Como si sus esfuerzos para mantener la cada vez más polémica ocupación de Iraq y para lanzar ataques preventivos contra Irán no fueran suficientes, los «halcones» en el gobierno de Estados Unidos ahora promueven una actitud desafiante también hacia China y Rusia.
La ansiedad de los halcones por conseguir nuevos y más grandes enemigos se vio reflejada en las duras declaraciones hechas por el vicepresidente Dick Cheney sobre Rusia la semana pasada, en las que acusó a Moscú de alejarse de la democracia y de "chantajear" a otros países con su política energética.
La ofensiva verbal podría ser parte de una estrategia para amedrentar a China y a Rusia en momentos que Estados Unidos y la Unión Europea (UE) parecen gozar de una mayor coincidencia en asuntos de política internacional.
Las dos potencias euroasiáticas, inicialmente aliadas en la "guerra mundial contra el terrorismo", son ahora vistas por Washington como los mayores obstáculos para que el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adopte sanciones contra Irán, la actual prioridad del gobierno de George W. Bush en política exterior.
Irán podría ser castigado por ese organismo debido a que no suspendió su plan de enriquecimiento de uranio. Teherán arguye que su programa tiene fines pacíficos, pero Estados Unidos y otras potencias de Europa sospechan que en realidad pretende fabricar armas atómicas.
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Los halcones en Washington creen que poner a China y a Rusia a la defensiva podría servir para persuadirlos a avalar sanciones contra Irán.
Sin embargo, también corren el riesgo de que las dos potencias reaccionen con una más fuerte oposición a los planes estratégicos estadounidenses, en especial a los deseos de aislar a Teherán y ganar más control sobre el flujo de petróleo y gas en Asia central y el Cáucaso.
Además, podrían generar tensiones con la UE, como las surgidas en vísperas de la invasión estadounidense a Iraq hace tres años.
La actual armonía con Europa podría evaporarse si Washington no atiende los crecientes pedidos de sus aliados para que le ofrezca a Irán garantías de seguridad a cambio de un verificable congelamiento de su plan de desarrollo nuclear.
"No veo cómo enemistándose con (el presidente ruso Vladimir) Putin en este momento en particular pueda hacer que él nos apoye en la cuestión de Irán. Y no creo que los europeos lo consideren una buena idea en este momento", dijo un consejero en política exterior del Congreso legislativo de Estados Unidos.
Los halcones —alianza de neoconservadores, nacionalistas agresivos y la derecha cristiana— son hostiles a los procesos multilaterales en general y a la ONU en particular. Sus postulados sobre política exterior rechazan el pragmatismo y formulan los conflictos en términos morales.
Por otro lado están los "realistas", quienes prefieren la acción multilateral y dan prioridad al fortalecimiento de las alianzas tradicionales de Washington, en especial la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
La postura de la administración Bush hacia China y Rusia se ha endurecido en el último año por varias razones, incluyendo lo que parece ser una estrategia conjunta de Beijing y Moscú para expulsar a soldados estadounidenses de bases militares en Uzbekistán y en otras zonas de Asia central.
Estados Unidos también está molesto por la relación de China y Rusia con países que considera "hostiles", entre ellos Sudán y Belarús, así como por la renuencia de las dos potencias a responder a preocupaciones de Washington en asuntos bilaterales y a presionar a Irán y Corea del Norte para que accedan a negociar sobre sus respectivos planes de desarrollo nuclear.
Los líderes chinos quedaron desconcertados cuando la secretaria de Estado (canciller) estadounidense Condoleezza Rice afirmó en marzo, en el marco de una gira por el sudeste asiático, que Beijing se estaba convirtiendo en una "fuerza negativa" en Asia.
El cortejo diplomático que realiza Washington a Japón y a India para ganarlos como aliados contra Beijing, en lo que llama estrategia "rodeo", tampoco ayuda a promover la confianza.
En ese contexto, los desaires y errores cometidos durante la visita hecha hace dos semanas a Washington por el presidente chino Hu Jintao —desde hacer sonar el himno de Taiwan hasta permitir el acceso a la Casa Blanca de un activista del movimiento espiritual Falun Gong, proscripto por Beijing— fueron interpretados por los líderes chinos como acciones deliberadas de parte de un sector de la administración Bush para avergonzar al mandatario asiático.
Asimismo, la arremetida de Cheney contra Rusia —posiblemente el mayor ataque verbal estadounidense a Moscú desde que asumió la administración Bush en 2001— parece sugerir que los halcones están nuevamente en ascenso dentro de la Casa Blanca.
Entre otras cosas, Cheney acusó a Moscú de utilizar su control sobre recursos energéticos clave como herramienta para "intimidar o chantajear" a sus países vecinos, "socavando su integridad territorial" e "interfiriendo en los movimientos democráticos" locales.
El vicepresidente estadounidense dijo esto durante una conferencia de la OTAN y la UE en Lituania, y apenas dos meses antes de que Putin presida la cumbre del Grupo de los Ocho países más poderosos en la noroccidental ciudad rusa de San Petesburgo.
"Cuando se hacen este tipo de declaraciones, siempre se tiene que tener en mente cuál será la reacción de la otra parte, y me es difícil imaginar que Rusia simplemente vaya a coincidir con estos reproches", dijo el analista político ruso Vyacheslav Nikonov al periódico británico Financial Times.
De hecho, es posible que la nueva postura de Washington fortalezca a los políticos de línea dura en Beijing y en Moscú, lo que dificultaría conseguir su apoyo en el caso de Irán y en la "guerra contra el terrorismo".
Pero, según el analista neoconservador Robert Kagan, los halcones estarían poniendo en riesgo objetivos aun más importantes.
En una columna del periódico The Washington Post publicada el domingo, Kagan señaló que el gobierno de Bush compite contra esas dos potencias en realidad por recursos energéticos esenciales.
Kagan está casado con Victoria Nuland, ex viceconsejera en seguridad nacional de Cheney y ahora embajadora estadounidense ante la OTAN.
"Hasta ahora, la estrategia de Occidente ha sido intentar integrar a estas dos potencias al orden liberal internacional, para domesticarlas y hacerlas seguras para el liberalismo", escribió Kagan, cofundador del neoconservador Project for the New American Century (Proyecto por el Nuevo Siglo Estadounidense) junto al editor del semanario The Weekly Standard, William Kristol.
"Pero si China y Rusia van a ser sólidos pilares de autocracia en las próximas décadas, no se puede esperar que abracen la visión occidental de la inexorable evolución de la humanidad hacia la democracia", añadió.
Kagan acusó a Beijing y a Moscú de proteger a "una liga informal de dictadores", en la que incluyó a los gobernantes de Angola, Belarús, Birmania, Irán, Sudán, Uzbekistán, Venezuela y Zimbabwe, entre otros.
"La cuestión aquí es lo que Estados Unidos y Europa decidirán hacer en respuesta. Lamentablemente, (la red terrorista) Al Qaeda no es el único desafío que afronta hoy el liberalismo, y ni siquiera el más grande", sostuvo.