Las conversaciones de paz entre el gobierno de Sri Lanka y los rebeldes Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE), previstas para este mes en Ginebra, lucen más promisorias que una semana atrás, ante la humillante derrota electoral de los aliados ultranacionalistas del presidente Mahinda Rajapakse.
El veredicto electoral fue abrumadoramente favorable a la Alianza Popular Unida para la Libertad (UPFA) de Rajapakse, que triunfó en 225 de los 266 concejos locales. Mientras, el ultranacionalista Janata Vimukthi Peramuna (Frente de Liberación Popular, PLF), obtuvo un escaño en un concejo, y el Jathika Hela Urumaya (JHU), de monjes budistas fundamentalistas de la etnia cingalesa, no logró ninguno.
"Sin dudas esto es un buen augurio para el futuro y el proceso de paz", dijo el sábado el gubernamental Daily News, en un artículo editorial que refleja el alivio del gobierno de Rajapakse.
Desde su ajustada victoria en las elecciones presidenciales de noviembre, Rajapakse tuvo más problemas con sus aliados nacionalistas, el PLF y el JHU, que con la principal fuerza de oposición, el Partido Nacional Unido (UNP), que triunfó en 32 concejos la semana pasada.
Tanto el PLF como el JHU le respiran en la nuca a Rajapakse para que cumpla su promesa electoral de revisar la tregua con el LTTE forjada con mediación de Noruega y vigente desde febrero de 2002, la más larga de un sangriento conflicto étnico que ha asolado a este país durante un cuarto de siglo, causando 65.000 muertos.
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Ya en el poder, Rajapakse consideró prudente evitar el regreso a la guerra contra el formidable LTTE, firmemente afianzado en el norte y este de la isla, donde se concentra la minoría tamil.
Más de 70 por ciento de los 18 millones de habitantes de Sri Lanka son de la etnia cingalesa —la mayoría budistas— y 18 por ciento son tamiles, cuyos ancestros proceden del sur de India y practican el hinduismo.
Rajapakse también se ha mostrado reacio a prescindir de los noruegos, otra demanda que sus aliados redoblaron tras la primera ronda de conversaciones entre representantes del gobierno y del LTTE en Ginebra, el mes pasado.
La segunda ronda de conversaciones, entre el 19 y el 21 de este mes, podría beneficiarse de la nueva realidad electoral. "La victoria es un gran estímulo para los esfuerzos de paz acometidos por el gobierno", dijo el ministro y principal negociador Nimal Siripala de Silva.
Los líderes del PLF, que apoyaron a Rajapakse en los comicios presidenciales pero rompieron filas para competir en las elecciones de concejos locales, habían alardeado de que ser el poder real detrás de la Presidencia.
Rajapakse, envalentonado por la popularidad de su UPFA, podría convocar a elecciones y quedar con las manos libres para negociar y concluir un acuerdo político con el LTTE.
Poco después de que concluyera la primera ronda de conversaciones en Ginebra, el dirigente del PLF Wimal Weeravansa dijo en el parlamento que Noruega debería ser inmediatamente descartada como mediadora. Su discurso fue seguido por una protesta del Frente Nacional Bhikku (un grupo de presión de los monjes) frente a la sede de la misión noruega en Colombo.
Rajapakse favorece una solución de poder compartido para el problema étnico, salvaguardando la unidad de Sri Lanka. "Esto (los nuevos resultados) los harán callarse y dejar de chantajear al presidente. Siempre creí que con apenas cinco por ciento de votos, que (el PLF y el JHU) obtuvieron en conjunto, hacen mucho ruido", dijo a IPS Muttukrishna Sarvananthan, economista y observador político residente en Colombo.
El PLF, de origen maoísta, se metamorfoseó en un partido promotor del nacionalismo cingalés.
El PLF acaba de "recibir el mensaje de que es apenas un partido político marginal en Sri Lanka. Su postura extremista tanto en materia de economía como ante la paz fue rotundamente derrotada. Si son inteligentes, deberían reformarse y volverse pragmáticos, como otros partidos de izquierda en el mundo, con el fin de ser aceptables para el pueblo", dijo Sarvananthan.
"Ahora el presidente puede verse tentado a disolver el parlamento e ir en busca de nuevas elecciones para reducir los 39 escaños del PLF. Ellos lograron semejante cantidad de bancas por la alianza" con el partido gobernante.
De momento, sin el apoyo del PLF Rajapakse pierde la mayoría que necesita para gobernar. El PLF se retiró del gobierno de la predecesora de Rajapakse, Chandrika Kumaratunga, a mediados de 2005, cuando ella acordó un mecanismo conjunto con los tigres tamiles para asistir a las víctimas del tsunami de diciembre de 2004.
Los líderes del PLF le quitaron importancia a la derrota electoral. "Enfrentamos una cantidad de problemas. El partido fue visto como enemigo. El gobierno desató el poder estatal durante la campaña", dijo el secretario general, Tilvin Silva.
Sin embargo, el PLF no abandona la línea dura en las negociaciones. Si Rajapakse sigue adelante con sus políticas de modo unilateral "será un gran error, y el pueblo tomará una decisión", afirmó Silva.
Rajapakse enfrenta un arduo camino. Las tensiones aumentaron en el norte y el este por nuevos choques entre el ejército y civiles seguidores de los Tigres.
El 25 de marzo, una lancha cañonera de la armada se hundió en aguas noroccidentales, cuando explotó muy cerca un barco pesquero que presuntamente llevaba armas para los Tigres. Siete marineros y seis rebeldes murieron.