BOSNIA-HERZEGOVINA: Un paseo por el pasado

Un recorrido turístico lleva a miles de personas cada año a 19 sitios de la capital de Bosnia-Herzegovina, en los que se puede apreciar la crueldad de la guerra de secesión de la década del 90.

Crédito: UN/DPI Photo
Crédito: UN/DPI Photo
Zijad Jusufovic, de 40 años, fue el creador de este recorrido. "Los visitantes querían saber qué había pasado aquí, por qué y si había un futuro", dijo a IPS Jusufovic, quien ahora tiene un permiso para trabajar como guía turístico.

La guerra de secesión en la antigua Yugoslavia mató entre 1992 y 1995 a más de 100.000 personas en Bosnia-Herzegovina, la mayoría bosnios musulmanes. La república integraba la disuelta federación yugoslava.

Sarajevo perdió a 11.000 de sus 400.000 habitantes durante el sitio de los serbios de Bosnia-Herzegovina, más que durante la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial.

Los serbios bombardeaban la ciudad a diario, mientras que los francotiradores apuntaban a los civiles desde las colinas circundantes.
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Las fuerzas musulmanas leales al gobierno de Sarajevo defendieron la ciudad. La guerra se libró en las narices de las fuerzas de protección de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La paz llegó en 1995, luego que los líderes de los bandos en pugna firmaron los acuerdos de paz de Dayton, en Estados Unidos, con patrocinio internacional. Los tres líderes —Franjo Tudjman, de Croacia, Alija Izetbegovic, de Bosnia-Herzegovina, y Slobodan Milosevic de Serbia— están muertos ahora.

Bosnia-Herzegovina se convirtió en una federación compuesta por dos entidades: la República Srpska, o República Serbo-Bosnia, y la Federación Croata-Musulmana.

El recorrido turístico por Sarajevo, que insume cinco horas y se llama "Misión Imposible", incluye el estadio del barrio de Kosevo, espléndidamente reconstruido para los Juegos Olímpicos de Invierno de 1984.

Durante la guerra, su cancha auxiliar de fútbol fue transformada en un cementerio, hoy cubierto de blancas lápidas musulmanas. Luego, el paseo incluye una visita a la colina de Trebevic, utilizada por francotiradores y artilleros serbios.

Los alrededores todavía están minados, y 466 personas fallecieron por culpa de esas minas terrestres desde que el fin de la guerra. Desactivarlas es un proceso lento y costoso.

El circuito turístico-bélico de Jusufovic continúa con una visita al "puente de las primeras víctimas" sobre el río Miljacka, donde dos mujeres jóvenes que protestaban contra el conflicto fueron asesinadas por francotiradores serbios el 6 de abril de 1992. Ese día comenzó la guerra.

Cerca de allí está el "puente de Romeo y Julieta", que se convirtió en la ruta de escape para parejas mixtas -formadas por musulmanes y cristianos— que intentaban huir de Sarajevo. El puente conducía de las áreas musulmanas a las serbias.

Antes de la guerra, 17 por ciento de los residentes de Sarajevo integraban matrimonios mixtos.

Hoy, Sarajevo es una ciudad casi completamente musulmana. Apenas viven allí 35.000 cristianos y unos 700 judíos. La población se redujo a 320.000 personas. Muchos de los que huyeron durante la guerra nunca regresaron, independientemente de su condición étnica.

Antes de la guerra, la población de Sarajevo era mitad musulmana y mitad cristiana, incluidos serbios ortodoxos y croatas católicos. También había más de 1.500 judíos.

"Esto es triste, pero poco se puede hacer al respecto", afirmó Jusufovic. "Bosnia es un lugar donde la gente no tiene trabajo ni una buena educación."

El desempleo en este país asciende a 40 por ciento. El sistema escolar es diferente para niños musulmanes, serbios y croatas, lo que depende de en qué áreas residen. La enseñanza de la historia y la geografía varía de zona en zona.

Entre los puntos "turísticos" está el mercado de Markale, en el centro de Sarajevo, donde 67 personas fueron asesinadas en febrero de 1994 durante un ataque con morteros. Sigue siendo un mercado con mucho movimiento, lleno de vendedores ambulantes.

Detrás de un vidrio que cubre el muro trasero, de color rojo, resalta el nombre de las víctimas. Una leyenda sobre una piedra blanca asegura que los habitantes de Sarajevo nunca olvidarán.

"Pero el tiempo pasa y las heridas están sanando", opinó Munir Sabic, un verdulero de 65 años. Él mismo sobrevivió al ataque de 1994.

"Debemos mirar hacia el futuro, no hacia el pasado. Eso es lo que intento hacer, aunque he venido aquí cada día de los últimos 30 años, hayan sido buenos o malos", añadió. Jusufovic y Sabic afirmaron que la comunidad internacional ayudó con la reconstrucción.

"Ellos nos ayudaron a reconstruir techos sobre nuestras cabezas, pero se hizo poco por la recuperación de nuestras mentes y almas", lamentó Jusufovic. "Las consecuencias todavía se sienten, pero a pesar de todo uno tiene que creer que vendrán buenos tiempos."

Una investigación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre las consecuencias de la guerra reveló que 54 por ciento de los 3,6 millones de habitantes de Bosnia-Herzegovina todavía sienten en sus vidas cotidianas los efectos de la guerra.

Pero también hay un turismo convencional, que no consiste en visitar los callejones del pasado bélico.

Al cruzar la calle desde el mercado de Markale, rebosa de turistas la antigua Bascarsija, el casco histórico de Sarajevo que se remonta a los siglos del imperio otomano.

Allí regatean japoneses por platos de plata y cafeteras decoradas. Los estadounidenses se apresuran para llegar a Isfahan, famoso comercio de alfombras persas. El tiempo se detiene en Bascarsija, como solía hacerlo en otros tiempos.

Una cafetería atrae a gran cantidad de visitantes. Se llama Tito, en homenaje al ex presidente de Yugoslavia, Josip Broz, Tito, quien falleció en 1980 tras gobernar el país desde 1945.

Objetos de la era de Tito cubren las paredes del café, mientras teléfonos y máquinas de escribir de la Segunda Guerra Mundial descansan sobre las mesas. El muro central ilustra una famosa batalla en la que los partidarios de Tito vencieron a los alemanes.

"Teníamos que hacer un lugar como este para tantas personas que creen que los tiempos de Tito eran definitivamente mejores", dijo a IPS el propietario del café, Robert Vajda.

"Pero ahora son los jóvenes quienes componen la mayor parte de la multitud, y los turistas que están interesados en la época de Tito, cuando todos vivían felices juntos."

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