AFGANISTÁN: Masiva campaña contra campos minados

En Afganistán, el

tercer país más minado del mundo detrás de Camboya y Angola, las minas terrestres y otros artefactos sin explotar matan o mutilan casi a diario.

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La víctima puede ser un niño que se sienta en la ladera de una montaña mientras pastorea las ovejas de la familia, o un camionero que se desvió para evitar un pozo en la carretera. O un agricultor que volvió de un campamento de refugiados en Pakistán a labrar su tierra ancestral.

De los 20 millones de habitantes de Afganistán, se estima que cuatro por ciento quedaron lisiados por culpa de las minas terrestres, herencia de la ocupación soviética (1979-1989) y de la guerra civil que le siguió intermitente hasta la invasión estadounidense de 2001. Sólo el año pasado, 154 personas murieron y otras 703 fueron heridas, aunque se estima que muchos casos nunca se reportan.

El 24 de abril, al menos ocho niños de entre cinco y ocho años resultaron heridos cuando explotó una mina en la aldea de Lakankhel, distrito de Nahrin, en la norteña provincia de Baglan. Los niños estaban pastando ovejas. Uno de ellos perdió un brazo.

El gobernador provincial Mohammad Alam Rasikh dijo que se trataba de una mina de la era soviética. Y culpó a Halo Trust, la mayor de las organizaciones extranjeras dedicadas a desactivar estos explosivos en Afganistán, por no haber despejado el área pese a los pedidos de las autoridades.
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Las minas fueron plantadas ampliamente alrededor de muchas de las principales ciudades afganas. Mientras que Kabul fue minada por los mujaidines (guerreros islámicos) tras la retirada de los soviéticos, estos últimos minaron las capitales regionales de Kandahar (meridional), Jalalabad (oriental) y Herat (occidental).

Un intenso minado tuvo lugar también dentro de Kandahar y Herat. En esta última, por ejemplo, los enormes campos minados por los soviéticos —que atravesaban la parte occidental de la ciudad, fungiendo como barrera— fueron dispuestos como defensa contra la insurgencia de los mujaidines que procedía de la frontera iraní.

Las márgenes de importantes carreteras dentro y fuera de las ciudades fueron minadas, y también se usaron estos explosivos para proteger rutas estratégicas de suministro, como la carretera de Pakistán a Kabul, entre otras. Cuando uno conduce en Afganistán, suele ver filas de rocas rojas que delimitan campos minados a lo largo de las carreteras.

Los comandantes mujaidines minaron intensamente Kabul tras la caída del régimen procomunista. Entre 1992 y 1995, la capital afgana se volvió centro de luchas entre facciones mujaidines rivales. Grandes porciones de la ciudad, particularmente la occidental, fueron minadas.

Cuando el movimiento islamista Talibán desplazó a los mujaidines de Kabul, las minas fueron usadas en las primeras líneas del norte y occidente de Kabul, y al nororiente de Herat, donde se produjeron luchas entre ex comandantes mujaidines y las fuerzas talibanes.

En octubre de 2001, la coalición estadounidense-británica comenzó a bombardear al Talibán. Miles de explosivos, incluyendo bombas de racimo y misiles, fueron empleados en esas operaciones, que duraron casi dos meses.

Se estima que entre 10 y 30 por ciento de las municiones no explotaron por fallas técnicas o mecánicas. Los artefactos no detonados son una grave amenaza para la población local.

El 3 de mayo dos niños resultaron heridos, uno de ellos de gravedad, al explotar una mina en las afueras de la centrooriental ciudad de Gazni, sobre la principal autopista de Kabul a Kandahar. Las víctimas estaban jugando con el artefacto. Días antes, otros dos niños fueron heridos en un incidente similar en el distrito de Khogyani, en la provincia de Gazni.

La tarea de despejar minas terrestres recae sobre unas 7.600 personas en todo el país. Trabajan bajo los auspicios de varias organizaciones, la mayoría afganas, que —con financiación occidental— las entrenaron en campamentos de refugiados de Pakistán luego de la retirada soviética, en 1989.

En 2003, el actual gobierno afgano y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se embarcaron en un plan conjunto para librar al país de las minas y otros explosivos enterrados con plazo en febrero de 2013.

Afganistán, que se unió el 11 de septiembre de 2002 al Tratado de Prohibición de Minas de 1997, también conocido como Convención de Ottawa, comenzó por destruir sus propios arsenales de estos armamentos.

Según la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres, una red de 1.200 organizaciones no gubernamentales en 60 países reconocida con el premio Nobel de la Paz, esta nación tiene el programa de extracción de minas más grande del mundo.

La organización no gubernamental Landmine Monitor, que creó la campaña para evaluar la respuesta de la comunidad internacional a la crisis humanitaria causada por las minas antipersonal, informó que de marzo de 2003 al 30 de abril de 2005, un total de 28.893 minas almacenadas fueron destruidas en cooperación con las organizaciones no gubernamentales dedicadas a ese trabajo.

Un estudio sobre el impacto de estos explosivos realizado entre noviembre de 2003 y noviembre de 2004 sostuvo que el área minada se había reducido de 1.350 kilómetros cuadrados a 715 kilómetros cuadrados.

El informe 2005 sobre Afganistán del Landmine Monitor afirmó que alrededor de 33 kilómetros cuadrados de áreas minadas y casi 70 kilómetros cuadrados de zonas de batalla fueron despejadas, destruyendo unas 5.000 minas antipersonal, 500 minas antitanques y un millón de otros explosivos.

Según el Comité Internacional de la Cruz Roja, la principal fuente de datos sobre víctimas, puede haber 100.000 sobrevivientes de minas terrestres y otros artefactos sin explotar. La Constitución de 2004 garantiza los derechos de estas personas que hayan quedado con secuelas de discapacidad.

Pero el subsidio de seguridad social de 300 afganis por mes (alrededor de seis dólares) que reciben unas 300.000 personas, incluyendo sobrevivientes de minas, otros lisiados por la guerra y las familias de los muertos en la guerra, es insuficiente para costear los gastos más elementales.

(*) Publicado por IPS en convenio con la agencia de noticias afgana Pajhwok Afghan News.

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