La perplejidad de Brasilia ante la nacionalización de los hidrocarburos de Bolivia se reflejó en la ambigua reacción del gobierno, inmerso este martes en varias reuniones de ministros con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva para discutir el asunto.
La decisión boliviana "es reconocida por Brasil como acto inherente a su soberanía", pero "el gobierno brasileño actuará con firmeza y tranquilidad en todos los foros para preservar los intereses de Petrobras", dice una nota divulgada a la prensa por la Presidencia en el comienzo de la noche, cuando Lula iniciaba una segunda reunión con sus ministros y asesores para seguir la discusión.
El comunicado recuerda también que Brasil ejerce "pleno control sobre las riquezas de su subsuelo" y anuncia que el gobierno buscará negociar un "relacionamiento equilibrado y mutuamente provechoso para ambos países".
El consorcio estatal brasileño Petrobrás es la principal transnacional petrolera que explota yacimientos de Bolivia.
Tras anunciar el lunes la nacionalización de los recursos de hidrocarburos, el presidente boliviano Evo Morales aseguró por teléfono a Lula la continuación del suministro de gas natural a Brasil, según los contratos firmados, pero advirtió que el precio estaría sujeto a nuevas negociaciones. Los dos mandatarios acordaron encontrarse "en los próximos días" para discutir las relaciones bilaterales y la "seguridad energética de América del Sur".
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El temor de desabastecimiento, sin embargo, molesta a industriales y empresas distribuidoras de gas en Brasil. El contrato presuntamente garantizado, prevé la importación de 24 a 30 millones de metros cúbicos diarios de gas boliviano hasta 2019, pero no tranquiliza a los consumidores, después de la decisión de Morales el lunes.
La mitad del gas natural consumido en Brasil proviene de Bolivia. La nacionalización, que le quita a Petrobras el control de los dos yacimientos más productivos y las únicas refinerías en el país andino, realzó de forma abrupta la dependencia brasileña del gas boliviano, 10 días después de que Lula festejó la autosuficiencia nacional en petróleo.
"Es de no creer que el gobierno se diga sorprendido" por una medida hace mucho anunciada, y después de practicar una política que relegó la exploración de gas natural en suelo nacional, al contrario de lo hecho con el petróleo, comentó a IPS Giuseppe Bacóccoli, investigador en energía de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
La autosuficiencia petrolera se logró en un "largo proceso de creatividad, persistencia y avances tecnológicos", mientras no hay un marco regulatorio que estimule la prospección y producción de gas natural, señaló el especialista.
Es inexplicable que Petrobras haya invertido unos 1.500 millones de dólares en Bolivia, y no en Brasil, "un país tan grande y con tantos recursos naturales". Eso se justificaría después de agotar las potencialidades internas, acotó, recordando que la compañía estatal descubrió un gran yacimiento nacional de gas después de expandirse al país vecino.
La integración energética regional "es interesante por razones políticas y estratégicas, pero comprende grandes riesgos", como quedó comprobado. La primera consecuencia, en su opinión, será una elevación del precio del gas importado de Bolivia, inevitable ante el aumento de impuestos de 50 a 82 por ciento en el gas producido en los yacimientos descubiertos por Petrobras.
Si se mantienen estables otros costos, como los del transporte por gasoducto y la distribución, el precio final podría subir de 10 a 15 por ciento, manteniendo ventajas para el uso del combustible en vehículos, pero difícil de absorber por la industria, la principal consumidora, evaluó Bacóccoli.
De todas maneras, lo más probable es un acuerdo aceptable entre Bolivia, que necesita los ingresos de la exportación de su único producto de gran valor, y Petrobras, que depende de ese suministro, por lo menos en los próximos años.
Otras consecuencias serán, probablemente, una mayor prioridad brasileña al gas nacional y a la importación de gas natural licuado, alternativa que evita dependencias y se está haciendo competitiva, y un freno a los sueños de integración energética sudamericana, concluyó el experto.
La decisión boliviana "no sorprendió, es una medida hace mucho anunciada y que responde a un plebiscito", promovido en 2004, y "al derecho soberano de cada país de elegir como explotar sus propios recursos naturales", sostuvo Sydney Reis, director jurídico de la Asociación de los Ingenieros de Petrobras (Aepet), que congrega a más de 4.000 asociados.
"Es raro que se vea como radical a un presidente que cumple lo que prometió, me gustaría tener eso en Brasil", dijo Reis a IPS. Pero es prematuro evaluar los efectos de la medida antes de la negociación prevista, y que seguramente "ajustará los precios" a la realidad actual de los hidrocarburos, de manera que las altas ganancias beneficien al pueblo boliviano, opinó.
El resultado negociado podrá incluso estimular la integración energética sudamericana, matizó. "Creo en un acuerdo para que Petrobras siga operando en el país", porque la empresa estatal YPFB (Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos) no tiene técnicos para hacerlo sola, pronosticó. Además, Bolivia no tiene mercado interno para su gas, tiene que exportarlo, y Brasil es su gran mercado, acotó.
Las reacciones brasileñas, en gran parte exigiendo "una respuesta dura" del gobierno o calificando la nacionalización como una expropiación de los bienes de Petrobras, son "emocionales", calificó Reis. El argumento de que Bolivia no tiene dinero para indemnizar a la estatal brasileña ignora que podrá hacerlo con el gas, observó.
La Aepet, cuya dirección defiende el monopolio nacional de los hidrocarburos para "cualquier país", discrepa de la adquisición de "bienes en otros países", como los yacimientos bolivianos, por parte de Petrobras, "aprovechando circunstancias favorables", aclaró.
También se opuso a la construcción del gasoducto Bolivia-Brasil, a mediados de la década pasada, cuando no había demanda nacional para el gas natural. La importación fue forzada para promover centrales termoeléctricas en este país, una política "irracional" que trabó la construcción de centrales hidroeléctricas y resultó en el "apagón" de 2001, la crisis energética que provocó recesión económica, recordó Reis.
Pero ahora, el gasoducto y la necesidad del gas boliviano son "hechos consumados" y es hora de una negociación "horizontal", concluyó.