representantes el gobierno todavía afronta una oposición significativa, en particular de un grupo de demócratas liderado por Ed Markey.
En India, la oposición al tratado procede de la derecha, especialmente del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata, que acusa al gobierno de Manmohan Singh de haber dejado al descubierto los intereses de India.
Fue un gobierno del Bharatiya Janata el que, en 1998, dirigió una serie de exitosas pruebas y declaró a India estado poseedor de armas nucleares.
La presión interna limitará el grado de flexibilidad de India. Tras haber presentado los principales contenidos del tratado en el parlamento, el gobierno no puede pedir enmiendas sin suscitar acusaciones de que sucumbió a la presión de Estados Unidos.